TenienteCoronelBaker
tenientecoronel
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- mayo 5, 2008
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Sábado por la noche. En Antena 3 se disponen a emitir uno de los nuevos capítulos de Los Simpsons, que no es nuevo, sino la reposición de un capítulo de la última temporada que tienen. Así es ver un capítulo de Los Simpsons.
21:40 horas. Los presentadores del informativo de la noche se despiden diciendo "a continuación, Los Simpsons". Y cuando dice "a continuación" se refieren a "cuando nos cansemos de poner anuncios, entonces".
21:54 horas. Tras catorce minutos de anuncios, comienza el parte meteorológico, a modo de sandwitch: primero el anuncio del patrocinador, luego el informe, y de nuevo el anuncio. A las 21:56 horas ha terminado. Es decir, que para dos putos minutos de informe, que normalmente lo ponen al final del informativo, nos han metido catorce de anuncios. Tras ésto, un aviso de "volvemos en 30 segundos", que viene a ser "ponemos un anuncio más, por si no tenías bastante, y ahora te ponemos lo que querías ver". Pero justamente ese anuncio no dura treinta segundos, sino un minuto. Encima, engañando.
21:57 horas. Parece que comienza la serie. Lo sabemos porque ahí está el anuncio del patrocinador. Durante la emisión, siguen apareciendo anuncios de la propia programación de la cadena. Y son tan oportunos que, para una escena en la que salen los rótulos traduciendo lo que se ve en la imagen, el anuncio está por encima y no se ve una m*erda.
22:09 horas. Tras sólo doce minutos de emisión te ponen un intermedio. En él te ponen anuncios de todo tipo: coches, supermercados, refrescos, ofertas de telefonía... Y es que te los ponen todos, oye. En el mismo intermedio tienes todas las opciones del mercado. Como tengas que decidir, vas listo.
22.24 horas. Quince minutos de anuncios. A uno ya se le ha olvidado qué coño estaba viendo. Desesperante. Ya parece que Los Simpsons vuelven del intermedio, porque de nuevo está ahí el anuncio del patrocinador. Pero no, tras el anuncio meten otro de lo que emitirá la cadena próximamente. Es para agarrar a alguien y darle puñetazos hasta que se le pongan los dientes en el c*lo.
Y seis minutos después, durante los cuales nos han colado otro anuncio de programación, a las 22:32 horas, termina el capítulo de Los Simpsons. De nuevo el anuncio del patrocinador, pero no termino de verlo porque ya he apagado la tele. Seguramente después haya otro reguero de anuncios antes de poner la m*erda de película que pondrán, seguramente.
Así podemos comprobar que un capítulo de Los Simpsons dura veinte minutos, durante los cuales nos han metido quince y nos han tenido esperando otros quince, si no contamos el informe meteorológico. En total, treinta minutos de anuncios para veinte de programación que, a razón de un anuncio por cada treinta segundos, son sesenta anuncios.
Ésto es absolutamente despreciable. Una enorme falta de respeto hacia el telespectador. Con ésto sólo se demuestra que a ésta cadena (aunque no es la única) le importa una m*erda el entretenimiento y que sólo le interesa el dinero que recibe con la publicidad.
Lo grande de verdad es cuando llega la cabecera de Los Simpsoms, ahí entra nuestro instinto natural de intentar adivinar el episodio antes que nadie, empezamos por ver si la cabecera tiene variaciones (ya se sabe, si Bart arranca la parada de autobús o si simplemente pasa por delante y hace rebotar el trozo de plutonio - en el caso de que pase lo primero, sabemos que el episodio es de las primeras temporadas- ) .
Todo esto son especulaciones hasta que llega el momento cumbre en el que se sientan delante del sillón (donde Homer siempre pierde, poco originales...) ahí se acaban las bromas y se empieza a mascar la intuición de qué episodio puede ser. Tras eso, unos 30 segundos después ya sabemos de que episoio se trata y si somos rápidos podemos ser los primeros del salón en decirlo.
Entonces se produce algo maravilloso, algo que sucede en todos lugares donde dos o más personas están viendo la tele:
- Personaje 1 : "Quítalo, esta hiper repetido"
- Personaje 2, el conformista: "No hay otra cosa"
Así que ahí nos quedamos todos viendo como Bart salva el limonero una vez más con la ayuda de la carabana de Flanders.
