- Unido
- junio 1, 2008
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Las marcas “exclusivas”. Desde el agua mineral a los complementos, siempre pagaremos un “plus” por (hacer publicidad de) un logotipo que vale muchísimo más que el material subyacente.
Todo lo que tiene que ver con la palabra “boda”: la ropa, los viajes, las fotos… Caso paradigmático es el menú. Si tú te presentas en un restaurante con unos amigos y cada uno pide lo que le sale de los cojones, te gastas X. Si al restaurante le avisas con tiempo y además todos toman lo mismo, la broma te cuesta X * 1′5. Se desperdicia más comida, eso sí.
Los repuestos. Comprar cualquier artilugio (un coche, una nevera…) al precio de las piezas que lo componen puede resultar en un incremento del 10.000% sobre el precio original. Excepciones notables a esta norma sólo conozco los ordenadores (aunque cada vez menos) y las bicicletas “buenas”.
Las fotocopias de los notarios. Sabido es que en las notarías te meten una clavada por ese etéreo acto de “dar fe”, pero es especialmente sangrante que la fotocopia de unas escrituras te la cobren como si el tóner fuera polvo de diamante.
El arte. Es una variación del tema de la marca exclusiva, sólo que en este caso lo que vale es la firma. ¿Por cuanto multiplicaría su precio un cuadro olvidado en la sacristía de una iglesia si alguien raspa la mierda y encuentra la firma de Leonardo da Vinci?. El cuadro sigue siendo el mismo.
El arte moderno. Variación del anterior, pero además el objeto firmado puede ser ferpectamente un montón de neumáticos coloreados, un maniquí con un hachazo en la cabeza y una palabra garrapateada en el culo, o algo aún más epatante y rompedor.
Morirse.
La tinta de las impresoras de inyección. Gente aburrida que ha echado cuentas ha concluido que uno de los líquidos más preciosos sobre la faz de la Tierra es la tinta de HP.
¿Y qué me dicen de ciertos vinos? Lo mismo no llegan a los precios de la tinta de HP, pero por ahí le andan. Claro que esto puede considerarse dentro del epígrafe ya comentado como “marcas exclusivas”…
Una de las cosas que me causa mayor escándalo, por varios motivos, es el precio de los diamantes. Para empezar me fascina que una cosa que sólo sirve “de adorno” —no entramos aquí en los de uso industrial— sea tan cara… ¡porque es escasa! Todavía la jodía tinta de HP vale para algo. Y luego está lo de la presunta escasez. Los grandes comerciantes —por no llamarlos directamente traficantes— mundiales de diamantes almacenan grandes reservas de los mismos para fomentar esa escasez. De Beers, por ejemplo, tiene millones de piezas que va sacando lentamente al mercado para no reventar el cuento de la escasez y mantener los precios altos.
Y ya que hablamos de cosas escasas, es muy divertido ver como algunos productos de alimentación —o tontuna más bien— son carísimos, a pesar de que no están especialmente deliciosos, sólo por su rareza. A un servidor los percebes le saben a agua salada, las ostras a moco insípido y el caviar a pescado “olvidado” al sol. ¡Pero cuestan una pasta! Seguro que la tinta de HP tiene más sabor.
¿Algún ejemplo más que nos hayamos olvidado?
____________
Via:
http://halondisparado.com/?p=2800
Todo lo que tiene que ver con la palabra “boda”: la ropa, los viajes, las fotos… Caso paradigmático es el menú. Si tú te presentas en un restaurante con unos amigos y cada uno pide lo que le sale de los cojones, te gastas X. Si al restaurante le avisas con tiempo y además todos toman lo mismo, la broma te cuesta X * 1′5. Se desperdicia más comida, eso sí.
Los repuestos. Comprar cualquier artilugio (un coche, una nevera…) al precio de las piezas que lo componen puede resultar en un incremento del 10.000% sobre el precio original. Excepciones notables a esta norma sólo conozco los ordenadores (aunque cada vez menos) y las bicicletas “buenas”.
Las fotocopias de los notarios. Sabido es que en las notarías te meten una clavada por ese etéreo acto de “dar fe”, pero es especialmente sangrante que la fotocopia de unas escrituras te la cobren como si el tóner fuera polvo de diamante.
El arte. Es una variación del tema de la marca exclusiva, sólo que en este caso lo que vale es la firma. ¿Por cuanto multiplicaría su precio un cuadro olvidado en la sacristía de una iglesia si alguien raspa la mierda y encuentra la firma de Leonardo da Vinci?. El cuadro sigue siendo el mismo.
El arte moderno. Variación del anterior, pero además el objeto firmado puede ser ferpectamente un montón de neumáticos coloreados, un maniquí con un hachazo en la cabeza y una palabra garrapateada en el culo, o algo aún más epatante y rompedor.
Morirse.
La tinta de las impresoras de inyección. Gente aburrida que ha echado cuentas ha concluido que uno de los líquidos más preciosos sobre la faz de la Tierra es la tinta de HP.
¿Y qué me dicen de ciertos vinos? Lo mismo no llegan a los precios de la tinta de HP, pero por ahí le andan. Claro que esto puede considerarse dentro del epígrafe ya comentado como “marcas exclusivas”…
Una de las cosas que me causa mayor escándalo, por varios motivos, es el precio de los diamantes. Para empezar me fascina que una cosa que sólo sirve “de adorno” —no entramos aquí en los de uso industrial— sea tan cara… ¡porque es escasa! Todavía la jodía tinta de HP vale para algo. Y luego está lo de la presunta escasez. Los grandes comerciantes —por no llamarlos directamente traficantes— mundiales de diamantes almacenan grandes reservas de los mismos para fomentar esa escasez. De Beers, por ejemplo, tiene millones de piezas que va sacando lentamente al mercado para no reventar el cuento de la escasez y mantener los precios altos.
Y ya que hablamos de cosas escasas, es muy divertido ver como algunos productos de alimentación —o tontuna más bien— son carísimos, a pesar de que no están especialmente deliciosos, sólo por su rareza. A un servidor los percebes le saben a agua salada, las ostras a moco insípido y el caviar a pescado “olvidado” al sol. ¡Pero cuestan una pasta! Seguro que la tinta de HP tiene más sabor.
¿Algún ejemplo más que nos hayamos olvidado?
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Via:
http://halondisparado.com/?p=2800