Análisis Dragon’s Dogma

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El temible Dragón ha vuelto para sembrar miedo y destrucción en el reino, nuestro deber como Arisen será acabar con él, con la ayuda de los peones.
Por Jose Pedro Jaluff Diaz 30 mayo, 2012

Últimamente en occidente hemos podido apreciar una clara evolución en el género de rol, que ha acogido en su seno diversos elementos de pertenecientes a otros géneros como el de acción o el de aventura. Esto ha dado lugar intensos juegos de rol y acción, la gran mayoría con un mundo abierto, que otorgan al jugador enormes libertades a la hora de actuar, haciendo las delicias de los mismos.

En PlayStation 3 hemos tenido la suerte de contar con obras tan geniales como los recientes The Elder Scrolls V: Skyrim de Bethesda, juego que se ha colocado en la cima por méritos propios coronándose como el rey del género, o Kingdoms of Amalur: Reckoning de Big Huge Games y 38 Studios, título no tan brillante pero que no ha decepcionado a los amantes del género.

Capcom ha bebido de estas fuentes de occidente para embarcarse en el desarrollo de Dragon’s Dogma, uno de los proyectos de mayor magnitud de la compañía, al cual le han dedicado más tres años de esfuerzo y trabajo y en cuya creación han participado un equipo de más de 100 personas dentro de la propia Capcom, y más de 200 personas fuera de ella.

A pesar de la notable influencia de occidente en Dragon’s Dogma, este guarda en el fondo la esencia del juego de rol japonés, la cual descubriremos conforme vayamos avanzando en la historia. Dragon’s Dogma nos invita a disfrutar de una intensa aventura, con un gigantesco mundo abierto plagado de enemigos y secretos que espera ser explorado a fondo, y unos entretenidos combates, que llegarán a ser todo un reto en algunas ocasiones.

Argumento

Antes de empezar a hablar de la historia que viviremos en Dragon’s Dogma hay que aclarar un poco el contexto argumental. El universo que nos presenta el juego se ve acosado por una amenaza cíclica, algo similar a lo que vimos con Sinh en Final Fantasy X, un malvado y poderoso dragón que asola las tierras, y el despertar de este supone el nacimiento de un nuevo héroe conocido como el Arisen, quien es el elegido para acabar con el dragón.

Empezaremos Dragon’s Dogma jugando el prólogo, que seguramente ya habréis probado todos en la demo, donde encarnamos al Arisen que nos precede. El prólogo nos sitúa al final de la aventura de dicho Arisen y, además de servirnos como un pequeño tutorial para aprender los principios básicos del combate, nos ayudará a comprender el enorme poder que tiene la vil bestia cuya vida nos disponemos a apagar y porque es tan temida.

Tras finalizar el prólogo, que concluye tras dar muerte a la espantosa quimera, nos tocará crear a nuestro personaje con el potente editor que Dragon’s Dogma pone a nuestra disposición. Podremos elegir sexo, nombre y la apariencia física, algo que se ha convertido en una constante en este tipo de juegos.

Una vez creado el personaje pasaremos a ver el temido despertar del dragón. Tras acabar la escena nos encontraremos en el pueblo natal de nuestro protagonista, se trata de un humilde pueblo de pescadores construido en la ladera de una montaña. Como un día cualquiera nos encontraremos paseando por el pueblo, un par de soldados están intentando reclutar gente ante el inminente despertar del dragón.

Y es entonces cuando oímos terrible estruendo que llega desde la playa, uno de nuestros vecinos no tardará en confirmar nuestras sospechas, el dragón ya ha llegado. Sin pensárnoslo dos veces, y haciendo acopio de todo nuestro valor, correremos hacia la playa, cogeremos una espada abandonada, e intentaremos hacer frente al poderoso dragón, para proteger nuestro pueblo y nuestra gente.

