Análisis Batman: Arkham Knight

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Rocksteady da la despedida al Caballero Oscuro con un gran cierre a su trilogía
Por Manuel Gimeno 29 junio, 2015

Si tuviéramos que hacer una lista de juegos que marcaron la industria del videojuego por algún motivo en la antigua generación de consolas, sin duda Batman: Arkham Asyum estaría incluido entre ellos, y por varios motivos. En primer lugar nos viene a la mente lo evidente y tangible, dos de las cosas más llamativas que destacaban cuando llevábamos varias horas jugadas delante del PC o la consola. El modo detective aportaba profundidad a un desarrollo que podría pensarse anclado únicamente en la acción, mientras que el sistema de combate proponía una evolución atractiva y muy adictiva a lo que habíamos visto hasta el momento en todos los beat’m up.

Pese a que ambas cosas fueron copiadas infinidad de veces en diversos juegos tanto de la propia Warner Bross. como de otras distribuidoras que supieron ver en la obra de Rocksteady un buen conjunto de innovaciones, al estudio hay que concederle, además, el logro de haber llevado a un superhéroe a protagonizar un juego totalmente sobresaliente. La excelencia en una obra con un protagonista con capa como actor principal no era algo que se acostumbrara a ver, y sin embargo Batman: Arkham Asylum acababa con ello de un plumazo, viendo desde entonces en estos extraordinarios personajes una oportunidad ideal para contar historias apasionantes al igual que divertidas.

Aunque solo Rocksteady lo ha logrado hasta el momento. Batman, el caballero oscuro que protege la ciudad de Gotham de las amenazas que le acosan día y noche, lleva varios juegos demostrando su valía, y con el título que tenemos hoy delante nuestra sigue alimentando una leyenda que se ha ido ampliando cada vez más en todos los sentidos. Pero concretamente, desde el manicomio de Arkham hasta la totalidad de la ciudad.

De hecho, poco tardaremos en darnos cuenta de la evolución tan tremenda del título a nivel de tamaño de escenario (incluso desde Batman: Arkham City) cuando veamos que el manejo del hombre murciélago está adaptado para recorrer largas distancias sin encontrarnos con demasiados problemas. A Rocksteady no le interesa dificultarnos el desplazamiento en una noche muy, muy larga, sobre todo cuando todos nuestros enemigos claman venganza y desean acabar de una vez por todos con la justicia impuesta por el álter ego de Bruce Wayne.

Tal vez el ansia de mostrarnos esta evolución o la flamante novedad del Batmóvil empuja al estudio a cometer a nivel argumental una precipitación en el comienzo que en nuestro caso no nos ha dejado demasiado satisfechos. Sin entrar en destripes (ni tan siquiera nombrar el final de la entrega anterior) casi de forma instantánea pasamos de una aparente paz a un caos absoluto provocado por el Espantapájaros con una amenaza, que aunque importante, tampoco difiere demasiado de las que nos tiene acostumbrados.

Pero por nuestra parte, hasta aquí las objeciones al respecto en cuanto al desarrollo del argumento. Desde el principio hasta casi el final, la historia de Batman: Arkham Knight se torna rica, variada y totalmente inesperada. Rocksteady tenía la intención de darle a Batman un final apoteósico, que fuera poco a poco ganando consistencia, que nos dejara con la boca abierta. Nos plantea dudas encima de la mesa de todo tipo, sobre nosotros mismos, sobre lo que nos rodea y sobre lo que debemos hacer, y nos ofrece un recorrido de unas 15 horas de duración (sólo siguiendo estrictamente la historia) que nos hará vibrar como pocos juegos de acción y de mundo abierto han conseguido hasta la fecha.

Y ya estamos en marcha. A partir de ese inicio tan intenso y algo precipitado que comentábamos, y dado que la mayor parte de la población abandona las calles, enemigos tan clásicos y terribles como Pingüino, Dos Caras, Hiedra Venenosa, Enigma el propio Espantapájaros o aquel que da nombre al título, el Caballero de Arkham, desatan el terror con la clara intención de acabar de una vez por todas con Batman. Y claro, no están solos, ya que sus secuaces campan a sus anchas por una ciudad de Gotham más abierta y variada que nunca, y que supone una evolución directa desde Arkham City y Arkham Origins.

