- Unido
- diciembre 3, 2007
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Siempre he dado con ser un perfeccionista y mantener mis cosas en absoluta limpieza y orden, casi maniaco. He esperado meses para comprar la PS3 y por fin la tengo. Apenas ayer la saque de su impecable caja, elegí los de bodega para mayor seguridad y pedí ser yo mismo quien rompa el sello de SONY para que la persona de la tienda no tocara el aparato, cables y control, al llegar a mi casa media hora después de la compra me puse unos guantes de imitación piel para desfundar la consola, salió de su caja y le quite sus protectores con todo el cuidado del mundo, y por fin salió, la consola negra de SONY, es verdad que su tamaño es el único inconveniente y parece un tostador o asador de carne. Pero me enamoré de su perfecto acabado piano en toda su carcasa, el mueble que le tenía reservado quedo un poco pequeño para el PS3, pero entro de maravilla dejando las rejillas de ventilación, decidí ponerlo vertical para lucir su logotipo; y comenzó el proceso de configuración, revisar los manuales etc. Como un ritual, me fui a lo lento pero seguro revisando cada aspecto técnico del aparato y su interface de usuario. El precio aquí en México es exagerado y aun así he querido ser de los primeros owners mexicanos. La triste historia es que apenas lo he probado una noche, va de maravilla y ha superado todas mis expectativas. Pero para lo que "sirven" los amigos, decidí esconderlo por la mañana en una mesa cubierto con una lamina de plástico para que no recogiera polvo ni lo descubrieran. Subí por mis cosas para el cole y que sorpresa, uno de mis "amigos" estaba revisando la mesa y lo descubrió. Sarcásticamente me dijo - ya tenemos playstation- esperaba que el descubrimiento fuera lo único, pero no fue así. Se atrevió a tocar la cubierta superior, sentí que me clavaban un cuchillo en el estomago y después, ¡Deslizando los dedos en movimientos circulares arrastro el poco polvo que tenía en círculos, luego tocó los botones arrastrando los dedos y revisó los puertos para memorias. Dejando huellas de grasa y rayones aderezados con polvo, en unos segundos que duro el ataque psicológico logró dejar mi joya en un estado similar al regalo de un niño pequeño. Al momento decidí echarlo de mi casa, sin decir más, pues estaba rentando una habitación. Jaja, y con esta historia comienzo a postear en este foro, gracias. Desde entonces no he limpiado la consola para evitar que se raye más y espero alguna sugerencia, gracias.