Obviamente, esta pequeña refriega no acabará con final feliz, nuestro despilfarro de valentía, o estupidez, tendrá unas funestas consecuencias para nuestro personaje. Tras cansarse de jugar con nosotros, el dragón pondrá un rápido final a la contienda, derribándonos para, posteriormente, arrancarnos el corazón, hechizarlo y, por si esto fuera poco, tragárselo.

Nuestro protagonista será testigo de esta desagradable escena hasta que, finalmente, pierde el conocimiento. Nos quedaremos sin sentido como un humilde pescador, pero despertaremos como un Arisen, con un feo recuerdo del dragón en forma de una gran cicatriz brillante en el pecho gracias a la cual, al acercar nuestra mano a ella, podremos oír un recado que nos ha dejado el dragón, quien nos invita a prepararnos y entrenarnos para darle caza e intentar acabar con su vida.

Tras este agitado despertar llegará el momento de elegir un arma o, mejor dicho, escoger en que disciplina de combate queremos desarrollar a nuestro personaje, las llamadas vocaciones. Para empezar solamente tendremos tres clases disponibles: luchador, especialista en combate cuerpo a cuerpo con espada y escudo, el strider, ideal para ataques a distancia con arco y ágiles combates cuerpo a cuerpo con dagas, y por último el mago, especialista en magia elemental y curativa.

Una vez elegida nuestra vocación comenzará la verdadera aventura. Acompañados, y ayudados, por los peones nos embarcaremos en un emocionante y peligroso viaje con el objetivo cumplir el nuestro destino como Arisen, adquiriendo las habilidades y poderes necesarios para derrotar al temible dragón y así poner fin a la amenaza que se cierne sobre el reino.

Lo cierto es que la historia es algo sosa y poco original, aunque se agradecen los destellos del peculiar ingenio japonés que brilla en ciertas ocasiones. Y si a una historia carente de pasión le sumamos el nulo carisma de los personajes, llegando al punto de que nuestro protagonista es mudo, el poco interés que despierta la trama se acentúa. Aún así cumple con su objetivo y tiene una duración que es de agradecer, ya que podremos completarla en unas 30 horas si solamente nos centramos en las misiones principales, algo que no será fácil ya que, y he aquí un pequeño fallo del juego, no se diferencian misiones principales de secundarias.

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Jugabilidad

Este es el apartado que hace que Dragon’s Dogma merezca la pena, y es que sin duda estamos ante un título al que todo amante del género debería darle una oportunidad. El original sistema de peones ha sido todo un acierto, y se ha convertido en uno de los puntos fuertes del juego. La sensación de aventura se acrecentará a lo largo del juego, donde viviremos momentos realmente épicos.

Como ya hemos comentado antes, lo primero que tenemos que hacer tras elegir la apariencia de nuestro personaje es escoger que tipo de guerrero queremos ser. Al principio solo contamos con tres opciones: luchador, strider y mago. Estas clases evolucionarán más adelante, lo que nos dará la oportunidad de elegir clases más avanzadas como guerrero, una versión mejorada del luchador que utiliza mandobles, explorador, una mejora del strider que puede usar arcos largos, o el hechicero, especialista en todo tipo de magias.

El tercer nivel de clases se basa en combinaciones de las anteriores de esta forma tendremos, por una parte, al caballero místico, donde que combina lo mejor del luchador y del mago creando a un poderoso guerrero capaz de usar espadas y bastones, combinando los ataques de melé con ataques mágicos y de apoyo.

También dispondremos del asesino, donde se aúnan las mejores habilidades del luchador y del strider, dando lugar a un combatiente ágil que puede usar espadas, arcos y dagas. Por último tenemos al arquero mágico, que como bien indica su nombre, combina habilidades de mago y strider.

Una de las ventajas que Dragon’s Dogma ofrece al jugador en este aspecto es que en cualquier momento podremos cambiar de clase, eso si, canjeando una especie de puntos de experiencia que reciben el nombre de puntos de vocación. De esta forma si nos arrepentimos de la clase que hemos elegido, o si nos aburrimos de la misma o si simplemente queremos probar cosas nuevas, bastará con ir a una posada y abonar la cantidad de puntos de vocación necesarios para el cambio.

