Análisis Watch Dogs (PS4)

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El sandbox donde tu principal arma es la propia ciudad
Por Manuel Gimeno 28 mayo, 2014

Ríos de tinta han corrido desde que en E3 de 2012 Ubisoft diera la campanada mostrando el ya inolvidable tráiler de Watch Dogs. Inolvidable no sólo por la calidad gráfica que en él se desprendía, sino también por la polémica suscitada a posteriori durante estos últimos meses, y que hacía referencia a una bajada de detalle visual en el acabado final del juego. Un hecho que, sumado al retraso del último proyecto de Ubisoft de finales de 2013 al mes de mayo de 2014, ha desatado mucho escepticismo por parte de prensa y aficionados que no sabían muy bien qué esperar de Watch Dogs.

Pero ya está aquí. Ubisoft Montreal, en colaboración con los demás estudios de Ubisoft, dio por finalizado el desarrollo hace escasas semanas, estando ya en las tiendas de todo el mundo. Las promesas fueron varias, el resultado el que tenemos entre manos. Un nuevo sandbox que intentará hacerse hueco en un género dominado con mano de hierro por Rockstar, pero que para ello la compañía francesa no ha escatimado recursos a la hora de proponer algo que la desmarque de lo visto hasta ahora. Un proyecto ambicioso sin duda y que se establece como uno de los grandes lanzamientos del presente año 2014

Ante un título de estas características y pese a su cualidad de juego transgeneracional, lo justo es aislarse de los dimes y diretes, de lo que pudo haber sido y no fue, poner el juego en la consola y disfrutar si las condiciones reales del mismo lo permiten. Eso es lo que hemos hecho en LaPS3, dedicando un día más para probar todas las particularidades antes de sacar el presente texto, cuando hemos dado buena cuenta del apartado online de Watch Dogs, así como todas sus opciones disponibles durante el desarrollo normal de la historia.

Hablar del argumento de Watch Dogs es hacerlo de una historia de venganza, de rencor y de obsesión. Aiden Pierce, nuestro protagonista y hacker con larga experiencia, carga sobre sus espaldas el dolor del pasado. Un error fatal o tal vez el hecho de elegir las vías más peligrosas para sobrevivir acaban por hacer daño a sus seres más queridos. La respuesta de este hacker no es otra que devolver la moneda con la que le han pagado, retroalimentando de nuevo un círculo de dolor del que su familia le insiste en que abandone de una vez.

En líneas generales, el planteamiento de Watch Dogs no sorprende. No son pocas las veces que hemos visto una historia de calibre similar tanto dentro de la literatura como en el propio cine. Sin embargo, el mayor problema viene dado por la falta de carisma que se desprende de Aiden Pierce. Desde el primer momento en el que entramos en contacto con él a través de una escena no exenta de fuerza, notamos que estamos lejos de protagonistas vistos en otros juegos de mundo abierto, o simplemente dentro del repertorio de personajes que suele mostrar la propia compañía gala en sus diferentes sagas.

Este hecho en concreto hace que el juego intente cargar todo el peso de la historia en los personajes que rodean a Aiden, aunque estos no muestran tampoco síntomas de ser capaces de soportar tan pesada carga. Una historia que no suscita demasiado interés, junto a personajes nada extraordinarios es una mala combinación, pero que en cambio se ve compensada por la sencillez de la misma y por la facilidad de poder seguirla a pesar del ritmo tan poco continuista que ofrecen los sandbox, en los que puedes dedicarte una tarde entera a continuar con la historia principal como a perderte entre sus múltiples misiones secundarias.

Ya sea por cuestiones de azar o por lo bien montado que está todo lo que envuelve a la historia de Watch Dogs, lo cierto es que las carencias de la misma se ven muy bien compensadas por el magnífico ritmo que ofrece el juego en todas sus otras vertientes. Y es que, antes de entrar a valorar la cantidad y la variedad de misiones alternativas que posee la propuesta de Ubisoft Montereal, debemos hablar de la herramienta principal de Aiden y que hace de Watch Dogs un juego único: Chicago.

Sí, y decimos Chicago en lugar de su smartphone o su capacidad de hackear, porque al final la sensación que queda es que la ciudad está completamente viva, y que supone nuestra principal arma para hacer frente a todas las dificultades que nos asalten en el transcurso de la aventura. Aiden tiene todo el poder en su mano, pero sólo sabiendo localizar las opciones que le proporciona la bien recreada ciudad es cuando se pueden explotar a conciencia todas las opciones del juego.

Justo en este punto es donde podríamos tirarnos horas y horas hablando de todo lo que podemos hacer a lo largo y ancho de la ciudad, de la gran cantidad de detalles que el juego refleja, de las influencias de las cuales bebe y de su incidencia directa en la conformación de misiones secundarias que suponen, sin duda, el alma de Watch Dogs. Los primeros compases de la aventura hacen que recibamos la sensación de que ante nosotros tenemos una gran cantidad de posibilidades, y hasta cierto punto es totalmente cierta.