Rocksteady no nos abandona ante esta situación, sino que nos da herramientas para sacarle partido al universo creado y a la cantidad de enemigos dispuestos. El primer arma es el tan deseado y ansiado Batmóvil. El hombre murciélago, hasta ahora, había recorrido las calles gracias a la Batgarra y a su capa con la capacidad de planear, pero faltaba algo. El tanque blindado que supone su transporte logra expandir las posibilidades jugables que hasta ahora disponía el Caballero Oscuro, siendo un elemento fundamental que cambia por completo los diferentes derroteros que puede tomar la historia a nivel interactivo.

Algunos dirán que el manejo es tosco, en ocasiones o algo impreciso, y puedo serlos en ocasiones puntuales en las que se nos pida alguna acrobacia extra; pero bajo nuestra opinión el Batmóvil se mueve muy bien en una ciudad que se ha constituido principalmente para que podamos recorrerla a toda velocidad, para que luchar en sus calles sea algo cómodo desde un vehículo que es capaz de transformarse dependiendo de si necesitamos adoptar una actitud ofensiva o si la urgencia nos empuja a apretar el acelerador y movernos rápidamente por las calles de la oscura urbe.

Pero la importancia del Batmóvil se torna mayor cuando sirve como mecanismo para resolver puzzles. A los diferentes artilugios que disponemos, como puedan ser los diferentes tipos de Batarang, la Batgarra o el Gel Explosivo, despejar la incógnita en la ecuación será más divertido teniendo este elemento adicional en juego. El Batmóvil acaba siendo un aliado, una extensión de nosotros mismos, y cuando llevemos unas cuantas horas de juego pensar en él como solución a nuestros problemas será algo recurrente durante la aventura.

Esto en cambio, también puede suponer un problema. Se le ha dado tanta importancia al Batmóvil que llegaremos a pensar que todo en el juego gira en torno a él, y lo peor es que no estaremos desencaminados. El vehículo del hombre murciélago acaba pasando de ser una opción a casi una obligación, y aunque nos motive en primera instancia la novedad, puede llegar a cansar, e incluso se corre el riesgo de que se pierda la esencia de lo que hasta ahora había sido Batman en los anterior juegos de la franquicia.

Aunque el riesgo de que esta situación ocurra recaerá principalmente entre aquellos que deseen exprimir el juego al máximo, cosa que incrementa de forma exponencial tanto las horas de juego como las posibilidades de diversión en la aventura. Batman: Arkham Knight nos tiene preparadas multitud de tareas que realizar con el incentivo principal de ahondar en las habilidades que podemos mejorar, tanto en cuanto al Battraje, los dispositivos, el movimiento del Batmóvil y su armamento y el combate. Y es que, cada vez que logremos superar una de estas misiones ganaremos puntos Waynetech, con lo que será necesario mantener un equilibrio óptimo entre la campaña principal y las misiones secundarias.

Y habrá una gran cantidad de ellas, por supuesto. Desde casos por resolver, rescate de rehenes, persecuciones a toda velocidad, derrotar a varios delincuentes en concreto, las siempre entretenidas pruebas de Enigma, etc. La variedad está a la orden del día, aunque no tanto la brillantez de todas ellas. Mientras que encontraremos misiones opcionales que captarán nuestra atención, otras se notará que están puestas como opciones alternativas obvias y recurrentes en muchos juegos de mundo abierto. No es ningún drama, pero tampoco se acerca el juego a la excelencia en este aspecto que sí tenía, por ejemplo, The Witcher 3: Wild Hunt.