Si una vez cambiada la clase deseamos volver a nuestro estado anterior podremos hacerlo también desde una posada, pero en esta ocasión no nos costará puntos de vocación. En las posadas también podremos descansar, acción que nos servirá para recuperar toda la vitalidad y también nos servirá para que se haga de noche o de día.

Los posaderos también se ofrecerán para almacenar nuestras pertenencias, esto es muy útil ya que si llevamos mucho peso encima seremos más lentos y, además, nuestra barra de energía, de la que hablaremos más adelante, tardará más en recargarse. Los últimos servicios que recibiremos en las posadas son los de comprar o equipar habilidades especiales, pertenecientes a la clase que hayamos escogido.

Estas habilidades también nos costarán puntos de vocación y las hay de dos tipos, por una parte tendremos las activas que, básicamente, son ataques que tendremos que ejecutar, las otras son las pasivas, que consisten en diversos potenciadores de parámetros que siempre permanecerán activos. Podremos tener hasta seis habilidades activas a la vez, adjudicando tres al botón R1 y otras tres al L1.

Presionando estos dos botones durante los combates, que nos harán sentir como si estuviésemos en un juego de acción, se nos desplegarán las listas de habilidades que hayamos asignado. Estos ataques especiales, que requieren un tiempo de carga, se sumarán a otras opciones de combate como los ataques simples, donde encontramos golpes pesados y golpes ligeros. En los combates también podremos coger a los enemigos pequeños para, por ejemplo, lanzarlos, esto viene muy bien cuando tenemos algún acantilado cerca.

A los enemigos de mayor tamaño no los podremos coger, obviamente, pero si podremos trepar por su cuerpo para alcanzar puntos sensibles, como la cabeza. Esta será una opción muy útil ya que alguno de estos enormes enemigos, que protagonizarán los combates más épicos del juego, solamente caerán si les damos en su punto débil. Pero ojo, trepar de esta forma consume energía, al igual que ciertos ataques especiales.

La barra de energía la encontraremos debajo de la de vitalidad, la primera se irá consumiendo si escalamos o trepamos o si realizamos sprints o determinados ataques especiales mientras que la segunda, como es lógico, se reducirá por los ataques recibidos, o por grandes caídas. Ambas pueden recuperarse consumiendo diversos objetos o con hechizos, pero ten cuidado con los objetos, ya que los naturales acabarán pudriéndose con el tiempo, y si los consumes en mal estado puedes intoxicarte.

Durante los combates, y a lo largo de la aventura en general, los peones jugarán un papel muy importante en Dragon’s Dogma. Los peones son una raza con una apariencia física muy similar a la de los humanos, pero estos carecen de voluntad propia, por lo que seguirán a todas partes y nos obedecerán sin rechistar, como una especie de sirvientes de combate.

Por una parte tendremos a nuestro peón principal, escogeremos su apariencia física con el editor de personajes, y este peón será el que nos acompañe durante todo el juego. Al igual que nosotros, subirá de nivel, podrá conseguir nuevas habilidades y, si queremos, tendremos la posibilidad de cambiar su vocación. Además del peón principal en nuestra aventura podrán acompañarnos otros 2 peones secundarios.

Estos peones no podremos crearlos nosotros, ya que son los creados por Capcom o por otros jugadores de Dragon’s Dogma. Estos tampoco subirán de nivel cuando se pongan a nuestro servicio, pero serán de gran ayuda porque nos darán consejos, útiles en algunos casos (sobretodo cuando dicho peón ya hizo la misión en la que estamos nosotros con su creador) y en otros casos bastante obvios.

Los encontraremos deambulando por ciudades o caminos o utilizando las piedras de falla, una especie de portal hacia una extraña dimensión donde encontraremos un gran número de peones dispuestos a servirnos. Podremos contratar peones de manera gratuita están a nuestro nivel, pero para contratar peones de mayor nivel que el nuestro tendremos que pagar con cristales de falla.