Apagad la televisión. O mejor, desintonizadla. Usadla tan sólo para ver películas o jugar con la videoconsola. Porque la televisión, en España, da verdadero asco.
21:40 horas. Los presentadores del informativo de la noche se despiden diciendo "a continuación, Los Simpsons". Y cuando dice "a continuación" se refieren a "cuando nos cansemos de poner anuncios, entonces".
21:54 horas. Tras catorce minutos de anuncios, comienza el parte meteorológico, a modo de sandwitch: primero el anuncio del patrocinador, luego el informe, y de nuevo el anuncio. A las 21:56 horas ha terminado. Es decir, que para dos putos minutos de informe, que normalmente lo ponen al final del informativo, nos han metido catorce de anuncios. Tras ésto, un aviso de "volvemos en 30 segundos", que viene a ser "ponemos un anuncio más, por si no tenías bastante, y ahora te ponemos lo que querías ver". Pero justamente ese anuncio no dura treinta segundos, sino un minuto. Encima, engañando.
21:57 horas. Parece que comienza la serie. Lo sabemos porque ahí está el anuncio del patrocinador. Durante la emisión, siguen apareciendo anuncios de la propia programación de la cadena. Y son tan oportunos que, para una escena en la que salen los rótulos traduciendo lo que se ve en la imagen, el anuncio está por encima y no se ve una m*erda.
22:09 horas. Tras sólo doce minutos de emisión te ponen un intermedio. En él te ponen anuncios de todo tipo: coches, supermercados, refrescos, ofertas de telefonía... Y es que te los ponen todos, oye. En el mismo intermedio tienes todas las opciones del mercado. Como tengas que decidir, vas listo.
22.24 horas. Quince minutos de anuncios. A uno ya se le ha olvidado qué coño estaba viendo. Desesperante. Ya parece que Los Simpsons vuelven del intermedio, porque de nuevo está ahí el anuncio del patrocinador. Pero no, tras el anuncio meten otro de lo que emitirá la cadena próximamente. Es para agarrar a alguien y darle puñetazos hasta que se le pongan los dientes en el c*lo.
Y seis minutos después, durante los cuales nos han colado otro anuncio de programación, a las 22:32 horas, termina el capítulo de Los Simpsons. De nuevo el anuncio del patrocinador, pero no termino de verlo porque ya he apagado la tele. Seguramente después haya otro reguero de anuncios antes de poner la m*erda de película que pondrán, seguramente.
Así podemos comprobar que un capítulo de Los Simpsons dura veinte minutos, durante los cuales nos han metido quince y nos han tenido esperando otros quince, si no contamos el informe meteorológico. En total, treinta minutos de anuncios para veinte de programación que, a razón de un anuncio por cada treinta segundos, son sesenta anuncios.
Ésto es absolutamente despreciable. Una enorme falta de respeto hacia el telespectador. Con ésto sólo se demuestra que a ésta cadena (aunque no es la única) le importa una m*erda el entretenimiento y que sólo le interesa el dinero que recibe con la publicidad.
Lo grande de verdad es cuando llega la cabecera de Los Simpsoms, ahí entra nuestro instinto natural de intentar adivinar el episodio antes que nadie, empezamos por ver si la cabecera tiene variaciones (ya se sabe, si Bart arranca la parada de autobús o si simplemente pasa por delante y hace rebotar el trozo de plutonio - en el caso de que pase lo primero, sabemos que el episodio es de las primeras temporadas- ) .
Todo esto son especulaciones hasta que llega el momento cumbre en el que se sientan delante del sillón (donde Homer siempre pierde, poco originales...) ahí se acaban las bromas y se empieza a mascar la intuición de qué episodio puede ser. Tras eso, unos 30 segundos después ya sabemos de que episoio se trata y si somos rápidos podemos ser los primeros del salón en decirlo.
Entonces se produce algo maravilloso, algo que sucede en todos lugares donde dos o más personas están viendo la tele:
- Personaje 1 : "Quítalo, esta hiper repetido"
- Personaje 2, el conformista: "No hay otra cosa"
Así que ahí nos quedamos todos viendo como Bart salva el limonero una vez más con la ayuda de la carabana de Flanders.
Apagad la televisión. O mejor, desintonizadla. Usadla tan sólo para ver películas o jugar con la videoconsola. Porque la televisión, en España, da verdadero asco.