Análisis Mad Max

78
El mundo del loco Rockatansky se estrena en consolas con altibajos
Por Antonio López 7 septiembre, 2015

El mundo de Mad Max pedía a gritos tener su propio videojuego. Hace casi 30 años que un señor llamado George Miller ideó un universo que marcaría tendencia dentro del celuloide y pondría de manifiesto que la demencia australiana tenía un lugar dentro de la cultura popular. De paso, nos descubrió a un tal Mel Gibson y asentó las bases para una franquicia que cambiaría con el paso del tiempo y que conseguiría entidad propia con El Guerrero de la Carretera, una de esas segundas partes que consigue superar al original para alegría de los espectadores. Warner Bros., sabedora del atractivo que Mad Max tenía para el sector de los videojuegos, encargó a Avalanche Studios una aventura interactiva que intentase llevar el desértico y desolador mundo postapocalíptico de Miller a consolas y compatibles, cuestión que se ha logrado con irregular resultado.

Previsto para PS3 y Xbox 360 y lanzado finalmente en PS4 y Xbox One, la primera aventura de Mad Max en consolas despierta sentimientos enfrentados. Aquellos que amamos la franquicia cinematográfica nos encontramos ante una propuesta cargada de referencias y con horas de juego, mientras que aquellos usuarios que desconozcan los originales se enfrentan a un título cargado de contenido, no lo ponemos en duda, pero tan repetitivo como soporífero en más de una ocasión. El margen de mejora es evidente, aunque tampoco podemos hablar mal de un título cuyo villano lleva por nombre Scrotus.

Lo primero que llama poderosamente la atención es la similitud de la propuesta, al menos en lo visual, con Furia en la Carretera, la sobresaliente cuarta entrega cinematográfica que pudimos ver hace unos meses y que ha marcado un nuevo rumbo para la saga. Este Mad Max nos plantea una historia que nos cuesta ubicar dentro del entramado argumental de la obra, aunque es evidente que los tonos utilizados, así como las escenas nocturnas, se asemejan más a la película protagonizada por Tom Hardy que a las del señor Gibson.

Tras una secuencia de introducción de lo más explícita nos encontramos con un enorme mundo por explorar y con una misión: recuperar el motor V8 de nuestro querido Interceptor, que ha sido vilmente destrozado. Para llevar a cabo nuestro cometido tendremos que plantarle cara a las terribles y salvajes huestes del caudillo Scrotus, que dominan la región. La trama no es la más original del mundo y, por momentos, peca de mostrar poco interés por sus personajes, aunque todo se nos olvida cuando comenzamos a descubrir la gran cantidad de contenido que nos aguarda en la propuesta desarrollada por Avalanche Studios, bien conocidos por ser los responsables de la franquicia Just Cause.

De esta forma, además de completar misiones principales que marcarán el devenir de la trama centra, Mad Max presenta una serie de misiones secundarias que van desde la eliminación de convoyes enemigos hasta la destrucción de espantapájaros de metal, pasando por la aniquilación de francotiradores o la conquista de campamentos enemigos. Este último aspecto ocupará buena parte de nuestro tiempo, debiendo hacer frente a un grupo de salvajes atrincherado en una fortificación y con diferentes objetivos principales, como la destrucción de tanques de gasolina o la eliminación de algún jefe de zona, el tipo de enemigo más peligroso. Todas estas misiones las llevaremos a cabo para eliminar la presencia de las tropas de Scrotus en la región en concreto, siendo el mapa lo suficientemente extenso como para mantenernos ocupados una treintena de horas.

El principal defecto que presenta Mad Max reside en la repetición de misiones secundarias. Serán muchos los jugadores que terminarán cansados de llevar a cabo las mismas tareas una y otra vez, por lo que el resultado final se ve condicionado por este planteamiento jugable que presenta mucho margen de mejora, siempre y cuando se decidan a desarrollar una segunda entrega. Más allá de lo antes mencionado, el componente de exploración es otro de los puntos a destacar del título, centrando nuestra búsqueda en la consecución de chatarra. Gracias a ella podremos mejorar las características de Max y dotar a nuestro vehículo de los extras necesarios como para llegar a ser el verdadero Guerrero de la Carretera.

El Magnum Opus, nuestro sagrado medio de transporte, adquiere un enorme protagonismo y se convierte en el gran acierto de la propuesta. Mejorar sus posibilidades será de gran importancia y, a medida que lo vayamos haciendo, conseguiremos un vehículo robusto y casi indestructible, capaz de plantar cara a todos los enemigos motorizados que se pongan por delante. Cuestiones como el blindaje, los neumáticos, la suspensión y, por supuesto, el motor, podrán ser mejoradas a través de la historia y de la ya mencionada chatarra. Para llevar a cabo nuestra misión contaremos con la ayuda de Chumbucket, un mecánico «dedinegro» que tienen en el Magnum Opus a su Dios particular y que mantendrá en buenas condiciones el coche, así como también nos echará una mano en los combates a través de diversas herramientas, como el gancho o el «truenoarpón».

