El ocaso del imperio
Su amado pueblo quedó abandonado, olvidado.
Otros trofeos
Los fieles Chal y Tlaloc
Chal y Tlaloc amaban la lluvia, el sol y el cielo, y más aún se amaban entre sí.
La fruta azul
Al fin, el esfuerzo de la fundadora dio como recompensa la fruta, en la que halló una gran esperanza.
La transformación de la mente
Con el tiempo, su mente se volvió poderosa, pero sus pensamientos se tornaron oscuros y siniestros.
El cambio de gobernante
El guardián del tiempo, aquel en quien más confiaban, fue convocado para ocupar su lugar.
La discordia se extiende
De entre todos los discípulos, uno sentía que su consejo no era tenido en cuenta.
La eternidad se extiende
Así, aquél decidió dar a los discípulos la fruta del árbol de la fundadora.
El pecado de Michlan
Chal quedó perpleja ante las acciones de Michlan y rogó a Tlaloc que interviniera.
La amargura de Tlaloc
Pero la mente de Tlaloc se volvió oscura, y las ofrendas de la gente ya no le complacían.
La ira de Tlaloc
Durante incontables y oscuros años, utilizó su fuerza para que todo el mundo supiera de su ira.
El diluvio de Chal
Al final, Chal invocó al cielo para que acabara con el ciclo de las frutas azules.
El fin de Chal
Y así fue como el mundo pereció. Tan solo unos pocos elegidos quedaron para restaurarlo.