Jo tío, eres todo un valiente.
Pues verás, todo ocurrió una noche de invierno, en una fría casa rural del este de Asturias, cuando yo, tranquilamente me disponía ha encender un fuego en la chimenea, ya sabe usted, típico de una noche romántica... Cuando terminé de intentar encender el fuego dejé el soplete en el suelo, me dispuse a sacar las cerillas y encender ese mojado tronco que no encendía ni queriendo. Ni corto ni perezoso fui el botiquín de primeros auxilios y encontré Alcohol 96º para las heridas, no se me ocurrió mejor cosa que empapar todo aquel desaguisado de maderas mojadas con alcohol, por si hacía algo, que como verá usted, yo no soy ningún Bear Grylls... Lo encendí, y una explosión de fuego casi me quema la cara, me salvé por el acto reflejo de tirarme para atrás... ¿Pero cuál fue mi sorpresa? El fuelle estaba en el suelo, y se había introducido por mi ano.
Esta es la trepidante historia de como perdí mi virginidad.