Análisis – Call of Cthulhu

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Os presentamos nuestro análisis del juego de terror de Cyanide
Por Hernán Sánchez 15 noviembre, 2018

Call of Cthulhu era una de las entregas más esperadas en el género de terror y survival horror de este año. El trabajo de los chicos de Cyanide creando una historia a partir del universo de H.P. Lovecraft y tomando en gran medida como inspiración el juego de rol de mesa que lleva el mismo título. El juego ha resultado ser una amalgama de sensaciones tanto positivas como negativas. Acompáñame en este análisis para descubrir más sobre esta curiosa entrega.

Todo empieza en el despacho de Edward Pierce, ¿Dónde acabará?

H.P. Lovecraft es uno de los símbolos de la literatura de terror, misterio y ciencia ficción. Co-creador junto a otros escritores del círculo Lovecraft de la mitología Cthulhu, escribió a lo largo de su vida más de una decena de cuentos y novelas que giran en torno al universo de terror y de pesadilla que el mismo imaginó.

Edward Pierce es el protagonista de una historia abominable

Y es dentro de este universo mitológico ficticio donde tiene lugar la historia del detective Edward Pierce, un antiguo soldado que luchó en la primera guerra mundial y al que le quedan ciertas secuelas psicológicas del trauma de la guerra, tal y como su más que apreciable alcoholismo, además de un temperamento huraño y arisco de cara a los demás.

El detective se encuentra en un momento no solo personalmente decadente, si no, que, además, su carrera laboral se encuentra en la cuerda floja debido a la falta de clientes que llegan a su despacho, debido a esto, es posible que pierda su licencia como detective como no reciba un caso pronto.

Nuestras decisiones pueden afectar nuestro destino y el de otros personajes.

Por suerte o por desgracia, un anciano irrumpe en el despacho de Edward Pierce y le ofrece un caso que marcará su vida. Quiere que resuelva los porqués del asesinato de su hija, y Pierce, no tiene otra opción más que aceptar el misterio que hay detrás de una artista maldita, su familia y sus pinturas.

El sistema de habilidades y las mecánicas de decisión no acaban de causar un efecto real dentro de la historia

La mecánica de jugabilidad es sencilla, en un mundo que observas mezclando primera persona y diferentes cinemáticas, en un gameplay que recuerda muchísimo a Amnesia, pero muchas veces carente de la imaginativa suficiente para sorprenderte como lo hizo este título; tendrás que ir resolviendo puzles y tomando decisiones que afectan al destino final del personaje.

Dentro del menú, tendremos diferentes pestañas que nos llevan a secciones de artilugios que hemos recogido, diferentes coleccionables y un interesante esquema de habilidades al más puro estilo RPG en el que iremos aumentando el nivel de diferentes skills que nos pueden resultar de ayuda a lo largo de nuestra aventura.

No sólo esto, si no, que, además, se introduce una mecánica bien conocida por aquellos jugadores que han podido disfrutar del título de mesa homónimo, un medidor de cordura que en función de nuestras vivencias irá cayendo cada vez más, hasta poder llevarnos a la histeria.

Esto en un principio suena genial, sin embargo, no se llega a materializar de una manera más potente e influenciable dentro del juego. Al final, sí, es cierto hay cerraduras que podrías haber abierto si tuvieras más de fuerza, o alguna conversación de la que rascar algo más de información con elocuencia, pero a la larga, esto no tiene un efecto notable dentro de la trama, de hecho, diría que es ínfima la influencia de estas habilidades en el devenir de la historia.

  ¿Hasta que punto este mundo en el que jugamos tiene algún tipo de sentido?

Una historia que se mueve en un entorno oscuro, tenebroso, rozando en ocasiones lo creepy, pero en muy pocas ocasiones alcanzando una cota que nos hace pensar que estamos ante un juego de terror puro.

Es algo más parecido a un título de Sherlock Holmes de los últimos años pero más cringe y oscuro, en el que el suspense y la investigación es mucho más importante que tirar de screamers y terror más puro. Lo cual, personalmente, no me parece nada malo. Sin embargo, incluso la ejecución de esta trama de una manera más cercana al thriller no acaba de encontrar su lugar de manera limpia y segura.

El ambiente es tétrico y tenebroso, sin embargo, los pobres gráficos decaen un poco este maravilloso contexto

Es cierto que el humo, la época en la que nos situamos, principios del siglo xx, con la medicina experimental y comienzos del psicoanálisis nos introduce en un lugar muy favorecedor para cagarnos de miedo, no acaba de encontrar esa chispa de forma continua.