Solamente podremos permitirnos contratar personajes con un par de niveles más que nuestro personaje ya que, para no hacerlo demasiado fácil, los precios de los peones con niveles muy superiores al nuestro serán desorbitados. Una de las características más importantes de los peones es que siempre estarán aprendiendo cosas nuevas, ya sea la mejor manera de completar una misión o de matar a un enemigo, o si nos esperan trampas en el camino.

A la hora de elegir que peones queremos que nos acompañen tendremos que usar la cabeza y crear un grupo lo más equilibrado posible, ya que en la variedad estará la diferencia entre la vida y la muerte. Tener un grupo compensado será vital para progresar más fácilmente, y es algo que nos recordarán en el juego. La estrategia será importante debido a la gran variedad de enemigos a los que haremos frente, teniendo cada uno de ellos un punto débil diferente y siendo vulnerable a distintos ataques.

Podremos dar tres ordenes distintas a los peones, una será mandarlos de avanzadilla, la segunda será pedirles ayuda y la tercera será pedirles que vayan a donde estas tu. Este sistema de órdenes funciona muy bien, pero se echa en falta más variedad de órdenes. Cuando llegue el momento de descartar el peón de otro jugador podremos valorar su ayuda mediante un sistema de puntuación. También podremos dejar un comentario sobre los servicios prestados, que podrá leer el dueño de dicho peón. Además, podremos regalarle algún objeto a modo de agradecimiento. Este regalo será recibido tras descansar en una posada.

Otro de los factores fundamentales en Dragon’s Dogma será la exploración. El equipo de Capcom pone a nuestra disposición un enorme mundo abierto, que deberemos explorar para descubrir todos sus secretos. Y es que el mapa del juego permanecerá en blanco y solamente mostrará el territorio que hayamos explorado. Las misiones, ya sean principales o secundarias (lamenteblemente le juego no las diferencia), serán el mayor incentivo para la exploración.

La enorme extensión del mapeado es, sin duda, un punto a favor. Pero Dragon’s Dogma tiene otra característica que lo diferencia de otros juegos del mismo género, y es que prácticamente no podremos viajar de un punto a otro automáticamente. Podremos realizare estos viajes automáticos con unas piedras especiales que son tan escasas como caras. Estas piedras nos permitirán llegar a Gran Soren, la capital del reino, o a aquellos lugares donde hayamos puesto un cristal transportador, que son más escasos aún.

Esto nos obligará a viajar y luchar mucho, personalmente no veo la ausencia de viajes automáticos como algo negativo, pero es comprensible que la idea no agrade a todo el mundo. También es cierto que en algunas ocasiones se harán bastante pesados dichos desplazamientos, sobretodo cuando tengamos que cubrir largas distancias y los enemigos nos aguarden detrás de cada arbusto, más aún si es de noche, momento en que los enemigos son más peligrosos y abundantes.

Dragon’s Dogma es un juego realmente adictivo y desafiante, donde plantear una buena estrategia con nuestro equipo de peones, o valorar si contamos con las fuerzas suficientes para acabar con los enemigos que tenemos delante marcarán la diferencia entre la vida y la muerte.

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Gráficos y sonido

No podemos decir que el apartado gráfico de Dragon’s Dogma sea una maravilla, porque tiene bastantes altibajos, pero si es cierto que nos deleitará ocasionalmente con estampas realmente bellas y momentos épicos, sobretodo en lo que se refiere a diseño de escenarios y monstruos, porque el de los personajes deja bastante que desear.

Y es que nos encontraremos con personajes sin carisma, bastante genéricos a pesar de las múltiples opciones de personalización. Sin duda los monstruos, con mucha más personalidad aunque no tanta originalidad, les han ganado la partida en cuanto a mejor diseño.

