Objetivo Platino: Memorias de una Generación de Trofeos

Algunos de los grandes trofeos que deja la generación anterior

Aunque realmente queda un catálogo bastante amplio de juegos que deseo probar probar (muchos están esperando en la estantería, la verdad), con la PS4 en la mesa, para mí técnicamente la generación anterior ya ha terminado.

Así que supongo que toca echar un vistazo por encima del hombro y recordar unos cuantos trofeos de PS3 (por el momento en PS4 no llevo demasiados, ya habrá tiempo) que recuerdo especialmente, por unos u otros motivos. Puede que de alguno ya haya hablado, pero esta vez lo haré de juegos, sino de trofeos específicos y, lógicamente, con algo más de perspectiva, con calma y comparando con otros del estilo.

Algunos son más complicados, otros por lo que suponía el conseguirlos y otros, simplemente, por la diversión de llegar al punto de ver saltar el trofeo. Pero todos ellos los recuerdo con más fuerza que otros de títulos de todo tipo y añadiré explicaciones, el por qué de recordar estos trofeos en concreto. Advierto de posibles spoilers a lo largo del artículo.

Al poco de comprar la PS3, tuve un golpe de suerte en una cesta de segunda mano. Realmente ya había podido jugar en la PS3 de mi hermano a un par de juegos, pero esos eran los primeros que realmente compraba para mí. Ahí esperando había tres juegos a los que dediqué bastantes horas en su momento. Solos y abandonados, estaban Armored Core 4 Answer, Metal Gear Solid 4: Guns of the Patriots y Resonance of Fate.

De por sí el juego ya era llamativo, pero cuando vi las posibilidades que ofrecían las misiones secundarias, la cosa tomó otro aspecto. Era largo, mucho más de lo que parecía al principio, había que dar tantas vueltas… Sin embargo, por primera vez, había un motivo extra para hacerlo, el trofeo Un Cazador Legendario. Hasta ese momento, todos los 100% de juegos de rol eran por hacerlo, pero ahora podía conseguir «algo» que demostrase que lo había hecho.

Después de una primera partida en la que Leanne fue mi personaje designado para usar las ametralladoras (un grave error, como recordarán los que hayan pasado por lo mismo y sufrieran la sección en la que cae enferma), conseguí reponerme y avanzar. Modificar armas y subir niveles hasta que vi que había desarrollado a mis personajes tanto como para confiarme… Y de repente, justo antes de terminar el juego, desbloqueo Nunca Jamás. El susto fue considerable, la verdad. Tanto que tuve que esperar al final de una segunda partida para conseguirlo y, aún con un nivel por encima de 200, la cosa fue bastante interesante… o lo que es lo mismo: evitar a todos los enemigos no obligatorios.

¿Cuántos de vosotros habéis abandonado éste Platino tan interesante por éste trofeo maldito? Gaius, Terrestris Veritas. Argus, Praesidium Vigilo. También conocidos como «el coloso alto de la espada de piedra» y «el del cuchillo que se carga el puente». O como muchos los llaman, «los dos puñeteros colosos tres y quince».

Has llegado hasta el Modo Contrarreloj en Difícil, seguramente lo hayas dejado para el final. Habrás hecho todo lo demás, has terminado el juego varias veces y has recogido lagartos y frutas. Has subido a lo alto de la torre, has cogido las últimas frutas. Seguro que, como muchos, luego has saltado al vacío desde lo alto de la torre. Y de repente, te encuentras con dos obstáculos insalvables en forma de Coloso.

Mis primeros intentos fueron «legales», tratando de seguir el sistema normal. Haces que Gaius golpee la placa, se rompa la armadura, trepas… creo que cerca de dos horas después, me rendí y busqué vídeos. Tardé poco en ver el sistema que comienza con ponerse sobre la grieta de la espada y hacer una serie de saltos arriesgados y tener una cantidad de suerte indecente.

Luego venía el otro, el del cuchillo tamaño continental. Otro buen rato de hacer las cosas como se supone que había que hacerlas, hasta que me cansé. Esta vez no busqué vídeos, ya que había visto que el bicho era vulnerable a las flechas. Una tonelada y media de flechas después, aún con tiempo suficiente y un salto al vacío apuntando al corazón de Argus, el combate estaba decidido.