Con momentos y puzles que beben de influencias claras como Amnesia, en el aspecto de ser conscientes que estamos en un lugar mágico y Outlast en situaciones en las que tenemos que escapar y a la vez mantenernos alerta para explorar. No acaba de tener un sello propio, algo que le identifique como un título diferente. Y es que, el aspecto de rol era algo que debería haberle dado ese empujón, pero como menciono antes, no acaba de llegar tampoco.

  Los momentos más surrealistas son a su vez los que más se disfrutan del juego

Parece que no han acabado de saber en qué centrarse. Hay personajes que no tienen coherencia alguna dentro de la historia, a los que se les olvida decisiones que has tomado y toman otras sólo porque tienes que llegar a un punto de la historia de una manera determinada.

Y, sin embargo, te engancha, es impresionante como esos pequeños momentos de lucidez e imaginación, como puzles que se resuelven con gramófonos o la forma en que te introducen la literatura lovecraftiana, con el Necronomicón, incluso que los diferentes objetos que encontramos y creemos coleccionables sean parte de los puzles, te dan la sensación de que estás en un lugar muy grande.

Por no hablar de los diferentes momentos surrealistas que es cuando más se disfruta de este juego, cuando la locura en la que nos quiere introducir, no solo la percibimos a través de los diálogos internos del personaje, si no, que, además, vemos cosas sin ningún sentido, magia negra, rituales sectarios a Cthulhu y demás momentos con diferentes dimensiones.

Pero es que en medio hay caminatas por pasillos sin fuste, conversaciones que nos presentan como oportunidades para cambiar nuestro destino y acaban siendo fútiles y sin efectos en el futuro.

Gráficamente el juego es pobre, no nos vamos a engañar, es cierto que no es un triple A, pero a pesar de esto, no hay excusa para que se vea como un título de comienzos de la pasada generación.

Los NPC en algunos momentos parece que no tienen articulaciones y sólo una columna vertebral que les mantiene unidas las extremidades. Las texturas son sencillas, la iluminación sí que es cierto que está bien conseguida, es tenue y te mete dentro del mood de lo que estás jugando.

  Un universo mágico lleno de misterios y oscuros secretos

La forma de moverse de nuestro personaje es algo tosca, pero es algo que pasa desapercibido la mayoría del tiempo al ser un juego en primera persona. Sólo nos agachamos, controlamos la velocidad con el joystick izquierdo. También apagamos o encendemos el candelabro, el cual hay que gestionar su luz, e ir recogiendo diferentes botes de queroseno. O en su lugar, podemos utilizar el mechero, el cual no se gasta, pero ilumina menos.

La banda sonora está muy bien lograda y consigue meternos dentro de este aura tan oscura

La banda sonora te introduce muy bien dentro del aura tenebrosa del juego, dándote muchas veces esa sensación de misterio y tensión que quizá visualmente y en jugabilidad no nos acaba de llegar.

Los efectos de sonido cumplen con su función, e incluso nos trastocan a veces la cabeza, sobre todo, en esas situaciones en las que el juego se vuelve rocambolesco, lo cual se agradece muchísimo, esa pincelada surrealista que tanto se echa en falta en un juego que en ocasiones parece un andar por andar.

Y a pesar de todo esto, no puedo engañarte y decirte que es un mal juego, porque no lo es. Es un título que entretiene, que al final es lo que tiene que conseguir un juego, hacer que juegues, que lo disfrutes.

No tiene nada de una obra artística del género del terror, pero, y qué, nos dejamos llevar muchas veces por el hype y no hay que olvidar que este título nunca se presentó como un triple A y al final es un producto limitado por su propia realidad. No creo que pagar 60 euros por este título merezca la pena, sin embargo, os lo recomiendo totalmente en cualquier bajada de precio si queréis entreteneros con una historia intensa, misteriosa y con pinceladas de horror en un universo tenebroso y mágico.

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Jugabilidad: 6.8
Gráficos: 5
Sonido: 6.5
Satisfacción: 7.5

Análisis

Call of Cthulhu no es un título de puro terror, es un juego lleno de suspense, con momentos muy entretenidos, con instantes surrealistas que hacen que nuestro cerebro se trastoque un poco. También con momentos en el que no sabes qué haces jugando siendo que podrías estar haciendo otra cosa. El universo de Lovecraft se recrea dentro de un juego que no acaba de llegar al nivel de la inmensidad imaginativa de este genio de la literatura de ciencia ficción. Y acaba siendo un cúmulo de circunstancias y mecánicas tan positivas como otras que es mejor dejar atrás.