Con esto no estoy diciendo que los diseños de los personajes estén mal, pero su falta de vida es un lastre, y uno de los principales problemas de la historia, ya que no la hacen tan inmersiva como podría haber sido. Lo que si está francamente mal son las animaciones de los mismos, demasiado burdas y toscas.

Donde Dragon’s Dogma se hace grande es en sus escenarios, y es algo que realmente se agradece, ya que debido a la falta de viaje automático estaremos desplazándonos por los mismos durante mucho tiempo a lo largo de nuestra aventura. Las pobres texturas que emplea Capcom se ven enormemente compensadas por el gran diseño artístico y la excelente iluminación.

La iluminación está muy trabajada y el resultado final es notable. Pasaremos de disfrutar agradables días iluminados por un radiante sol a la oscuridad más impenetrable de la noche. Por las noches, los momentos más peligrosos del juego ya que da cobijo a un mayor numero de enemigos, más peligrosos que los diurnos, la visibilidad será prácticamente nula, y nos veremos obligados a encender la lámpara de aceite, que tampoco es que alumbre gran cosa.

Del plano de audio podemos decir que mantiene un nivel similar al apartado gráfico. El juego llega a nuestro país doblado al inglés, con textos en castellano. Y, para no variar con todo lo que respecta a los personajes, nos encontramos un doblaje con un nivel dramático muy pobre, las voces transmiten lo mismo que los personajes, es decir, nada.

Pero, una vez más, no es en los personajes donde gana Dragon’s Dogma, sino en todo lo que lo rodea. Este juego de Capcom nos deleita con una banda sonora realmente sensacional. Los combates más importantes, ya de por si magníficos, alcanzan un nivel épico gracias a las excelentes composiciones escogidas por Capcom, y, en el resto de ocasiones, la música que nos acompaña es notable, adaptándose a la perfección al momento y la situación.

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Conclusiones

Dragon’s Dogma es un gran juego que, sin duda, no decepcionará a los amantes del género y, hasta me atrevería a decir, que podríamos estar ante una auténtica obra maestra ciertos aspectos del juego. Y es que ciertos lastres, como una historia tan pobre o unos gráficos un tanto normalitos, privan a esta obra de Capcom de alcanzar el sobresaliente.

Nunca es fácil crear una nueva IP, pero Capcom ha asumido los riesgos y eso es de agradecer. Dragon’s Dogma ha sido un proyecto muy importante para la compañía, y eso se nota. Con este juego asientan una base muy buena para futuras entregas que, con un poco más de trabajo, podrían llegar a lo más alto.

Dragon’s Dogma es una aventura increíble. El basto mundo que se expande ante nosotros está lleno de peligros y desafíos, y espera que lo exploremos a fondo. Los combates serán muy frecuentes, y resultan muy entretenidos y adictivos, pero no siempre podremos hacer frente a ellos. Trazar una estrategia creando un grupo de peones equilibrado y saber donde está el limite de nuestras fuerzas será vital.

El sistema de peones es sin duda la mayor novedad que aporta Dragon’s Dogma al genero, y lo cierto es que funciona a las mil maravillas, aunque la inclusión de un modo multijugador podría haber dado excelentes resultados. Por otra parte, es cierto que el apartado gráfico no es especialmente brillante, pero cumple con su labor con buena nota, al igual que la banda sonora. Dragon’s Dogma es, en definitiva, un gran juego, pero con pequeños fallos que, de haber sido depurados, habrían hecho de este título de Capcom una auténtica genialidad.

Lo mejor

  • El sistema de peones.
  • Su duración.
  • Combates entretenidos.
  • Las vocaciones y la evolución del personaje.
  • Un mundo abierto inmenso.
  • Buen apartado artístico y gran banda sonora.

Lo peor

  • Una historia pobre y que no engancha.
  • Personajes sin carisma.
  • Animaciones demasiado toscas, aparte de otros fallos como el popping.
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Jugabilidad: 8.75
Gráficos: 8.25
Sonido: 8.5
Satisfacción: 9