Análisis – Days Gone

Sergio Alarcón · 21 agosto, 2019
Analizamos el primer gran exclusivo de Sony en lo que va de 2019, apostando por un mundo abierto plagado de peligros que recorrer con nuestra motocicleta.
Days Gone

Sony ha apostado por una nueva aventura de mundo abierto ambientada en un mundo postapocalíptico para crear su primer gran exclusivo de este año 2019.

Tras un desarrollo un poco accidentado y un gran retraso en su fecha de lanzamiento para pulir defectos y detalles, Days Gone llega de manera exclusiva a PlayStation 4, con la intención de presentar una nueva historia con un icónico personaje, Deacon St. John, con el que empatizar y sufrir al meternos en sus carnes para vivir su odisea en este mundo postapocaliptico plagado de bandidos, fanáticos y «freakers».

¿Ha conseguido SIE Bend Studio sus ambiciosos objetivos con esta nueva aventura? Dentro análisis.

El mundo se ha desmoronado

Days Gone comienza de manera directa, con una breve cinemática que nos pone en situación: El mundo tal y como lo conocemos se ha desplomado por culpa de la aparición de una infección que convierte a los humanos en freakersuna suerte de zombies con particularidades de las que hablaremos más adelante.

La novia de Deacon St. John, ha sido apuñalada en medio de esta hecatombe, y casi al límite, éste y su mejor amigo Boozer, consiguen subirla a un helicóptero militar camino de un hospital.

Dos años después, Boozer y Deacon siguen intentando sobrevivir en los escasos vestigios de mundo que todavía quedan tras este apocalipsis convirtiéndose en errantes, cumpliendo encargos de parte de los supervivientes a los que se encuentran a cambio de suministros.

Tras un tutorial en el que aprendemos a manejarnos con nuestro nuevo avatar, Boozer es malherido por Rippers, unos fanáticos sectarios que hostigan este salvaje mundo.

Por culpa de este incidente, en el que además Deacon pierde su moto, el dúo debe aplazar su viaje hacia el norte hasta que Boozer se recupere y Deacon consiga una moto en condiciones.

Aquí empieza nuestra aventura como Deacon St. John, quien tras dejar a Boozer en un campamento base improvisado a modo de «cuartel general», deberá ganarse la confianza de los distintos campamentos y supervivientes para poder sobrevivir un día más.

En su campaña publicitaria SIE Bend Studio prometió que las misiones principales y secundarias del título estarían muy entrelazadas, de manera que apenas notásemos la diferencia entre ellas gracias a la profundidad que se les iba a otorgar, y he decir que en gran parte han cumplido su objetivo.

De esta manera, las misiones no se distribuyen en misiones aisladas como tal, sino que componen distintos arcos narrativos, cada uno dirigido a un tema en concreto (Boozer y su lesión, los recuerdos de Sarah, el presente y la supervivencia, la propia enfermedad que ha asolado el mundo…) de manera que al centrarnos en uno de estos arcos, viviremos una misión que, aunque pueda ser similar en cuanto a jugabilidad a otras, su componente argumental y sentimental es totalmente distinto, animando a no dejarnos nada sin hacer, ya que no da la sensación de que un arco sea más importante que otro.

Acompañando a Deacon St. John en este periplo nos hemos percatado de que estamos ante otro de los personajes a recordar en la historia de los videojuegos, que aunque quizás no llegue a la talla de grandes nombres como Arthur Morgan, la fuerte carga narrativa que Days Gone ofrece y la excelente construcción de su personaje protagonista hace que nos metamos de lleno en su mente, siendo partícipes de todas sus acciones, sus dudas y sus remordimientos. Es el precio a pagar por la supervivencia.

Recordar la relación entre Deacon y Sarah será una de las misiones más importantes y emotivas de Days Gone

La vida de un motorista en el Apocalipsis

Como buen errante, Deacon St. John se dedica a vagar por La Mierda (el nombre usado para el mundo exterior) para encontrar todo lo que pueda servir para sobrevivir un día más.

Para ello, nuestra única amiga y compañera fiel será nuestra motocicleta. Lejos de ser un mero vehículo, en muchas ocasiones marcará la diferencia entre la vida y la muerte, ya que es nuestra única vía de escape frente a los peligros del exterior, además de ser nuestro único modo de transporte.

