Querida PS3 (alias Nina):
Ya sólo llevo una hora sin tu compañía y mi soledad cada vez es más profunda. Quién nos iba a decir a nosotros, después de ocho meses de intensa y calurosa relación. -¿Recuerdas? Nos conocimos en aquel centro comercial. Tú tan elegante y vestida de cartón brillante subida a aquella estantería y yo, despeinado e impaciente por encontrar alguien de tu diseño para tener una larga e intensa relación de entretenimiento.-
Fue amor al primer parpadeo de lector. Cuando te miraba allí, tan quietecita en el mueble del televisor mi corazón latía con fuerza. El guiño alternativo de tus ojos –uno verde y otro azul- curioso detalle fisionómico como David Bowie-, me introducían en digitales paisajes de romance, acción, aventura y en miles de sitios paradisiacos más.
Qué hermoso era nuestro amor digital. Cuántas horas de aventura, búsquedas secretas y pasatiempos. Me encantaba mirarte, con tu elegante vestido negro con ribetes plateados. Y me hacía muchísima gracia ver tu ‘pin rojo de playstation’ en tu solapa, que siempre llevabas de lado, aunque yo me empeñaba en corregirlo girándolo en vertical.
Y lo que disfrutabas al ver nuevas demos en el ‘parque portal network’, insinuándote haciendo brillar la pantalla para que me las descargase todas.
Y las meriendas de primavera que tanto nos encantaban a ti y a mí: Una rodaja de blue-ray calentita y cuatro o cinco de continuada degustación en tu boquita de plateada sonrisa.
Que bonitas y agradables sensaciones. Y aquí me tienes ahora. Esperando desesperadamente noticias tuyas. Ya me dijiste al marchar que sería cuestión de unas semanas –o por lo menos eso pensabas- pero no puedo dejar de pensar en ti.
No sé qué te pudo pasar para que ese ojo azul brillante dejase de parpadear de repente. Y que esa boquita plateada tuya ya no quisiera más rodajas de blu-ray en las meriendas. ¡Igual estabas algo empachada! Bueno cariño mío, espero tener noticias tuyas con la más brevedad posible y te prometo que cuando vuelvas a casa estaremos siempre juntos y nada, ni nadie -ni siquiera ese médico tuyo de aparato digestivo -un tal Dr. SAT-, nos podrá separar!
Mientras tanto me quedaré aquí sentado, frente al televisor, mirando ese hueco que has dejado en mi vida. Cuídate y permíteme enviarte un beso virtual. Ya te daré más –reales- a tu regreso.
Fdo. El Usuario enamorado de su Pleitres.-
Ya sólo llevo una hora sin tu compañía y mi soledad cada vez es más profunda. Quién nos iba a decir a nosotros, después de ocho meses de intensa y calurosa relación. -¿Recuerdas? Nos conocimos en aquel centro comercial. Tú tan elegante y vestida de cartón brillante subida a aquella estantería y yo, despeinado e impaciente por encontrar alguien de tu diseño para tener una larga e intensa relación de entretenimiento.-
Fue amor al primer parpadeo de lector. Cuando te miraba allí, tan quietecita en el mueble del televisor mi corazón latía con fuerza. El guiño alternativo de tus ojos –uno verde y otro azul- curioso detalle fisionómico como David Bowie-, me introducían en digitales paisajes de romance, acción, aventura y en miles de sitios paradisiacos más.
Qué hermoso era nuestro amor digital. Cuántas horas de aventura, búsquedas secretas y pasatiempos. Me encantaba mirarte, con tu elegante vestido negro con ribetes plateados. Y me hacía muchísima gracia ver tu ‘pin rojo de playstation’ en tu solapa, que siempre llevabas de lado, aunque yo me empeñaba en corregirlo girándolo en vertical.
Y lo que disfrutabas al ver nuevas demos en el ‘parque portal network’, insinuándote haciendo brillar la pantalla para que me las descargase todas.
Y las meriendas de primavera que tanto nos encantaban a ti y a mí: Una rodaja de blue-ray calentita y cuatro o cinco de continuada degustación en tu boquita de plateada sonrisa.
Que bonitas y agradables sensaciones. Y aquí me tienes ahora. Esperando desesperadamente noticias tuyas. Ya me dijiste al marchar que sería cuestión de unas semanas –o por lo menos eso pensabas- pero no puedo dejar de pensar en ti.
No sé qué te pudo pasar para que ese ojo azul brillante dejase de parpadear de repente. Y que esa boquita plateada tuya ya no quisiera más rodajas de blu-ray en las meriendas. ¡Igual estabas algo empachada! Bueno cariño mío, espero tener noticias tuyas con la más brevedad posible y te prometo que cuando vuelvas a casa estaremos siempre juntos y nada, ni nadie -ni siquiera ese médico tuyo de aparato digestivo -un tal Dr. SAT-, nos podrá separar!
Mientras tanto me quedaré aquí sentado, frente al televisor, mirando ese hueco que has dejado en mi vida. Cuídate y permíteme enviarte un beso virtual. Ya te daré más –reales- a tu regreso.
Fdo. El Usuario enamorado de su Pleitres.-