Tal vez Watch Dogs no apuesta por trabajar detalles basados en las físicas o en el impacto visual (del cual hablaremos más adelante), pero sí lo hace por dotar a todo aquello susceptible de ser hackeado de una consistencia que se convierte en lógica y nos permite disfrutar plenamente de la capacidad de controlar todo el poder del ctOS. El ejemplo más básico viene dado por todos aquellos personajes que nos cruzaremos por las calles de la ciudad, y que con un pequeño vistazo a nuestro teléfono móvil descubriremos su nombre, su edad, la profesión que desempeñan y su secreto más relevante, además de poder hackear su cuenta bancaria o averiguar que están a punto de cometer un crimen o de ser víctima de uno de ellos.

Pero además, la incidencia directa en Chicago, como hemos dicho, será muy importante. Poder hackear cámaras de seguridad será una constante, además de hacer explotar tuberías de gas o aparatos eléctricos, pero también otras acciones que nos harán consumir barras de batería de nuestro móvil (recuperables al pasar algo de tiempo), y que nos permitirán cambiar los semáforos de color, activar bolardos por toda la ciudad o subir y bajar un puente a nuestro antojo. Unos pocos ejemplos de todo lo que podemos hacer, reservándonos otros más interesantes para que podáis descubrirlos y disfrutarlos en medio de la partida.

Uno de los mejores aspectos de esta jugabilidad integrada en el comportamiento cambiante de la ciudad viene dado por la buena interacción que se produce cuando nos subimos a algunos de los vehículos que hay por toda la urbe. Ya que no tenemos la oportunidad de disparar desde el interior de un coche o subidos a una moto, sí podremos controlar todo lo que ocurra en Chicago desde nuestro transporte mientras cruzamos las calles a toda velocidad. Como vemos, todo está enfocado al hackeo, y en base a ello las herramientas jugables se disponen para poder sacarle el máximo partido posible.

En base a ello contaremos con un extenso árbol de habilidades enfocado a las opciones de hackeo, pero también a la conducción o el sistema de disparos en tercera persona. Conforme vayamos avanzando en la historia, así como resolvamos misiones secundarias de las que encontraremos muchas, variadas y en gran cantidad, nuestra experiencia acumulada nos hará ganar puntos de habilidad que intercambiaremos por todas estas nuevas herramientas.

Como en todo sandbox que se tercie, o al menos, en todos aquellos en los que se desarrolla la historia en un contexto actual, la conducción y los disparos son una parte fundamental de todo el entramado. Por un lado, encontramos una gran cantidad de vehículos disponibles para poder asaltar, siendo todos ellos necesarios cuando tengamos que huir de la presencia policial, realizar una persecución o derribar un convoy enemigo armado hasta los dientes. Encontramos que la conducción es sencilla, aunque se nota demasiado al componente artificial para que esta sensación se consiga. Un punto negativo que viene dado por unas físicas que en ningún caso han sido trabajadas a conciencia.

No pasa igual con el sistema de disparos en tercera persona, que cuenta con una calidad destacada y que hemos podido comprobar que ha mejorado bastante desde la última vez que pudimos probar el juego durante la pasada Gamescom. La animación con la que Aiden dispara por fin es convincente, dinámica y divertida, haciendo que junto a la capacidad de cierto parkour que exhibe nuestro protagonista tengamos a nuestra disposición una buena mecánica de interacción en este sentido.

Aunque dejando de lado las mecánicas y las posibilidades del hackeo que suponen la columna vertebral de la propuesta de Ubisoft, unas de las cosas más importantes en todo sandbox que se tercie es la cantidad de opciones que hay fuera de la historia principal. Watch Dogs tiene una gran cantidad de ellas, pero también una variedad importante que desde nuestro punto de vista aporta frescura continua a la propuesta, pero que como suele acabar pasando también puede cansar si no se mezclan convenientemente cada una de ellas.

En el mapa de Chicago, que está constituido prácticamente por una fisonomía urbana, encontraremos muchos motivos para parar el coche en cualquier momento y acometer algunas de las misiones que aparecerán por las calles de la ciudad. Una de ellas tendrá influencias tanto de Assassin’s Creed como de Far Cry, y consistirá en acceder a un Centro de Control ctOS y desbloquear así el control del distrito en el que está encuadrado. A partir de esta acción, si luego conseguimos liberar las Torres del ctOS, la sección del mapa mostrará una gran cantidad de misiones ocultas y localizaciones secretas con las que seguir profundizando en el juego.

La mayoría de ellas, evidentemente, tienen un denominador común, que es el hackeo. Invadir la privacidad de ciertas personas, buscar personas desaparecidas a manos de un asesino en serie, intrusión en el ctOS, asalto a convoyes criminales, colarse en los escondites de bandas, ejecutar contratos de agentes… Una variedad destacada que se une a los eventos aleatorios que nos encontraremos por el mapa, y que nos permitirán asaltar a aquellos transeúntes que tengan en mente cometer un delito, teniendo que pillarlos en el momento justo para poder neutralizarlos.

