La fundadora llegó en un barco, tras avistar tierra fértil.
Siguiendo sus órdenes, el pueblo se adueñó de la tierra.
Así fue como plantó las raíces de su mayor obra.
Cuatro sabios discípulos se reunieron en torno a sus enseñanzas.
Michlan amaba la vida y la muerte, y Xinu amaba el futuro y el pasado.
Chal y Tlaloc amaban la lluvia, el sol y el cielo, y más aún se amaban entre sí.
Al fin, el esfuerzo de la fundadora dio como recompensa la fruta, en la que halló una gran esperanza.
A través de su esencia azulada, podía otorgar la vida eterna.
Pero la auténtica verdad de esta bendición todavía estaba por revelarse.
Con el tiempo, su mente se volvió poderosa, pero sus pensamientos se tornaron oscuros y siniestros.
El guardián del tiempo, aquel en quien más confiaban, fue convocado para ocupar su lugar.
Xina gobernó lo mejor que pudo y el pueblo prosperó.
De entre todos los discípulos, uno sentía que su consejo no era tenido en cuenta.
Así, aquél decidió dar a los discípulos la fruta del árbol de la fundadora.
Solo en su trono, Xinu ahora se sentía abrumado por la desesperación.
Estaba preocupado por el futuro. ¿Cuál sería su destino
Fabricó una lente para observar cómo se deshilachaba el tejido del Tiempo.
A través de la lente, Xinu solo vio ruina y desesperanza.
Llevó esta visión a la fundadora y le rogó que regresara.
Ambos trabajaron codo con codo, tratando de cambiar el destino del pueblo.
La tierra quedó desatendida al dar comienzo esta gran empresa.
Su amado pueblo quedó abandonado, olvidado.
La visión que más aterrorizaba a Michlan se había cumplido.
Michlan, Chal y Tlaloc se movilizaron para destronar a Xinu.
La fundadora huyó durante el caos y nunca fue vista de nuevo.
Michlan, poseído por la rabia, abatió a Xinu, y así su vida eterna tocó a su fin.
Chal y Tlalocl clamaron, horrorizados, contra semejante brutalidad.
Chal quedó perpleja ante las acciones de Michlan y rogó a Tlaloc que interviniera.
Ambos hicieron que el pueblo apresara a Michlan y lo castigara por sus actos.
Así, Michlan se consumió en la oscuridad, y Chal y Tlaloc gobernaron
Mediante su poder, Chal y Tlaloc proporcionaron abundancia a las tierras.
Pero la mente de Tlaloc se volvió oscura, y las ofrendas de la gente ya no le complacían.
Durante incontables y oscuros años, utilizó su fuerza para que todo el mundo supiera de su ira.
Ninguna palabra surgida de labios de Chal podía terminar con su terrible reinado.
Al final, Chal invocó al cielo para que acabara con el ciclo de las frutas azules.
Y así fue como el mundo pereció. Tan solo unos pocos elegidos quedaron para restaurarlo.