Análisis Nioh

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Vacaciones infernales en el Japón feudal
Por César Rebolledo 2 febrero, 2017

Hace una semana aproximadamente que nos llegaba a las oficinas de LaPS4 un código de descarga muy especial. Un código radioactivo, evitado como si fuera un peligroso virus y al que no había muchas ganas de acercarse. La fama de ser muy difícil se impone entre nosotros. Echándolo a suertes para ver a quién le tocaba hacer el análisis del juego, adivinad quién está encantado de haber perdido. Sí, después de unos cuantos días de dura lucha y algo de sufrimiento, estoy encantado de poder ofreceros el análisis de Nioh, que llega de la mano de los creadores de la saga Ninja Gaiden.

Nioh comienza de forma un tanto críptica y habrá que esperar para desbloquear entradas de texto dentro del juego para comprender exactamente qué sucede. Nuestro protagonista, William, es un corsario al servicio de Su Majestad. De origen irlandés, siendo un niño sus padres murieron a causa de una guerra y en ese momento conoció a Saoirse, un espíritu acuático. Saoirse puede detectar la «amrita», algo que de forma indirecta lleva a la cárcel a nuestro protagonista. Es ahí donde Edward Kelley, el villano, arrebata el espíritu a William.

El corsario se ve obligado a viajar al lejano Japón, donde comenzará su aventura en Ceilán, en busca de Saoirse. No podría llegar en peor momento, pues se encuentra en el año 1600 y está a punto de tener lugar la famosa Batalla de Sekigahara. Fue aquí donde Ieyasu Tokugawa, en términos históricos, dio comienzo al período Edo en Japón. Lo que ahora toca ver es si las cosas terminan igual con magia, monstruos, espíritus y corsarios ingleses ataviados con armaduras japonesas. Esta historia de «sólo quiero recuperar lo que me han robado» es en su base bastante genérica, pero ponerla en medio de un momento histórico tan crucial y sobre todo, llevado de tan buena manera, termina por resultar en un gran argumento.

Las comparaciones más habituales y que más vais a ver son, obviamente, con la saga Souls de FromSoftware. Y es que pueden verse similitudes, aspectos parecidos; pero son muy diferentes. Es evidente que Demon’s Souls, Dark Souls y Bloodborne han sentado escuela y definido el concepto de este estilo de juego, pero aunque ciertas mecánicas se parezcan no por ello hay que pensar que esto es un «Souls japonés».

Nioh es un juego muy centrado en la acción, basado en la premisa de que el que golpea primero, golpea dos veces. O tres o cuatro, todo depende. El irlandés tiene a su disposición una buena cantidad de armas cuerpo a cuerpo (espada, espada doble, lanza, kusarigama y hacha) y tres tipos de armas de larga distancia (arco, mosquete y cañón). Por supuesto, hay mucha variedad tanto estética como en lo que a prestaciones se refiere entre ellas, y pasa exactamente lo mismo con las armaduras. Por cierto, un detalle que me ha encantado: además de poder forjar o combinar armas y armaduras, existe la posibilidad de transfigurarlas, es decir, darle a cualquier casco el aspecto de cualquier otro que a uno le guste más, por decir algo. La variedad es en general alta y quedé muy satisfecho con ella, porque en cualquier momento puede apetecerte usar un arma diferente y puede que descubras que hasta ahora, no habías usado tu favorita. No obstante, echo en falta algo más de personalización del personaje en sí mismo, ya que sólo tienes un par de peinados y barbas para adecentarlo, pues no existe un editor del protagonista propiamente dicho.

Pero, ¿cómo se usa todo esto? Pues aquí ya empezamos con las diferencias con Souls. En este caso hay dos árboles de desarrollo. Por un lado están los clásicos stats de vida, fuerza, destreza, etc. Por el otro, cada tipo de arma tiene su propio árbol de habilidades. A medida que se usa un arma, se irán consiguiendo «Puntos de Samurái» que poder usar en el árbol de armas que se quiera (por ejemplo, es posible conseguir puntos con la espada y mejorar las habilidades de lanza). Poder usar una u otra habilidad dependerá de la postura de combate que adopte uno, ya que cada arma cuerpo a cuerpo tiene tres posiciones (alta, media y baja) que poder cambiar con sólo estar en guardia y pulsar un botón. Esto se hace en medio del combate e incluso entre combos, siendo algunos ataques exclusivos de hacer un cambio de postura o arma en momentos exactos.

Esto significa que no tenemos acceso a todo lo que el personaje podría hacer desde un principio. Nada de apuñalar por la espalda, eso no se desbloquea hasta haber avanzado mucho en el juego. ¿Parry? Bueno, eso se consigue pronto, pero no esperes poder contraatacar con un golpe mortal tan rápido.

Los jutsus (las magias de toda la vida) tienen dos árboles independientes que necesitan puntos al margen y son también bastante útiles, dando la posibilidad de usar poderes que den ciertas ventajas, aplicar efectos elementales a las armas, provocar estados alterados o lanzar proyectiles de fuego, viento, rayo, tierra o agua. En esta categoría entran también shurikens explosivos, kunais, makibishi… herramientas ninja, en general. Toda esta combinación de habilidades, mecánicas de combate y herramientas es de lo más variada y supone un buen cambio con lo que se suele ver dentro del género.

