La Materia Oscura: El Joker

Cuando le oigas carcajearse es mejor que corras, que corras más rápido

Hay villanos en el universo de los comics que se han hecho un hueco en nuestras mentes para aterrorizarnos periódicamente con cada una de sus nuevas apariciones para atormentar al héroe de turno. Lo que Lex Luthor es a Superman, el Duende Verde a Spiderman, Black Adam a Shazaam o el Doctor Muerte a los 4 Fantásticos, lo es el Joker a Batman. Su villano fetiche, aquel que imaginamos cuando queremos verle enfrentado a su mayor amenaza, aquel que con cada nueva vuelta de tuerca marca un hito en la vida de nuestro héroe, le hace una nueva cicatriz que arrastrará durante mucho tiempo y que incluso puede llegar a formar parte del personaje para siempre.

El Joker tuvo su primera aparición como tal en el número uno de la colección Batman, allá por la lejana primavera de 1940. Batman ya era un vigilante asentado pues sus andanzas se habían comenzado a narrar en la serie Detective Comics un año antes, nada más y nada menos que con una historia publicada en el número 27. Su verdadero nombre se desconoce aunque la acepción más aceptada, por las veces que se ha revisitado su pasado, es que se llama Jack; y aunque su apellido no siempre ha coincidido el más popular de los que alguna vez han salido a la palestra es Napier (y así apareció en la película de Tim Burton interpretado por Jack Nicholson). Pero qué podemos esperar de un maestro del engaño que dudar de cualquier cosa que cuente acerca de su origen.

El Joker no es ni más ni menos que un psicópata asesino que por sí solo podría justificar la creación del Asilo Arkham para criminales mentalmente perturbados. Entre los hechos destacados en su carrera que le hacen merecedor de la celda más profunda y acolchada del manicomio, así como una camisa de fuerza con el doble de correas y cierres, están dos momentos clave en la vida de Batman que tuvieron lugar en apenas un año. Primero Joker dejó postrada en una silla de ruedas a Barbara Gordon (había sido Batgirl y es hija del comisario Gordon) durante los hechos mostrados en La Broma Asesina, una historia de Alan Moore dibujada por Brian Bolland publicada en 1988 y cuya lectura es casi obligada para todos los fans de Batman. Después contribuyó en el mayor fracaso de Batman al acabar con la vida de Jason Todd, el segundo Robin tras Dick Grayson, en la historia Una muerte en la familia, que se desarrolló entre los números 426 y 429 de Batman, llevada a cabo por Jim Starlin al guión y Jim Aparo a los lápices y terminada de publicar en enero de 1989. Bruce Wayne quería a Jason Todd como a un hijo y su muerte le hundió.

No parecía ser suficiente porque DC Comics sacó una novela gráfica que fue todo un éxito de ventas ese mismo año 1989. Batman Arkham Asylum era su título, curiosamente el mismo que el aclamado juego. Bebe de su inspiración aunque las diferencias son muy grandes. Batman es invitado a pasar veinticuatro horas en el Asilo Arkham para que el Joker y sus secuaces liberen a los miembros de la institución que mantienen retenidos. Grant Morrison y Dave McKean pusieron a prueba la cordura de Bruce Wayne y sembraron las semillas de lo que Paul Dini (otro guionista de Batman) utilizó para meternos de lleno en uno de los mejores juegos que hemos visto con un superhéroe como protagonista.

Batman: “Se acabó.”
Joker: “¿Acabó? ¿Por qué, mi
querido Caballero Oscuro? No ha hecho más que empezar.”

Demasiado fácil se rinde el Joker ante Batman antes de ser conducido al interior del Asilo Arkham o al menos esa es la sensación que le queda al hombre murciélago. Razón no le falta puesto que todo es un ardid de su mayor enemigo para colocarle en la situación que el villano desea. Dentro todo está organizado para dar la bienvenida al Joker y que comience a campar a sus anchas, ayudado por su autoproclamada novia Harley Quinn y aprovechando que un incendio en la prisión BlackGate ha poblado Arkham de alguno de sus más enfervorecidos seguidores. Si eso no basta para poner en apuros a nuestro detective favorito, Joker tiene a su disposición a muchos de los villanos que más problemas han dado al Caballero Oscuro, desde Bane a Killer Croc pasando por el Espantapájaros o Hiedra Venenosa.