Los términos de exploración se complementan con la consecución de diversos recursos que permiten la supervivencia de Max en el Yermo, como son el agua o la gasolina. Tristemente, ambas cuestiones están bastante desaprovechadas y resulta más sencillo obtenerlas de lo que puede parecer en un principio. La salud de Max no es regenerativa, por lo que deberemos beber agua, comer comida de perro o gusanos para recuperarla, así como podremos coger cualquier vehículo enemigo si nos vemos apurados o sin acceso al Magnum Opus. También descubrimos una amplia variedad de coleccionables que harán las delicias de los jugadores completistas.

A pie y en combate, Mad Max presenta un sistema jugable similar al visto en otros juegos de Warner, como los de la serie Batman: Arkham o Sombras de Mordor. La mayoría de peleas se puede solucionar sin demasiados contratiempos y a puñetazos, aunque también podremos seleccionar nuestra escopeta de cañones recortados para acabar con los rivales. El trabajo de Avalanche en este sentido es de lo más decente, aunque echamos en falta un sistema de combate más profundo y desafiante, más si tenemos en cuenta el violento mundo en el que se ambienta la obra.

Con sus fallos y sus peros, es evidente que esta primera aventura interactiva de Mad Max ofrece mucho contenido. Pero, una vez aparcado ese tema, conviene centrarse en la vertiente visual de la obra. Como jugadores consumados, no necesitamos más de 10 minutos con el título para darnos cuenta de que la obra había sido ideada para consolas de la pasada generación. Se aprecia en muchos detalles y en diversas animaciones, aunque debemos reconocerle el mérito a Avalanche Studios por ser capaz de acercarse a la estela audiovisual impuesta por Furia en la Carretera. Cielos espectaculares, noches luminosas, explosiones impactantes y tormentas de arena mortales son algunos de los momentos más brillantes que ofrece el título a nivel gráfico.

Son las animaciones y las escenas cinemáticas las que evidencian ese planteamiento original de pasada generación, dejándonos con personajes poco inspirados y con algunas animaciones algo desfasadas que los más exigentes no podrán perdonar. Curiosamente, esto permite que los movimientos de Max sean algo bruscos, lo que le otorga al personaje una forma de moverse muy realista y bruta, cuestión que marca su tendencia salvaje y guiada por la supervivencia, como el detalle de acercar la mano a la escopeta cuando va caminando o la cojera que sufre tras caer desde una altura considerable.

Es cierto que Mad Max no es la cumbre de las posibilidades técnicas actuales, pero lo que hace lo resuelve con solvencia y los errores presentes, como el popping y determinadas ralentizaciones, no lastran el resultado final. Como ya hemos destacado anteriormente, el margen de mejora es evidente y esperamos que Warner haya tomado buena nota si tiene previsto lanzar alguna continuación. También echamos en falta el uso de una banda sonora de mayor calidad y un buen doblaje al español. El título está disponible en inglés con unos acertados subtítulos en español, cuestión que frena sin mucho sentido la habitual localización a nuestro idioma de los juegos de Warner.

Sea como fuere, Mad Max es un videojuego notable, un título que causará buenas sensaciones entre los aficionados a la franquicia cinematográfica y que cuenta con un universo rico y lleno de posibilidades, con horas de contenido y diversos aciertos a destacar, como toda la parte de conducción y de mejora del Magnum Opus. Es de recibo resaltar el trabajo realizado por Avalanche Studios, que pasó de tener entre manos un juego para PS3 a uno para PS4, que ha experimentado diversos retrasos y que, suponemos, estuvo marcado por el complejo rodaje de Furia en la Carretera, película que se ha convertido en la nueva seña de identidad de la saga y que influye notablemente en el videojuego. Mad Max es repetitivo, sí, y no llega a cumplir del todo con las expectativas creadas, pero es una producción notable que, a buen seguro, os mantendrá ocupados durante horas.

78
Jugabilidad: 8
Gráficos: 8
Sonido: 7.75
Satisfacción: 7.75

Análisis

Mad Max se queda a medio camino entre lo que prometía y lo que realmente ofrece. Aún así es un juego notable, algo repetitivo, que cumple en casi todas sus facetas y que puede marcar positivamente el devenir de una nueva franquicia, siempre y cuando sus responsables decidan apostar por mejorar con una segunda entrega.