¿... De cuántas, de cuántas noches como estas ha estado lleno el fútbol mexicano? La de hoy huele igual para todos nosotros: tan seductora, tan intrigante, tan tentadora y tan romántica que habrá que entregarse a sus brazos, dejarse llevar por la imaginación y por los sueños, abrazarla, sentirla, gozarla y luego entender muchas cosas.
He hablado y he escuchado a un gran número de aficionados mexicanos en las últimas horas. Parece un pecado referirse con precaución, parece una omisión y una falta de respeto decirles que el juego es complicado, que enfrente esta una selección de estrellas consagradas y que la historia les respalda en números y en momentos. Ellos quieren otra cosa de mí. Quieren que diga que vamos a ganar, que vamos a ganar por sobre todas las cosas, que debemos quitarnos los complejos, que debemos pensar que somos los mejores, que debemos olvidarnos de la historia, que tenemos dos piernas, dos manos y una cabeza como ellos, que lo único que nos puede detener somos nosotros mismos, que haremos historia, que pararemos el tiempo, que transformaremos nuestro sentidos y que "el día del juicio final" llegará para nuestro fútbol.
Yo también he soñado una y otra vez la noche del domingo 27 de junio. Yo también tengo corazón, también siento, sufro, lloro, me avergüenzo y disfruto como usted. Yo sé que 150 millones de corazón palpitaran juntos y que esos 150 millones tendrán el mismo sueño y que esos 150 millones han visto, cuando cierran los ojos, al "Chicharito" romper contra el viento, correr con vehemencia, abrir los brazos al horizonte y gritar un gol con el corazón. Hoy, esa escena sólo existe en nuestra imaginación. Pero, duerma tranquilo que yo... yo también he tenido ese sueño...