La generación del refrito

¿Hasta qué punto hace falta volver al pasado de la industria?

Una de las grandes críticas que existe en la actual generación de consolas (y da igual que te quedes en PS4 o en Xbox One) es que estamos en la “generación del refrito”. El pasado invade las nuevas máquinas y la mayoría de veces con resultados poco satisfactorios. La gente no se ha comprado un aparato de 400€ para jugar a los juegos de PS2 y PS3, aunque según lo que se haga, el producto resultante sí que puede resultar interesante.

Habría que empezar diferenciando los tres términos que se usan dentro de este círculo de lo que podríamos llamar reciclaje de ideas. Reboot, remasterización y remake.

El reboot es algo que no es nuevo, es bastante habitual. Supone reiniciar una franquicia, de forma que se pueda usar el universo, personajes o historias en un juego como si todo empezase de cero, pero contarlos de otra forma, muchas veces alterando el argumento pero manteniendo su base. A lo largo de la historia de los videojuegos se han hecho montones de reboots, algunos con más éxito que otros.

Algunos reboots son especialmente infames, como fueron Space Raiders (del Space Invaders original), Bomberman en forma de terrorista en un futuro distópico o el aún reciente Alone in the Dark, que se parecía más a la terrible película del igualmente terrorífico Uwe Boll que a la franquicia original. Ha habido casos en los que la crítica ha estado muy dividida, como en el caso de Castlevania: Lords of Shadow.

Sin embargo hay veces que un reboot está bien hecho y la crítica es unánime. El mejor ejemplo que hay ahora mismo en el mercado es Tomb Raider. El Ángel de la Oscuridad pretendió cambiar tanto las mecánicas de juego que los fans no quedaron exactamente satisfechos, lo que unido a la quiebra de Core Design, forzó a Crystal Dinamics, la nueva desarrolladora de la franquicia, a empezar de nuevo. Con Legend, Anniversary y Underworld (aunque Anniversary tiene más de remake que de reboot), Tomb Raider volvió a nacer de muy buenas maneras.

Sin embargo la cosa no ha terminado ahí, ya que es imposible no recordar el siguiente reinicio que se ha hecho de la saga en PS3 y Xbox 360. Posiblemente se trate del mejor reboot que nunca se haya hecho en una franquicia, introduciendo mecánicas nuevas (que ya se asomaron tímidamente precisamente en El Ángel de la Oscuridad) y, manteniendo únicamente a Lara como elemento central, crear una nueva historia que mantiene las bases de la serie, dotándola de mayor realismo y mostrando cómo se forja una leyenda.

Remasterización o simplemente remaster es quizás una de las palabras más odiadas por los jugadores, en la amplia mayoría de casos. Supone, como sin duda sabréis, coger un juego de generaciones anteriores (por lo general, de la inmediatamente anterior a la plataforma que recibe la remasterización) y actualizarlo a nivel de gráficos y sonido. En algunas ocasiones esto sirve también para añadir contenidos que no se incluyeron en las ediciones originales en ciertas regiones, como ha sido el caso de Last Mission en Final Fantasy X-2 HD.

Hay casos en los que estas remasterizaciones se han recibido bien, como en el caso de las de Kingdom Hearts, que también incluían contenidos no disponibles fuera de las ediciones japonesas, o Devil May Cry HD, que ofrecía la trilogía original para aquellos que no hubieran podido disfrutarla en su momento.

“Que no hubieran podido disfrutarla en su momento”. Esta es la explicación que se da siempre para justificar los innumerables remaster que se han hecho de montones de juegos. Tenemos incluso remasterizaciones de remasterizaciones, algo que para muchos es ya más de lo que puede ser aceptable. Hay que recordar que realmente esto es cierto aunque sólo sea a medias. Es posible que haya gente que no haya podido jugar a Final Fantasy X en PS2 o a The Last of Us en PS3, pero hay que reconocer que quizás haya una sobresaturación de estos productos.