Pero hay algo más, otro motivo por el que el villano de la piel blanquecina y el pelo verde quiere estar en Arkham, un arma que poder utilizar contra Batman por la que ha estado pagando un buen precio. El problema es que su creadora ha dejado de querer recibir los pagos y eso ha violentado al psicópata y le ha hecho perder solo un poco su perenne sonrisa. En su enfado ha arremetido contra la doctora Penny Young, miembro de la plantilla de trabajadores de Arkham y creadora de una droga evolucionada a partir de Veneno, aquella que dota de enorme fuerza a Bane. Titán es su denominación y su creación estaba destinada a ayudar a los enfermos del manicomio a soportar las terapias más duras. También sirve para dotar de extraordinaria fuerza a quien le es suministrada por lo que el Joker la quiere para crear un ejército de superhombres muy poderosos. Aunque Batman logra destruir la fórmula que la doctora guarda, no puede evitar su muerte tras enfrentarse a Victor Zsasz y sus poderes de electricidad. El Joker no tiene la fórmula pero se ha hecho con toda la droga Titán que ya se había fabricado.

El Joker no va a dudar en ponerle las cosas complicadas al hombre murciélago e inyecta una dosis de la droga a Hiedra Venenosa, que aumenta sus poderes de forma exponencial, llegando a destruir parte de las infraestructuras de Arkham. Batman consigue desarrollar un antídoto para Titán y poco después consigue derrotar a Hiedra, no sin antes haber sufrido la toxina del miedo del Espantapájaros o haber librado combate con Killer Croc en las alcantarillas. Ya solo queda el enfrentamiento final.

Cuando Batman se encuentra cara a cara con el Joker, éste le informa de que tiene en su poder a Jim Gordon, su mejor amigo, el hombre más honesto que haya pisado Gotham City, aquel que se embarcó en la difícil empresa de limpiar de corrupción el departamento de policía y asumir la responsabilidad de convertirse en su comisario jefe. El Joker dispara una dosis de Titán contra Gordon pero Batman se interpone en el camino del proyectil y recibe la dosis destinada a su amigo. El caballero oscuro se resiste a cambiar bajo los efectos de la droga, se niega a crecer y convertirse en un monstruo. Joker imbuido por la rabia se inyecta Titán y reta a Batman a un combate de monstruos en la azotea de Arkham, tratando siempre de llevar al límite a su adversario, tratando de competir sobre qué locura es más insana y forzando a que Bruce Wayne lleve su psique hasta donde nunca antes ha llegado a explorar, escapando de convertirse en carne propia de la institución mental.

Batman se inyecta a sí mismo el antídoto que ha fabricado mientras que el Joker utiliza toda la fuerza que ha obtenido de su más reciente posesión. Pero no solo el Joker se enfrenta a Batman, también secuaces del Joker potenciados por Titán van a intervenir en la lucha final. La perseverancia del hombre murciélago le harán imponerse a su rival y mayor enemigo cuando un golpe afortunado lo derribe y comiencen a desaparecer los efectos de la droga en su organismo y en el de todos aquellos que la tomaron.

Joker ha sido derrotado y queda maltrecho en su reclusión dentro de las paredes de Arkham, un centro de reclusión para criminales con problemas mentales que como Jim Gordon recuerda a veces parece tener una puerta giratoria e igual que se entra se sale. Joker está atado a un carretillo que recuerda al que portaba al mismísimo Hannibal Lecter en El silencio de los corderos pero no pierde su sonrisa, a pesar de haber perdido algunos dientes por su mirada se intuye que ya está pensando en la próxima vez que se encuentre con Batman, en como retorcer su realidad, como hacerle daño, como hacerle merecedor de un lugar en la celda de al lado a la suya, como llegar a traspasar la fina capa que le falta a Bruce Wayne para abrazar la locura en el circo de monstruos que habitualmente tiene que enfrentar. Solo nos queda confiar en que el hombre murciélago siga manteniendo la cordura y lo haga defendiendo el lado correcto de la ley, ese que solo él puede alcanzar.

Joker: “Preparado para el siguiente asalto?”
Batman: “Siempre.”
Joker: “¿Qué?”
Batman: “¡Nunca te dejaré ganar! Jamás.”