Si ahondaos más en el plano interactivo, en todas las mecánicas que complementan el argumento y el escenario, nos volvemos a encontrar con un sistema de combate que se mantiene fiel a lo visto en la primera entrega, pero que se complementa con algunas adiciones que nos parecen interesantes. La primera de ellas es la posibilidad de hacer una entrada que cause miedo a los rivales y nos permita acabar con ellos rápidamente. Se añade así un componente estratégico adicional que nos motiva a investigar en el escenario para encontrar la mejor solución para acabar con nuestros enemigos. La otra es la posibilidad de coordinarnos con diversos aliados en momentos puntuales (como Robin, Catwoman o Nightwing) para salir airosos de una refriega demasiado saturada de delincuentes. Son situaciones puntuales, sí, pero sirven perfectamente para dar la variedad necesaria cuando el jugador tiene más que dominado un sistema de combate que, repetimos, continua siendo interesante y sobre todo muy funcional.

Una pena sin embargo que, ante herramientas tan poderosas en la lucha y con una agilidad tan destacada, el Caballero Oscuro no luzca lo necesario contra los enemigos principales de la aventura, y eso cuando puede hacerlo. Punto flaco de todo el juego acabas siendo justamente las peleas contra jefes finales. Se abusa del Batmóvil en ocasiones, y en otras no se crea un entorno de inmersión similar al que aparecía en las anteriores entregas. No nos explicamos como una virtud tan importante en la saga se desintegra de esta manera, pero lo cierto es que se pierde algo de chispa en los momentos álgidos, a pesar de que el juego mantenga un ritmo medio-alto en todo momento.

Para los momentos más calmados encontramos el modo detective. Otra de las características inherentes a la franquicia que pudimos ver por primer vez en Batman: Arkham Asylum y que ha seguido ligada a la saga en sus sucesivas entregas. Se añaden características e información extra, por ejemplo, cuando analizamos los cadáveres buscando pistas. Su manejo nos será familiar si le hemos echado el guante antes, y si no, su facilidad de uso hará que instintivamente sepamos qué hacer con él en cada momento.

Aunque dejemos el apartado técnico para el último momento, será casi lo primero que nos llamará la atención. El ojo del jugador está acostumbrado al Unreal Engine 3 de tal forma que en la pasada generación muchos juegos tenían semejanzas en común simplemente por compartir el mismo motor. Rocksteady, pese a utilizarlo con Batman: Arkham Knight, consigue un resultado impactante y además le otorga también personalidad propia.

El juego se muestra sólido constantemente, siendo la versión de PlayStation 4 la mejor de todas ellas; sobre todo tras conocer los graves problemas que se encuentran en la de PC. Las animaciones tanto en el combate como en los diálogos son excelentes, y el acercamiento de la cámara en los momentos más importantes de la acción nos continúan dejando escenas para guardar en la retina. Y por supuesto, destaca la ciudad. Gotham se erige imponente ante nosotros, con una noche que parece eterna y una lluvia que baña la violencia y el drama del que somos testigos de excepción. La grandeza de la urbe tiene respuesta en el nivel de detalle, y nos sentiremos cómodos recorriéndola al vuelo o sobre las poderosas ruedas de nuestro Batmóvil.

Además, contaremos con un gran doblaje al español que, en el caso del Caballero Oscuro, corre de nuevo a cargo de Claudio Serrano, que ya lleva tiempo siendo la voz del superhéroe enmascarado. Tampoco nos olvidamos de la banda sonora que atrapa al jugador y no lo suelta en ningún momento, haciendo que los momentos álgidos de la historia tengan la consistencia necesaria como para que no nos olvidemos de ellos con facilidad

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Jugabilidad: 9.5
Gráficos: 9.25
Sonido: 9
Satisfacción: 9.25

Análisis

Rocksteady le tiene cogida la medida a Batman, y vuelve a brindarnos un juego sobresaliente. La adición del Batmóvil podría haber sido mejor, incluso algunos momentos puntuales con los enemigos legendarios del Caballero Oscuro. Pero no hay en la nueva generación ahora mismo un juego de acción en mundo abierto tan emocionante como Batman: Arkham Knight.