Finalmente, el remake. Es posiblemente la mejor considerada por los jugadores, aunque es la más rara de ver. Guarda ciertas similitudes con el reboot, pero se diferencia en que el reboot por lo general cuenta una historia diferente, mientras que el remake es una puesta a punto de un juego manteniendo sus personajes e historia, aunque añada algunas diferencias para actualizarlo al mercado actual.

El mayor exponente del remake dentro de los videojuegos es sin duda el que se hizo en su momento en Gamecube de Resident Evil, que las consolas de actual y ya pasada generación recibieron este año en la forma de una buena remasterización. Resident Evil Remake supo mantener las bases de la historia, añadir nuevas mecánicas de juego así como zonas y algún personaje como Lisa Trevor que pasó a formar parte del canon de la saga, para ofrecer un producto muy, muy superior al original, que debería de ser siempre el objetivo principal.

Habiendo aclarado los tres términos para diferenciarlos de cara a aquellos que aún tengan sus dudas sobre ellos, es la hora de hacer la pregunta que muchos se hacen. ¿Realmente es necesario? La respuesta tiene que ser ambigua: depende.

Si pensamos en el mundo de los videojuegos como un ciclo, en determinados puntos del mismo puede ser comprensible ver unas cuantas remasterizaciones. Un ejemplo sería precisamente el de Resident Evil Remake. Al haber cambiado tanto la franquicia (ahora orientada casi por completo a la acción), los jugadores quieren vivir una experiencia clásica, pero adaptada a las mecánicas actuales. ¿Qué mejor que aprovechar un juego ya existente y ponerlo a punto? Hay que tener en cuenta que a fin de cuentas esto es un negocio, con lo que el objetivo es obtener beneficios. Por tanto, mientras la gente compre… es porque realmente es lo que quieren, nos guste o no.

Hay que decir que para muchos esto ha cruzado ya un punto insostenible, en el que cualquier juego de PS3 o Xbox 360 es candidato a recibir una remasterización en PS4 y One. No obstante, hay que tener en cuenta lo mismos que con la masificación de contenidos descargables: si se siguen comprando, son rentables. Mientras sean rentables, seguirán siendo un modelo de negocio válido.

Lo que realmente pide el mercado en la mayoría de franquicias son las otras dos posibilidades, reboots y remakes. Resident Evil 2 (y ya puestos, Resident Evil 3), por ejemplo. Muy, muy pocas personas, se han mostrado disgustadas al hacerse oficial el remake. Se trata de un clásico por el que aún no han pasado los años y una puesta a punto completa, con algunas mecánicas actualizadas y gráficos de nueva generación, seguramente le sentará bien.

Hacer un remake es un movimiento muy arriesgado, ya que supone coger un producto que los fans recuerdan y valoran, que se ubica en una época y un contexto y actualizarlo. Un ejemplo de esta problemática es Final Fantasy VII. Hay voces tanto a favor como en contra de que, con el anunciado remake, se vayan a introducir una serie de cambios. Se trata de una jugada que sólo puede salir muy bien o muy mal, pero para eso aún falta esperar.

En cuanto a reboots, hay sagas que están no sólo preparadas, sino necesitadas de ello. Prince of Persia, por ejemplo, aunque ahora el protagonista de los juegos de aventuras y parkour sea Assassin’s Creed, agradecería un reinicio que vuelva a ponerlo en el candelero.

Quizás realmente sea el momento de que la industria se olvide de las remasterizaciones y, si quiere aprovechar productos que ya ha creado, lo haga bien. A estas alturas está casi todo inventado, es un hecho. Aprovechar los universos ya existentes para darles una vuelta de tuerca, o hacer remakes de juegos de culto olvidados es algo que, seguramente, los fans valorarían mucho más que, simplemente, ponerle un “HD” al final del título a los de hace uno o dos años.