Análisis – The Outer Worlds

Sergio Alarcón · 12 noviembre, 2019
Obsidian Entertainment busca revitalizar un género que se consideraba perdido con esta nueva propuesta cargada de nostalgia.
The Outer Worlds

Bethesda se coronó como rey de reyes en el género de los RPGs de mundo abierto con su saga Fallout, en concreto con la salida de su tercera entrega.

Siguiendo su premisa, pero aportando nuevas ideas, Obsidian Entertainment aportó su propia visión a esta fórmula con Fallout: New Vegas, el cual pese a sus numerosos fallos técnicos a su salida al mercado, consiguió hacerse un gran hueco en el corazón de su comunidad.

Tras un Fallout 4 que dejó un sabor agridulce y un Fallout 76 plagado de polémica, errores y malas decisiones de la mano de Bethesda, el equipo de Obsidian ha querido recuperar este género volviendo la vista al pasado para reutilizar los elementos que tanto enamoraron a la comunidad en su día.

¿Ha conseguido The Outer Worlds renovar esta fórmula para ofrecer un título a la altura del género? ¡Dentro análisis!

Congelados en el espacio

En esta aventura encarnamos a un colono recién descriogenizado por el Doctor Phineas Welles, al cual crearemos a nuestra imagen y semejanza.

Aquí es donde ya saboreamos las primeras pinceladas de lo que se nos viene encima, ya que a la vez que elegimos nuestro aspecto físico, decidimos nuestros talentos, estadísticas y habilidades, que en un principio condicionarán nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno.

Este misterioso y excéntrico doctor nos ha descongelado porque La Junta de Accionistas, una megacorporación que lo controla casi todo en este nuevo mundo y que nos ha mantenido 70 años congelados y a la deriva espacial sin un motivo aparente, y nuestro «salvador» planea utilizarnos en su contra.

Tras una breve cinemática, aterrizaremos en el primer planeta jugable para comenzar nuestra aventura. Y digo primer planeta porque, tras completas las cuatro o cinco horas de «tutorial» hasta reparar nuestra nave, podremos viajar a varios planetas diferentes, ampliando gratamente nuestros horizontes jugables.

Y es en estas primeras horas donde Obsidian Entertainment se asegura de mostrar sus cartas, dejando claro que el espíritu de Fallout: New Vegas está más vivo que nunca y que la fórmula que una vez crearon sigue funcionando.

En este primer planeta nos pondremos al día en cuanto a la realidad que nos rodea: La Junta de Accionistas gobierna el mundo con un sistema basado en el capitalismo más extremo, en el que sus trabajadores no son más que meras máquinas de producción hasta tal punto en el que sus vidas (y sus muertes) son simples números.

Frente a esto encontraremos personajes que se oponen a este sistema, mercenarios que se venden al mejor postor o dementes que tan solo buscan que el mundo arda.

Con esto, el título busca convertirse en una crítica feroz a la situación socio-política más pura que nos rodea día a día, exagerando e imponiendo diversas posiciones políticas buscando la polémica y el humor que caracteriza a este tipo de títulos, con el que se ridiculiza a la vez que se expone la más cruda realidad.

Con esta premisa, no tardaremos en tener que «mojarnos» a favor o en contra de las diferentes facciones que se nos presentan a la vez que exploramos los distintos escenarios disponibles y dialogamos con sus habitantes, obteniendo diferentes misiones secundarias o distintos finales del juego en dependencia de nuestras decisiones.

Respecto al mapeado, por un lado hay que alabar la diversidad de escenarios jugables que los distintos planetas del sistema nos ofrecen, ya que pisaremos desde oscuras y silenciosas lunas hasta extensas selvas llenas de flora y fauna desconocidas, de manera que visitar un nuevo planeta significa descubrir algo totalmente distinto a lo visto anteriormente.

Por otro lado, estos mapeados se dividen en «campo abierto» y «localizaciones concretas», habiendo una pantalla de carga de transición entre las mismas, siendo esta excesivamente larga y tediosa, cosa que llega a lastrar ligeramente la experiencia de juego.

Algunos planetas son más grandes que otros y a veces da la sensación de que Obsidian Entertainment podría haber sido más ambicioso a la hora de rellenar algunos de estos escenarios, tanto en diversidad de localizaciones y enemigos como en elementos interactivos, cosa que puede defenderse si se considera que algunos de estos planetas apenas han estado poblados o son directamente inhóspitos y salvajes en su gran mayoría, lo que provoca que, aunque en un principio parezca que estamos ante un juego realmente inmenso, pronto nos damos cuenta de que todo está más «vacío» de lo que pensábamos.

Ser quien de verdad quieres ser

Posiblemente la verdadera magia de estos juegos sean las grandes posibilidades de personalización que nos ofrecen, de manera que una misma aventura puede ser vivida de manera diferente por los distintos jugadores y jugadoras de su comunidad.

Dejando a un lado el clásico editor de personaje, el grueso de esta personalización recae en los Tributos y las características que podemos escoger y reforzar al subir de nivel, ya que influyen directamente en el desarrollo tanto de la aventura como del combate.

Por ello, si decidimos aumentar nuestra habilidad a la hora de Dialogar, persuadir, intimidar o mentir a los distintos NPCs con los que interactuemos será más sencillo, lo que nos puede ahorrar desde unos cuantos bits (dinero espacial) hasta unas cuantas balas y un puñado de cadáveres indeseados.

