Critica de Zombieland:
Por Carlos Marín
Venga zombies, venga muertos vivientes, venga infectados... todo el mundo, es una obviedad inmensa, está haciendo o quiere hacer películas de zombies. Funcionan entre el público, la gente los ama y, lo mejor de todo, pueden tocar casi todos los temas posibles. Ya sea el racismo, la pobreza, el consumismo o la política, los vueltos a la vida se atreven con cualquier tema social que se les ponga por delante. En otros muchos casos podríamos hablar de tonos cómicos, porque los pútridos también pueden hacer reír (queriéndolo o no, depende de la calidad del producto). ¿Y se puede hacer una de esas películas cómicas, de manera comercial, respetando al género y siendo, finalmente, divertida? La respuesta, después de ver Zombieland, es un grandísimo y rotundo sí.
Si hace unos años tuvimos nuestra ración de humor con muertos vivientes a lo british, gracias a esa joyita que es Shaun of the Dead (o Zombies Party, vosotros decidís), esta vez tenemos otra ración del pastel pero a lo americano. No, no es a la parrilla, sino a lo grande: acción, persecuciones, humor grueso, humor indie... todo tiene cabida en este proyecto hecho, por encima de todo, con tremenda sinceridad y honestidad con lo que se está contando.
A pesar de ser una película puramente comercial (y enfatizemos en que este término no es en absoluto algo malo), la película tiene sangre y gore suficientes como para no defraudar a nadie. Las mordeduras y las cabezas reventadas se mezclan en las divertidísimas maneras de aniquilar un zombie. ¿Alguien se acuerda de aquel estupendo juego llamado Dead Rising donde imaginábamos maneras de destrozar muertos vivientes con todo lo que teníamos por el camino? Pues digamos que ese espíritu es el que el personaje de Woody Harrelson (Tallahassee, ya que ninguno de los personajes utiliza su verdadero nombre) apadrina con fé. Es bueno matando zombies y le gusta, ¿por qué no disfrutarlo? Nosotros lo hacemos en las butacas, desde luego.
Sin una gran profundidad en su trama (pero sí una tridimensionalidad de los personajes protagonistas digna de admiración), el ritmo avanza a una velocidad envidiable, a base de acción, humor y running-gags (geniales las reglas para sobrevivir del protagonista). Los divertidísimos flashbacks, la voz en off y los divertidos diálogos ayudan a la acción para demostrar que los chistes, si están bien contados, pueden arrancar carcajadas salga la sangre que salga.
Si hay alguna pega que se le puede achacar es su falta de ambición en el guión. No es nada malo, en absoluto; Columbus es un protagonista descacharante (Jesse Eisenberg hace un gran trabajo) y no hace falta que nos paremos cada dos por tres a recordar lo solos que estamos en Zombieland, lo difícil que es pensar que el mundo ha entrado en una fase avanzada de Apocalipsis. Ya hay otras películas que se toman suficientemente en serio para tratar estos temas; aquí solo hay diversión y ganas de pasarlo bien.
Ruben Fleischer se proyecta en su primera película como un realizador con ritmo y pasión por su trabajo, por mimo hacia el espectador. Su dirección es impecable, tan moderna como sobria y consciente, sobretodo, que los protagonistas deben ser las carismáticas ruedas que cuentan la historia. Podría tener un futuro prometedor tanto en el terror (donde en algún momento nos pega algún susto, siempre con la sonrisa en la boca) como en la comedia (atentos a la mejor escena del film, en esa mansión con las letras B. M., impagable).
Posiblemente una de las comedias más divertidas del año, Zombieland se postula como el (posible) inicio de una franquicia y una manera de ver el subgénero con tanto, tanto cariño que es capaz de transformar un producto de serie B en otro de masas, multisalas y palomitas. ¿Ya os habéis aprendido las reglas? Preparaos, porque el fin de los días ha llegado y creerme, no podría ser más divertido.
Lo mejor: Que es tan consciente de su simpleza que se esfuerza en ser espectacularmente divertida. Y efectivamente lo consigue.
Lo peor: Que se le acuse de ser algo comercial como algo malo.