Por culpa de los sucesos ocurridos al principio del título, al comenzar tendremos una moto básica, la cual podremos mejorar en los distintos talleres que encontremos en nuestro camino gracias a la compra de nuevas piezas que mejoren sus estadísticas, tales como la velocidad punta o la resistencia al daño de la misma.

Constantemente debemos preocuparnos de mantenerla en perfecto estado si no queremos tener un serio problema al quedarnos tirados en medio de este infierno, así que debemos repararla con chatarra si se daña o gestionar el nivel de combustible para calcular a qué distancia podemos viajar sin tener que preocuparnos por tener que pararnos a buscar más de este valioso suministro en medio de un territorio más hostil de lo habitual.

Por ello, viajar resulta satisfactorio y agobiante a partes iguales, ya que la motocicleta ofrece una falsa sensación de seguridad que se puede desvanecer en cualquier momento si no tenemos el suficiente cuidado, bien por no mantener a nuestra metálica aliada lista para cualquier contratiempo o bien porque los peligros del exterior nos aprieten demasiado las tuercas.

Tener a punto nuestra motocicleta será esencial si queremos sobrevivir.

Esto se consigue en parte gracias a la gran ambientación que este título ha conseguido crear para contar su historia. Para poder valorar la ambientación de Days Gone, debemos separarla en dos partes: La relación con los supervivientes y con «el mundo exterior».

Del «bando bueno», tenemos los campamentos de supervivientes, que hacen el papel de últimos reductos civilizados en un mundo completamente desolado por la Ley de la Selva. En ellos, tendremos que ganarnos la confianza de sus habitantes a cambio de completar encargos o entregar distintas recompensas, tanto trofeos de freakers muertos o víveres en forma de plantas y animales cazados.

Si conseguimos subir el nivel de confianza de un campamento, desbloquearemos diferentes mejoras en función de dónde estemos, en forma de nuevas armas que comprar o nuevas piezas para nuestra motocicleta.

Quizás se echen en falta una mayor variedad de actividades dentro de estos «puntos seguros», ya que se limitan a unos cuantos puestos y algún que otro diálogo suelto, sin poder explorar dentro de los mismos buscando algún que otro recurso extra.

Para ponernos las cosas más difíciles, cuando hayamos conocido más de un campamento, llegará el momento de elegir a cuál de ellos entregamos los recursos más importantes, tales como supervivientes a los que ayudemos durante nuestros viajes o suministros importantes, por lo que tener en cuenta qué nos ofrece cada uno y qué queremos priorizar antes de tomar cada decisión.

¿Seguro que estamos haciendo lo correcto?

De esta manera, algunas decisiones éticas y morales nos harán pensarnos las cosas dos veces, ya que no todo es botín que recibir sino que las decisiones tienen peso en la historia y en el devenir de los acontecimientos, cosa que aporta una carga narrativa extra a la trama.

La naturaleza recobra lo que fue suyo

Por otro lado, tenemos el vasto mundo exterior, lleno de peligros y adversidades, en el que en ningún momento se nos permite sentirnos a salvo.

Todo, absolutamente todo quiere matarnos fuera de las zonas seguras, así que salir al exterior implica tener los cinco sentidos puestos en lo que nos rodea a la vez para no resultar ser sorprendidos de manera fatal.

El peligro más claro que nos acosa durante toda la aventura es el ejército de infectados que puebla este infierno en la tierra. Estos freakers se comportan como una gran familia, jerarquizada por los distintos tipos que existen (desde los zánganos, enemigos estándar, hasta a pequeños niños que tan solo nos atacarán si nos acercamos demasiado o «gritones» que avisarán al resto de nuestra presencia) y que normalmente viajan y atacan en grupo.

Aunque la IA en general de estos enemigos no está del todo pulida, ya que resulta muy sencillo acercarnos desde cualquier dirección y ejecutarlos sin hacer ruido y sin que nos «vean», cuando se juntan en grupo resultan extremadamente letales, siendo casi imposible sobrevivir al ataque de una gran Horda, otros de los puntos fuertes de Days Gone, formada por decenas de estos enemigos que nos perseguirán de forma implacable, teniendo que gestionar a la perfección tanto nuestros recursos como el propio entorno para poder sobrevivir.

A veces, la mejor opción es evitar ser vistos sino queremos acabar devorados.