Por otro lado, si invertimos en el Cuerpo a Cuerpo y Defensa, podemos convertirnos en un verdadero berserker con el que atosigar a nuestros enemigos a melé prescindiendo de los disparos, o bien ser los francotiradores más letales si invertimos en las características contrarias.

Los Talentos nos permitirán ganar habilidades pasivas, tales como recibir menos daño de un determinado elemento, poder cargar más peso u obtener mejores precios a la hora de comerciar.

Si cumplimos ciertas características, podremos elegir sufrir una Penalización a cambio de un punto de ventaja extra, de manera que podemos mejorar a nuestro personaje con más rapidez a cambio de perder algo en el proceso. Por poner un ejemplo: si sufrimos muchos daños por caída, se nos ofrecerá un punto de ventaja a cambio de perder velocidad de movimiento por haber «dañado nuestras piernas».

Como podéis observar, el gameplay es increíblemente variado, como viene a ser habitual en el género, de manera que podamos decidir en todo momento cómo queremos ser de cara al mundo que nos rodea y haciendo que esta decisión influya directamente en el devenir de la aventura.

Con R1 activaremos una suerte de distorsión temporal (con cierta similitud con el V.A.T.S de Fallout), relantizando el tiempo para apuntar con más facilidad y realizando daños especiales a los enemigos, tales como cegueras, lisiar sus extremidades o derribarlos de un solo disparo, lo que puede salvarnos en más de una ocasión permitiéndonos reposicionarnos o dejar KO al enemigo más peligroso.

La otra gran mecánica que utiliza The Outer Worlds para reforzar esta interacción con el entorno de la que presume es la de los compañeros.

Conforme avanzamos en nuestra aventura conoceremos a NPCs que en un momento determinado podrán unirse a nuestra tripulación si así lo deseamos, de manera que pasarán a ser nuestros compañeros, por lo que a partir de este momento podremos equiparlos y elegir qué Talentos nos convienen más para apoyarnos en nuestro objetivo.

Lejos de ser meras marionetas pasivas que tan solo disparan cuando estamos en peligro, nuestros compañeros están en constante interacción con nosotros, pidiéndonos dialogar cada cierto tiempo para expresarnos sus opiniones y pensamientos e incluso recibiendo nuevas misiones secundarias si interactuamos con diversos personajes estando un compañero concreto en nuestro equipo en ese momento.

De esta manera, estos personajes ganan mucho carisma y personalidad, por lo que cogerles cariño es muy sencillo, y los infinitos diálogos y conversaciones que nos ofrecen son capaces de sacarnos más de una carcajada.

Los compañeros nos ofrecerán una conversación casi constante.

El sistema de armas y armaduras es similar a lo visto en otros juegos del género, conformado por distintos tipos de munición, con la que deberemos jugar para maximizar el daño que realizamos a los enemigos, ya que algunos serán más resistentes o vulnerables a según qué tipos de armas.

En los Bancos de trabajo podemos reparar las armas y armaduras dañadas en combate, mejorar sus daños o instalar Modificaciones con las que cambiar o aumentar sus atributos, aumentando su precisión o incluso cambiando el tipo de munición que necesitan.

Así pues, The Outer Worlds nos ofrece una gran cantidad de opciones para afrontar la odisea espacial que nos presenta, dejando a nuestra elección cuándo y cómo gestionar los diferentes objetivos a realizar.

Aunque nos alegramos de que el ya nombrado «espíritu de Fallout: New Vegas» siga siendo igual de bueno hoy en día que antaño a la hora de crear un título de estas características, quizás se eche en falta algo más de novedad en cuanto a la exploración o las mecánicas se refiere, ya que al utilizar una fórmula que funciona no se ha arriesgado apenas en este aspecto.

Un espacio exterior anticuado

Quizás el punto más flojo de esta odisea espacial sea su apartado gráfico, el cual se queda atrás respecto a otros títulos de la generación.

El diseño y el texturizado de los personajes es algo pobre y apenas muestran expresividad a la hora de dialogar, por muy crucial que sea el tema a tratar, ya que las animaciones son bastante escasas.

La variedad de enemigos que nos encontramos también se queda algo corta y se tiende a reciclar demasiado el diseño de los mismos, aunque la variedad en el mapeado de los distintos planetas palia algo este efecto, consiguiendo en ocasiones paisajes y horizontes muy logrados.

La paleta de colores ofrece paisajes muy variopintos.

Algo verdaderamente importante son las largas pantallas de carga que tenemos que sufrir cada vez que realicemos una transición entre zonas (cosa que ocurre muy a menudo), ya que fácilmente pueden llegar a durar 30 segundos o más en según qué ocasiones, lo que llega a lastrar la experiencia.

Excepto con alguna carga lenta de texturas inicial al entrar o salir de alguna zona, el juego funciona bastante fluido, y las físicas de las armas están logradas, de manera que notemos el impacto de las balas en los enemigos.

Respecto a la banda sonora, se han escogido temas musicales muy variados que acompañan a la perfección a la aventura, tanto a nivel de música de fondo como en el momento de destacar los momentos más importantes, sin llegar a destacar sobremanera.

En definitiva, The Outer Worlds ha buscado afianzar la fórmula que una vez funcionó en el pasado, adaptándola a esta generación con una nueva aventura y, sinceramente, ha funcionado a la perfección.

 

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