En lo que se refiere al aspecto visual y teniendo presente que he analizado Nioh en una PS4 estándar, el juego es muy sólido. Gráficamente está a la altura de cualquier juego actual, con un nivel de detalle de los personajes alto y con animaciones de lo más creíbles. Nada de movimientos mecánicos o forzados, pues tanto nuestro protagonista como los enemigos se mueven con naturalidad. Y las secuencias, otro de los aspectos diferenciadores, presentan con acierto a personajes históricos, villanos ficticios y espíritus guardianes entre los que, sí o sí, hay que destacar un simpático gato con un parche en el ojo y vestuario ninja.

Para los interesados, independientemente de que juguéis en PS4 o PS4 Pro, hay dos modos de jugarlo: Modo Cine y Modo Acción. El primero ofrece una resolución de 1920×1080 (3840×2160 en pantallas 4K con PS4 Pro) y 30fps estables. Por su parte, el Modo Acción ofrece en PS4 una resolución que sólo se especifica como «estable» y fps variables que pueden o no superar los 30fps. En PS4 Pro este modo se juega a 1920×1080 y 60fps estables.

He de decir que aunque he probado durante horas el Modo Acción, no he notado grandes diferencias, y la gran mayoría de la partida ha sido en Modo Cine y la verdad, fluidez absoluta durante prácticamente toda la sesión. Sólo en dos ocasiones he visto tirones, aunque ese momento coincidió con muchos efectos en pantalla y la activación del autoguardado, situación en la que, como sabréis por experiencia propia, suele haber pequeñas caídas de frames. Efectos como la lluvia o el fuego quedan muy logrados, y aportan una ambientación de lo más interesante y original. Resulta llamativo pensar que no existía un juego de estas características hasta ahora; quizás lo más parecido fuera Toukiden, pero la apuesta de este por centrar las fases en la naturaleza restaba importancia a la estética asiática.

Pasando a lo interesante para muchos, la dificultad, me encuentro en la situación de tener que aclarar una cosa. El juego es difícil. Es evidente que los últimos años nos han curtido y tener experiencia en el género es una ventaja, pero vais a morir mucho. Un par de golpes bien dados te dejarán listo de papeles, enfrentarte a más de dos enemigos a la vez dejará tu espalda expuesta y los jefes son bastante temibles, aunque saber escoger el arma y elemento adecuados ayuda. La dificultad ha bajado bastante con respecto a la alpha original, quedando a la altura de la beta, así que podéis haceros una idea de lo que vais a encontrar.

Pero, evidentemente, no se tratará para nada de un paseíto o una experiencia agradable. Es muy satisfactorio hacer crecer tu árbol de habilidades, aprender nuevas técnicas, dominar tu arma favorita y desarrollar ese sentido que te permite decidir en una fracción de segundo qué ataque relativo a cada una de las tres posturas de cada arma necesitas usar para no morir, pero es difícil de dominar en su totalidad.

Obviamente, podéis jugar de forma cooperativa con un compañero. El modo online tiene otras variantes, aunque aún no se ha activado el PvP «directo». ¿Por qué lo pongo entre comillas? Porque en los escenarios hay tumbas que permiten invocar espectros. Jugando desconectados serán avatares fijos creados por la IA, pero en conectado serán espectros de otros jugadores, aunque también controlados por la IA, lo que hace que sea una suerte de PvP asimétrico por así decirlo.

Más adelante se desbloquearán las Guerras de Clanes, que permitirán la afiliación a uno de ellos y acumular Puntos de Honor para poder alzarse con la victoria en estas batallas y desbloquear armas extra, gestos e incluso la posibilidad de que el aspecto cambie por el de los demás protagonistas del juego, e incluso villanos.

Nioh ha estado una década dando vueltas por la mesa de desarrollo, pero el resultado vale la pena. Resulta imposible, mientras juegas, no recordar la genial saga Onimusha, aunque las mecánicas sean diferentes, por lo único que resulta de la combinación de su estética, planteamiento e incluso personajes hisóricos utilizados. La velocidad de los combates, la fluidez con la que se desarrollan y lo fácil que es quedarse prendado de la presentación visual, de los imponentes y variados enemigos os atraparán irremediablemente.

Con más de cincuenta horas de juego entre misiones y misiones secundarias, y sin contar el deseo de avanzar en la Guerra de Clanes o afrontar las complicadísimas Misiones de Ocaso, estoy sin duda uno de los mejores juegos de este primer trimestre, que está a punto de recibir una buena cantidad de lanzamientos de relevancia.

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Jugabilidad: 9.25
Gráficos: 9
Sonido: 9.5
Satisfacción: 9.25

Análisis

Team Ninja ha sido capaz de pasar por encima de las inevitables comparaciones con la saga Souls, creando un título que brilla con luz propia. Es difícil, es un reto imponente, pero es divertido a rabiar. Con una jugabilidad variada y adictiva, una presentación visual atractiva y una ambientación increíble, Nioh está llamado a ser uno de los grandes juegos de 2017.