Estos enfrentamientos resultan tensos y emocionantes a partes iguales, dándose lugar pasadas ya varias horas de juego, momento en el que ya vamos lo suficientemente equipados como para poder medirnos frente a semejante cantidad de enemigos pero en el que un solo paso en falso supone morir irremediablemente.

Su presencia marca completamente el ritmo del juego y de nuestras acciones, ya que según el momento del día o incluso de la climatología, su comportamiento variará, obligándonos a adaptarnos a las circunstancias.

¿Sigilo o acción? Tú decides.

Poniendo un ejemplo: Atacar un campamento de emboscadores durante el día nos hace estar más expuestos, pero los freakers se encuentran en sus nidos por lo que tirotear a lo loco será más seguro, sin embargo, si nos amparamos en la oscuridad de la noche y somos descubiertos, teniendo que tirar de tirar de balas para sobrevivir, corremos el riesgo de que los infectados acudan al lugar por culpa del ruido (ya que son más activos durante la noche), atacando indiscriminadamente tanto a nosotros como al resto de humanos, cosa que también podemos utilizar en nuestro favor.

El mapeado está situado en una región del Condado de Oregón, ofreciendo un gran terreno que recorrer, con paisajes totalmente variados, pasando por grandes lagos y bosques o semidesiertos con pueblos abandonados a modo de «oasis» repletos de recursos (y enemigos), repletos a su vez de pequeños detalles y de lugares emblemáticos que nos otorgarán información acerca de esta tierra, su fauna y flora y de lo ocurrido durante y tras el brote de la enfermedad.

Gracias a nuestras propias acciones y a la transición entre día y noche o eventos meteorológicos podemos encontrar un gran dinamismo en los territorios que descubrimos, ya que si erradicamos los nidos de infectados o conquistamos los campamentos enemigos, su actividad en esa zona disminuye notablemente, pudiendo explorarla de forma más relajada y hasta encontrando más fauna que cazar.

La muerte endurece a las personas

Deacon St. John es un hombre marcado por la pérdida y la desolación de tener que abandonar parte de su ser para poder sobrevivir, y eso le ha curtido hasta convertirse en un «ángel de la muerte» en este cruel mundo arrasado por la infección.

Por ello, la jugabilidad al ponernos en su piel está orientada a la supervivencia por encima de todo.

Esto se demuestra con la propia Visión de Supervivencia, que nos permite ver los recursos resaltados, así como rastrear a una presa tras descubrir una pista.

Siguiendo la estela de The Last of Us, Deacon será capaz de utilizar los distintos recursos que encuentra en la aventura para craftear todo tipo de utensilios con los que mantener a raya a los peligros que le acosan, tales como bombas improvisadas, cócteles molotov o vendas y botiquines, por lo que explorar bien nuestro entorno es esencial si queremos ir siempre bien equipados.

Por otro lado, podemos aprender distintas habilidades con las que «personalizar» a nuestro motero favorito, divididas en tres ramas (Cuerpo a cuerpo, A Distancia y Supervivencia), de manera que podamos priorizar unas u otras en función de nuestro estilo de juego.

«Relantizar» el tiempo para apuntar con más facilidad, conseguir el doble de recursos al lootear algo del entorno o poder crear mejores armas a una mano para volverlas más letales son algunos de los ejemplos que podemos contaros acerca de las habilidades que Deacon St. John puede aprender a lo largo de la aventura para continuar viviendo un día más.

El combate se divide en el cuerpo a cuerpo y los tiroteos, volviendo a tomar más de un apunte de The Last of Us, el exclusivo de Naughty Dog para la consola de Sony.

A la hora de repartir mamporros, podemos utilizar nuestro cuchillo de bota a modo de «ejecuciones sigilosas» si no somos detectados o para quitarnos a los enemigos de encima, pudiendo coger las armas del entorno (o crearlas nosotros mismos) para aniquilar a lo que se nos ponga por delante, vigilando su daño y su durabilidad.

Golpeando y esquivando a la vez que controlamos los tiempos podemos solventar con facilidad muchos combates individuales, de manera que Days Gone ofrece un sistema de combate simple pero efectivo, que no se descubre las Américas pero cumple su función a la perfección.

Si lo que preferimos es abatir a nuestros enemigos a distancia, debemos utilizar las armas de fuego, las cuales podemos recoger del entorno o comprarlas en las tiendas para ir intercambiándolas en las cajas de armamento distribuidas por el mundo.