Nunca conseguir un trofeo había resultado tan épico como lo es saber que te lo juegas todo a un salto directo hacia tu enemigo y que salga bien. Luego lo conseguías, te quedabas con cara de… ¿Y ahora qué? ¿Qué me van a tirar a partir de ahora con lo que me rinda y pierda la paciencia?

Aquí tengo que hacer una pequeña distinción con respecto a los otros de toda esta lista. No hablo de uno sólo de los trofeos, sino de todos los de éste auténtico espectáculo audiovisual. Asura’s Wrath ha podido ser criticado por muchas cosas, desde su limitada jugabilidad (totalmente cierto) hasta el tema de que el auténtico final venga en forma de DLC. Pero hay algo que nadie puede negar: su espectacularidad.

Sacar todos y cada uno de los trofeos, en especial los que se consiguen después de algún combate contra un jefe, es algo de lo que se disfruta a cada momento. CyberConnect2 se ha convertido por méritos propios en «el estudio del anime», por las adaptaciones de Naruto. Pero para mí, Asura’s Wrath es un juego capaz de definir a todo un equipo.

La fase del combate en la Luna en la que derrotas a Augus, las peleas contra Yascha y las fases en las que lo controlas, ofrecen un nivel de satisfacción superior al que consigues con varios Platinos, desde el combate en sí mismo, totalmente espectacular, hasta la banda sonora escogida. Vamos, es que si no se te ponen los pelos de punta con la pelea con Augus… Es uno de esos juegos para recordar y atesorar, pese a sus evidentes defectos.

La madre de todas las trolleadas, con permiso de Nier, al que dedicaré unas palabritas más adelante. Advierto de spoilers de cierta importancia en esta parte.

Tengo que empezar diciendo que he estado cerca de una década esperando éste juego, con lo que todo tenía un significado bastante especial para mí. Una odisea, en el término más literal de la palabra. Te pasas el juego. «Bam», final sorprendente. Te vuelves a pasar el juego. Quedas bastante desconcertado con el segundo final, tan fuera de lugar. Vuelves a terminar el juego, ves el Ending C. ¿Qué demonios acabo de ver?

Y por último sigues jugando, consigues todas las armas y desbloqueas el último final del Branch D, el final especial del juego al que sus creadores nos han acostumbrado con otros títulos del mismo universo. A escasos minutos del final, un enorme giro argumental hace que veas todo desde un punto de vista muy diferente y comprendas la auténtica realidad oculta tras la carnicería que te ha llevado hasta donde estás.

Después de una revelación de la que Zero y Mikhail (o Michael, según cómo se mire) eran más que conscientes, pero tú de repente caes en que no tenías ni idea, te encuentras con que el dragón tiene que matar a Zero. ¿Comerse a la Entonadora? No, para qué vamos a hacer las cosas fáciles, pudiendo ponerlas complicadas hasta el punto de darnos ganas de estampar el mando contra la pared.

[break=Página 2]No, tiene que ser una secuencia musical. ¿Cual es la base? De un punto central, que va cambiando a lo largo de la canción, van surgiendo ondas que debemos bloquear en el momento exacto que golpean a nuestro dragón, que se mueve en torno a las enormes figuras de las Entonadoras. ¿La trampa? Giros de cámara que te dejan a ciegas, ángulos muy amplios que casi no te permiten ver dónde estás colocado, una cámara totalmente vertical que hace que las ondas sean casi invisibles en ocasiones. ¿He mencionado ya que tu dragón es blanco, el escenario es blanco/grisáceo, las ondas son blancas y los enemigos son blancos? Pues eso.

Hay incluso una onda final que va a una velocidad distinta a las demás, que da la impresión de que no llegará nunca y que haces, literalmente, a ciegas. En serio, la pantalla se queda totalmente en negro y, para colmo de males, se oye una conversación de fondo. A mala leche. Eso sí, la música, totalmente impresionante.

La satisfacción de conseguir éste trofeo sólo es comparable a la que sientes, si eres fan del universo Drakengard, al descubrir en éste «auténtico» final la conexión oculta y al mismo tiempo a la vista que existe entre Drakengard 3 y Nier, que a su vez comienza con el final secreto del primer Drakengard. El círculo se cierra.