Pero eso no será todo. Watch Dogs tiene toques originales y muy locos, al más puro estilo Saints Row, como queda representado en las posibilidades de los viajes digitales, minijuegos bastante trabajados en los que se puede desarrollar un árbol propio de habilidades en cada uno de ellos y que van desde un especie de Carmageddon, a un juego de infiltración por toda la ciudad de Chicago, pasando por un juego de plataformas psicotrópico y otro anclado en la acción a los mandos de una gigante y poderosa araña mecánica.

Aunque también podremos realizar otras actividades algo menos impresionantes, como pueden ser partidas de ajedrez, retar a un trilero callejero a encontrar la bola entre los cubiletes, tumbar a algún cliente de un bar a una lucha de resistencia al alcohol o jugar a un entretenido juego de móvil en 3D que nos enganchará durante varios niveles.

Como vemos, miles de posibilidades son las que nos ofrece la ciudad de Chicago, pero que no son las únicas, pues falta a todo esto añadirle un componente online muy bien planteado y que, en nuestra opinión, da muy buenos resultados. De la misma manera que mientras andamos por la ciudad nos saltarán de forma regular solicitudes para ayudar a ciudadanos desvalidos, la faceta online de Watch Dogs entrará en juego cuando menos lo esperemos, teniendo la opción de acceder a la solicitud entrante o no, pues en ocasiones seremos invadidos por otro jugador sin previo aviso.

De hecho, poder introducirnos en las partidas de otros jugadores y robarles los datos fue sin duda uno de los modos de juego que más nos divirtió, tanto cuando éramos nosotros los que intentábamos realizar la acción como defendernos de ella. Por otro lado, las carrera de coches por las calles de Chicago tenían un punto extremadamente adictivo, pudiendo conducir por diferentes zonas usando todos los atajos pertinentes y los hackeos de la ciudad a los mandos de un coche para podernos alzar con la victoria.

Pequeños ejemplos de lo que el online de Watch Dogs propone, y que gira en torno a la consecución de reputación para acudir una y otra vez a batirnos en duelo por la red del juego. Algo original y fresco, que no resulta molesto si queremos centrarnos en la vertiente offline, pues podremos desactivarlo en el menú sin ningún problema, pero que sobre todo aporta todavía más variedad a toda la propuesta de Ubisoft Montreal. Realmente la compañía gala no se equivocaba al confiar tanto en esta parte del juego, que aunque nos hubiera gustado que estuviera repleta de más modos de juego, supone uno de los untos fuertes de Watch Dogs.

Y aquí viene la mayor parte de la polémica. Por lo que se enseñó en un principio y por lo que resultó ser después. Watch Dogs gráficamente no se corresponde con aquello que se vio en el famoso E3 2012, pero eso no significa que a nivel técnico sea un mal juego. Nada más lejos de la realidad. Watch Dogs muestra en numerosas ocasiones a lo largo de la partida una solidez tremenda en su apartado gráfico. Algo muy loable dado, sobre todo, siendo un juego multiplataforma y estando en los principios de la nueva generación de consolas.

Hay muchos detalles que destacan, como pueden ser los modelados de los personajes, sobre todo en las escenas cinemáticas. Cuidados hasta el más mínimo detalle, no encontraremos en ningún momento brechas en cuanto al diseño y la conformación de los mismos, destacando por encima de todo los movimientos faciales, suaves y precisos, pero sumamente expresivos y que transmiten a la perfección el estado del personaje que habla.

La ciudad en sí también cuenta con gran nivel de detalle. Apenas hay problemas de popping pese a ser un sandbox y estar muy condicionado a sufrirlos. Tal vez se eche en falta una mayor resolución de imagen para ver todavía mejor las imágenes a la lejanía, pero en ningún momento eso entorpece el acabado del juego en su fachada técnica. Además, efectos climatológicos como la lluvia, el dinamismo con el que el tiempo cambia, el agua, la bruma o el humo están muy bien conseguidos, notando en esos pequeños detalles sobre todo que estamos antes un juego de nueva generación.

Por último, el apartado sonoro destaca por el completo doblaje del juego al castellano. Algo a tener muy en cuenta dado el trabajo que ello supone, y que además está realizado de forma muy correcta. La música que escucharemos en los coches nos ha resultado extremadamente pegadiza y amena, incluso en momentos más que en Grand Theft Auto V. Aunque eso sí, ni mucho menos contaremos con la variedad y la cantidad del juego de Rockstar.

Viendo esta primera entrega, estamos convencidos que a Watch Dogs le espera un futuro prometedor, porque el presente lo es. Ubisfot nos ha presentado un juego de alta calidad, divertido y extremadamente original dentro del género sandbox. Evidentemente, queda mucho camino aún por recorrer, pero estamos seguros que Watch Dogs es solo el inicio de una saga que aportará muchas alegrías a los aficionados del videojuego.

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Jugabilidad: 9
Gráficos: 9
Sonido: 8.5
Satisfacción: 8.75

Análisis

Watch Dogs se convierte en una de las mejores opciones dentro del catálogo actual de PlayStation 4. Controlar toda la ciudad de Chicago con tu smarthphone es extremadamente divertido y, aunque no alcanza las cotas de calidad de juegos como Grand Theft Auto V, aporta una gran cantidad de horas de diversión en la nueva consola de Sony.