Análisis Uncharted: El Legado Perdido

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Naughty Dog da descanso indefinido a su saga más brillante de la mejor manera posible
Por Manuel Gimeno 17 agosto, 2017

Toda historia que se precie debe contar con un final a la altura de su trayectoria. El último canto del cisne que reafirme las bases y las intenciones de un proyecto. No sé si Uncharted terminará aquí o si Naughty Dog retomará su proyecto más mastodóntico y longevo en un futuro no muy lejano. Pero lo que sí sé es que lo que hoy tengo entre manos es un pedazo más de todo ese conjunto de cosas que el estudio de Santa Monica me ha ido acostumbrando con el paso de los años. Incluso con los tan demonizados DLCs o expansiones, a los que la desarrolladora había sido capaz de elevar a una nueva dimensión como ya se viera con Left Behind en The Last of Us.

El Legado Perdido supone así pues la enésima reafirmación del trabajo bien hecho, del mimo por el detalle y la búsqueda constante de satisfacer al usuario, a pesar de usar de nuevo la clásica estructura narrativa para contar una historia que a estas alturas ya nos suena. No os voy a engañar, Uncharted: El Legado Perdido no reinventa la fórmula, ni tan siquiera aporta novedades jugables dignas de mención. Pero consigue que, tras las cuatro entregas del estudio, siga quedándome con la boca abierta cuando descubro una nueva cámara secreta, una ciudad escondida del mundo durante siglos o un tesoro deslumbrante por el que los y las protagonistas están dispuestos a arriesgarlo absolutamente todo.

Chloe Frazer y Nadine Ross toman el mando

Lo que sí es nuevo en esta expansión es en quién recae el protagonismo de esta historia. Sin Nathan Drake en esta ocasión y por primera vez, la carismática Chloe Frazer coge el timón para convertirse en la primera mujer que encabeza una historia de esta franquicia, compartiendo atención con Nadine Ross, que a mi modo de ver fue el personaje más destacable de un Uncharted 4 que no tuvo en Rafe un villano a la altura. Ambas suponen de entrada un dúo más que interesante dada la posibilidad de profundizar en sus historias, siendo sin duda el atractivo argumental más llamativo de este juego.

Y lo mejor es que Naughty Dog da tiempo suficiente como para poder ahondar en esta relación; en el pasado y el futuro de dos mujeres diferentes, pero con la misma determinación de acero. De telón de fondo, una historia que, como decía, no sorprende ya a nadie: Asav, un señor de la guerra en la India, busca el Colmillo Dorado de Ganesh, un tesoro hindú nacido de las leyendas del Imperio Hoysala y perdido durante siglos. Ambas se interponen en su camino, y deberán de hacerle frente tanto a él como a su enorme ejército local para que no se haga con la deseada reliquia. Os suena todo esto, ¿verdad?

El espacio abierto más grande visto nunca en un Uncharted

El Legado Perdido ofrece al jugador más de diez horas de aventuras alternadas entre tramos completamente lineales y uno muy abierto. Tanto, de hecho, que es el más grande hasta la fecha en esta franquicia. Ghats Occidentales viene a ser a esta expansión lo que fue el capítulo de exploración de Madagascar a Uncharted 4, pero con un mayor tamaño y posibilidades que abordar. Sin embargo, de la misma forma que pasara en aquella ocasión, se echan en falta más posibilidades de interacción para un entorno tan grande. Se repiten mecánicas en esta fase, con incluso el mismo jeep con el cabestrante para acabar superando las puertas atrancadas que las protagonistas se encontrarán durante todo esa fase. Únicamente la habilidad de Chloe para abrir cajas y puertas con la ganzúa acaba siendo una novedad en términos interactivos, reduciéndose además este hecho a algo anecdótico que no aporta nada realmente reseñable.

Este lugar da libertad total para completar las misiones secundarias y la principal que se ofrece en el orden que se quieran hacer. En mi caso, digamos que empecé la casa por el tejado, y me sorprendió gratamente ver cómo Chloe y Nadine adaptaban sus diálogos a la curiosa situación de haber visitado el primer lugar justo al final de dicha fase. De nuevo, se rescata de Uncharted 4 esas charlas aparentemente intrascendentes que suelen contar siempre algo más. Incluso la forma en la que el juego recupera una conversación interrumpida por cualquier cosa, con toda la naturalidad del mundo.