Vale, aquí hay uno que la mayoría seguramente no conozca. Es más, es posible que sea la primera vez que oís hablar del juego. Se trata de una mezcla de varios estilos, con combates basados en el piedra-papel-tijeras (un arma puede con otra, pero es vulnerable a otro tipo), tiene fases de sidescroller, muchas plataformas… Y una historia bastante desconcertante, la verdad.

El trofeíto en cuestión te exige conseguir el Rango G, el máximo a conseguir, en Difícil, que ni siquiera es la dificultad más alta. «Pero ya he conseguido el Platino de Metal Gear Rising, esto no será ni la mitad», pensará más de uno. Nada más lejos de la verdad.

Recuerdo secciones en las que estuve bloqueado durante varias horas y hablo de secciones de unos diez minutos como máximo en el caso de que las hagas bien. El juego no es nada permisivo con los errores, además de obligarte a robarles las armas a prácticamente todos los enemigos de cada nivel, ya que de lo contrario es muy complicado que alcances la puntuación requerida para el Rango G.

¿Quiéres un desafío rompemandos? Consigue el juego. Te arrepentirás.

Los que me conocen un poco saben de mi experiencia con éste juego. Del efecto que puede tener un trofeo, aunque sepas lo que te espera y de lo conseguido esta vez por Cavia. Advierto: más spoilers.

Cuando terminas por primera vez Nier, te queda la sensación de que se trata de una tragedia, tanto dolor, todo el mal causado y al final no ha servido de nada. Hace poco que has descubierto que las Shades, ese terrible enemigo, no es otra cosa que el alma de seres humanos que se sometieron a un experimento para sobrevivir al WCS (White Chlorination Syndrome), una enfermedad letal generada en el final secreto de Drakengard.

Terminas el juego y crees que nada puede ir peor, ya que te has cargado a la Shade (o Gestalt, en términos del proyecto que provocó su aparición) que mantiene a todas las demás «bajo control». Esto va a provocar que todas las almas se vuelvan hostiles y, por consiguiente, la humanidad no podrá sobrevivir durante mucho más.

No, nada puede ir peor. Pero vas a por Lingering Memories, el segundo trofeo por terminar el juego, el Final B. Descubres una verdad aún más cruel y es que te has llevado por delante a una criatura que sólo buscaba recuperar el cariño de quien cuidó de ella cuando sólo era un cachorro. Que has segado el alma de un niño que perdió a su madre en unas minas, de las que no quería salir, aterrado por el mundo exterior. Te sientes aún peor, pero falta lo mejor.

Vas a por Thank you y Something Very Special y ves hasta qué punto la narrativa de Nier busca remover algo en tu interior. Después de toda una búsqueda de las armas (un clásico en éste universo), se te plantean dos opciones que te llevan a dos finales diferentes y por tanto a dos trofeos diferentes.

El problema está en la decisión. Ya, sólo es un juego, pero son dos decisiones con bastante historia detrás. Puedes salvarte, no tu personaje, sino tú y tu partida (el juego rompe la cuarta pared para interactuar directamente contigo como jugador), a cambio de terminar con la vida de Kainé, tu compañera durante gran parte del juego. Oh, sí, puedes cargar una partida anterior y tomar la otra decisión.

¿Que cuál es la otra decisión? Sacrificarte tú, tu personaje, tu partida, tus horas de juego, todo, incluso los recuerdos que Kainé y tu propia hija tienen de ti, a cambio de que ellas vivan un poco más. Es complicado imaginarse la reacción de los primeros que tuvieran que tomar esta decisión y no tuvieran un respaldo de su partida, si tomaron esta decisión antes del Final C y vieran cómo todo se perdía irremediablemente, poco a poco y tener que repetirlo todo para poder verlo. El juego te va mostrando las distintas pantallas de objetos, nivel, etc, mientras las borra. Un final capaz de hacer que te plantees hasta qué punto has desperdiciado horas de juego.

Me dejo mucho en el tintero, pero esto se ha alargado muchísimo más de lo que esperaba. No me olvido de Convertirse en Dios del Trueno (no se cómo se llamará ahora, Metal Gear Rising es el único juego que conozco al que han cambiado el nombre de sus trofeos), Pt de Prototype, Leyenda del Kleidos de Castlevania: Lords of Shadow 2…

Sí, me dejo mucho por comentar de una generación que nos ha llevado a muchos por el camino de los trofeos. Igual un día encontramos la manera de dejar ese camino, pero por el momento, caminamos bastante a gusto todos juntos.