Análisis Virginia

75
Un extraño viaje con mucho de cinematográfico y poco de interactivo
Por Antonio López 27 septiembre, 2016

El primer juego de Variable State es toda una declaración de intenciones. El estudio, fundado por dos veteranos de la industria como Jonathan Burroughs y Terry Kenny, nació en 2014 con la sana intención de sorprender a los jugadores a base de historias protagonizadas por personajes de lo más misteriosos, dignos de las mejores tramas oníricas o surrealistas. No por casualidad todos los medios han nombrado a David Lynch como gran inspirador del estudio, que tiene en su ópera prima una de las experiencias más desconcertantes de los últimos tiempos. Y que nadie tome el adjetivo como algo negativo.

Virginia nace como un intento por parte de Variable State de explorar nuevas formas de narración en los videojuegos, cuestión que juega en contra a la hora de hacerlo accesible a todo tipo de usuarios, pero que permite a los interesados en probar cosas diferentes satisfacer su deseo. Virginia se aleja de los convencionalismos de los denominados walking simulator para inventar sus propias reglas, dejar de lado elementos jugables básicos y narrar su historia como le place, más cerca del lenguaje cinematográfico que del interactivo, tomando por el camino algunas decisiones que lo confirman como un interesante experimento.

La historia nos presenta a una agente novata del FBI y su compañera, que deben encontrar a un joven desaparecido en la ciudad de Kingdom, en el estado de Virginia. Burroughs y Kenny no esconden en ningún momento sus referentes cinematográficos y televisivos, por lo que desde el primer instante sentimos estar dentro de un capítulo de Twin Peaks. Y es que las referencias lynchianas no cesan durante las casi dos horas que dura esta historia, donde también vislumbramos algunos que otros referentes a otras series donde lo «extraño» juega un papel fundamental, como Expediente X o las más cercana True Detective.

Virginia prescinde en todo momento de los diálogos, por lo que únicamente podremos seguir las interacciones entre personajes gracias a sus gestos o expresiones, cuestión que no hace más que resaltar las ganas de Variable State por probar otras formas de comunicación entre personajes. También llama poderosamente la atención el uso que hacer Virginia de las transiciones entre escenas o de los cambios de secuencias. A través de un lenguaje estrictamente cinematográfico, presenciamos como Anne sale de su oficina, baja las escaleras, y sube a un coche. Todo ello como si de una película se tratase, sin dejarnos “jugar” todo el camino, cortando la secuencia con un simple cambio de plano, siguiendo al pie de la letra las indicaciones del guión.

El título que ha confeccionado Variable State se aleja de cualquier convencionalismo y resulta complicado hasta enmarcarlo dentro del género walking simulator. Mientras que títulos como Gone Home son más accesibles en sus formas o el más reciente Firewatch basaba toda su experiencia en unos diálogos deliciosamente escritos, Virginia incluso prescinde de una jugabilidad más o menos clásica. Caminar hacia delante y pulsar X en momentos puntuales son todos los elementos de interacción que plantea la propuesta. Como decíamos antes, el debut de Burroughs y Kenny como estudio independiente se antoja valiente, incluso extravagante, lo que puede despertar la ira de los más puristas, aunque es evidente que Virginia no está destinado a un público masivo.

Los elementos surrealistas y oníricos del título son los que terminan por dejar fuera de juego incluso a aquellos interesados en este experimento narrativo. Y es que Variable State quiere ser David Lynch en todo momento y al final termina por resultar extremadamente forzado. Es cierto que vivimos escenas poderosas, pero no todas tienen más sentido que el meramente estético. Además, Virginia ofrece pocos incentivos para volver a ser «jugado», aunque nadie puede negarle su arriesgado planteamiento formal, que a buen seguro le reportará un buen montón de detractores, así como un puñado de defensores. La propuesta toca demasiados temas y, lamentablemente, no siempre de la forma más acertada.

En lo audiovisual, Virginia destaca por un acertadísimo uso del color. Los diferentes escenarios y entornos que tenemos ocasión de ver en esta aventura en primera persona rezuman fuerza, con tonos cálidos que dan energía al relato. Variable State opta en su ópera prima por el formato 21:9, más propio del mundo del cine, por lo que en todo momento estamos acompañados por bandas negras en las partes superior e inferior de la imagen. Para dar vida a todo este entramado, el estudio utiliza el motor Unity que, si bien cumple su función y muestra los minimalistas y sencillos diseños de los personajes con acierto, pega algún que otro tirón si movemos la cámara de forma brusca.

Pero, sin duda, el gran acierto de Virginia lo encontramos en su maravillosa banda sonora. La partitura, obra del compositor Lyndon Holland e interpretada por la Orquesta Filarmónica de Praga, es una verdadera joya, capaz de emocionarnos en los momentos clave o de interesarnos en los más misteriosos. Algunas de sus melodías recuerdan a la música de Twin Peaks (no podía ser de otra manera) y acompañan de forma tan sublime las imágenes que vemos en pantalla que resulta imposible no caer rendido a los pies de semejante trabajo creativo. Ante la ausencia de diálogos, Virginia se ahorra el trabajo de doblaje, aunque es posible disfrutar de textos en español, lo que resulta de agradecer dado los diferentes archivos y escritos que debemos investigar durante la trama.

Virginia es, en definitiva, una propuesta que se preocupa más por lo artístico y lo experimental que por agradar al gran público. Su lenguaje cinematográfico y lo poco que ofrece en términos estrictamente jugables hará que sólo una pequeña parcela de jugadores sepa valorar el trabajo de Variable State. Puede que los amantes de series como Twin Peaks, Expediente X o Más Allá del Límite reciban con mayor entusiasmo las escenas más arriesgadas, aunque es de recibo señalar que más de una está metida con calzador. Encontrar algo diferente y original es cada vez más difícil y, desde ese punto de vista, Virginia lo consigue. Puede que otros aspectos del título no estén igual de cuidados, pero no todos los días nos encontramos con una propuesta que tiene, como objetivo final, explorar nuevas formas de narrar en esto de los videojuegos.

75
Jugabilidad: 7
Gráficos: 7
Sonido: 8
Satisfacción: 8

Análisis

El primer título de Variable State es un experimento narrativo que utiliza lenguaje cinematográfico como eje de su historia. Para la mayoría de jugadores puede resultar difícil de asimilar, aunque lo poco accesible del planteamiento premia a los que se atreven con este viaje que bebe directamente de series clásicas como Twin Peaks. Puede que los momentos oníricos sean lo menos inspirado de la propuesta y que toque demasiados temas, pero aún así se agradece ver algo diferente y fuera de lo convencional.