Pero más allá de que esta sección disponga de más libertad dentro de la linealidad inherente al juego, y haya podido comprobar que hay tal vez muchos más puzles y más imaginativos ahí que casi en todo Uncharted 4, es importante este capítulo porque permite establecer la relación entre Chloe y Nadine. Naughty Dog da tiempo para poder conocerlas a ambas algo mejor, pero también para que madure una relación que nace de la conveniencia, pero que acaba derivando en algo mucho mayor. Cualquiera hubiera podido pensar que, al tratarse de una expansión, el estudio iría directamente al grano. Pero no. La fuerza argumental de las fases posteriores recae justamente en esas pequeñas charlas a las que hago referencia y que, al ser muchas de ellas opcionales, estrechan más los lazos con el jugador que decide explorar hasta la última de las oportunidades que el título de plantea.

Haciendo ciertas cosas mejor que Uncharted 4

En algunos momentos de la aventura he sentido que el desarrollo de la misma era más lógico y coherente que el de la cuarta entrega de la franquicia. Al contrario que en El Desenlace del Ladrón, se plantea una nueva historia y una nueva situación nunca antes abordada; principalmente porque el protagonismo cambia de manos, lógicamente. Incluso la localización buscada en la India y el propio villano superan en carisma a los del cuarto juego. Por un lado, la trama de Henry Avery recordaba demasiado a El Tesoro de Drake por ambientación, y eso aquí no ocurre. Y por otro lado, Asav poco tiene que envidiar al mismísimo Lazarevic como malvado dentro del proyecto de Naughty Dog.

Por supuesto, todo esto se asienta en el brutal apartado gráfico que, de nuevo, vuelve a lucir un Uncharted. Sin esa exhibición continua de músculo en animaciones, detalle de los entornos, efectos de polvo, agua, luz o texturas definidas al milímetro, la saga no sería la que es. No se podría transmitir igualmente de bien el carisma de los personajes, lo que sienten, los matices de sus gestos. Ni tampoco se podría disfrutar de lo espectacular de ese puente que siempre se cae en cada juego o de las explosiones marca de la casa. Todo esto acaba convirtiendo en El Legado Perdido una entrega principal de la saga Uncharted con todas las de la ley, pero a pequeña escala.

La exitosa fórmula empieza ya a agotarse

Y para lo bueno y para lo malo, esto es así. Uncharted: El Legado Perdido hace las cosas bien dentro de lo que es la franquicia. Todo aquello que te suele ofrecer un Uncharted te lo ofrece esta expansión; y en algunos casos mejor que lo visto anteriormente. Sin embargo, otra de las sensaciones que se obtienen durante el transcurso de la aventura es que la fórmula empieza a agotarse, la estructura se hace repetitiva y que los espacios abiertos no acaban tampoco de funcionar del todo cuando todas la interacciones con el entorno nacen de la concepción lineal de la entrega. No es culpa esto del Legado Perdido, por supuesto, pero al final del camino tengo la sensación de que Uncharted tocó techo hace tiempo y que, de seguir en el futuro, repetir lo mismo de nuevo no será suficiente.

A pesar de todo, no le toca a esta expansión cargar sobre sus hombros dicha responsabilidad. Si al principio del texto hablaba de la importancia de Left Behind como contenido adicional de gran calidad, El Legado Perdido supone otro gran exponente en estos términos. Una aventura que ningún seguidor de la saga debe dejar pasar, y que mantiene el nivel e incluso lo supera si se la compara con las entregas principales de la franquicia.

85
Jugabilidad: 8.5
Gráficos: 8.5
Sonido: 8.5
Satisfacción: 8.5

Análisis

Uncharted: El Legado Perdido es como una entrega principal de la franquicia Uncharted, pero a pequeña escala. Nada tienen que envidiar Chloe Frazer y Nadine Ross a Nathan Drake, protagonizando una historia en la que el carisma de ambas brilla con luz propia. Acción a raudales y espectacularidad gráfica que hacen de esta expansión otro nuevo referente, como lo fue en su día Left Behind.