Podemos portar tres tipos: Principal, secundaria y especial, siendo la primera categoría para los rifles de asalto, las escopetas y las armas pesadas, la segunda para las pistolas y las armas ligeras y la tercera para armas más peculiares tales como ballestas o rifles de francotirador.

La mejor parte de este apartado es su realismo: Las armas pesan en las manos, y los tiros se sienten, es decir, dan sensación de impacto real al acertar a nuestros enemigos, además de poder mutilarlos según dónde disparemos.

Además, existe gran diferencia entre la variedad de armamento a la que podemos acceder según vayamos avanzando en la historia, por lo que es esencial ir consiguiendo mejor equipo si queremos afrontar los retos más complicados.

La salvaje belleza de la muerte

El trabajo realizado por SIE Bend Studio a la hora de ambientar esta aventura ha sido realmente soberbio en casi todos los aspectos.

A grandes rasgos, el apartado gráfico de Days Gone cumple con todas las expectativas. La gran calidad de los personajes principales les otorga una gran personalidad, así como la excelente ambientación del mundo exterior.

Conducir nuestra motocicleta mientras contemplamos el paisaje es una auténtica delicia (siempre que no seamos emboscados y asesinados claro…), ya que la profundidad de campo que ofrece el título es espectacular, aunque en ocasiones el popping es bastante acusado.

La recreación de los fluidos me ha dejado personalmente boquiabierto, consiguiendo una calidad gráfica a la hora de recrear ríos, lagos y arroyos.

Pese a que en la mayoría de las ocasiones, la tasa de frames se mantiene estable, es cierto que existen caídas importantes en momentos que no son relativamente importantes, ya que sería lo lógico que esto ocurriera en la aparición de una gran Horda de enemigos  o al juntarse demasiados efectos visuales en pantalla.

Days Gone posee una gran carga cinematográfica, con varias horas de cinemáticas que disfrutar entre gameplay y gameplay, todas ellas maravillosamente realizadas y dobladas por el gran Claudio Serrano en su versión en castellano.

El apartado sonoro de Days Gone es sin duda uno de sus puntos fuertes. No solo su gran banda sonora, repleta de canciones emotivas capaces de ensalzar algunos de los momentos con mayor carga sentimental del juego de una manera abrumadora, cumple con su papel a la perfección, sino que además el título está lleno de detalles sonoros.

Ejemplo de esto son la inmensa cantidad de líneas de diálogo, ya no solo entre personajes, sino que el propio Deacon habla consigo mismo y reflexiona sobre sus acciones, al matar a algún enemigo o al escuchar otra conversación, haciendo que la empatía que sintamos hacia él se refuerce todavía más.

Los personajes principales que nos encontramos en este vasto mundo son profundos y grises.

Junto a esto, otros detalles como los diálogos y conversaciones entre NPCs dentro de los campamentos o los programas de Copeland, otorgan una gran profundidad al título, creando un mundo completísimo, lleno de elementos vivos y cambiantes y repleto de detalles como en pocos juegos hemos visto hasta ahora.

Por desgracia, no todo es bueno en esta vida, y una falta de pulido y optimización en varios de sus apartados lastra ligeramente el resultado final.

A veces el sistema de coberturas nos puede jugar alguna mala pasada.

Gracias a los continuos parches que el título ha recibido durante estos primeros días de vida, parte de estos defectos se han ido corrigiendo, pero a su salida, tanto los bugs visuales como los problemas a la hora de realizar distintas acciones como levantar la moto, el sistema de coberturas «automáticas» que posee Days Gone o sus grandes tiempos de carga, empañaron la primera impresión que nos ofreció.

Por suerte, ni siquiera en el nivel de dificultad más elevado (en el que los recursos escasean más y tenemos menos ayuda en la interfaz) estos defectos en su jugabilidad llegan a estropear la experiencia de juego de manera notable, por lo que su impacto en el juego no ha sido tan elevado y con los nuevos parches algunos de ellos se han solucionado.

En definitiva, Days Gone se convierte en uno de los grandes títulos del catálogo de PlayStation, y aunque no llega a superar en calidad a los grandes titanes de su generación, ofrece entre 40 y 50 horas de diversión, con una buena narrativa y en compañía de un gran personaje.

 

 

 

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