Análisis Psycho-Pass: Mandatory Happiness

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Yo soy la ley
Por César Rebolledo 20 septiembre, 2016

Una de las grandes ventajas que tiene el acceso al mercado digital de videojuegos en consola desde hace dos generaciones es que, cada vez con más frecuencia, tenemos a nuestro alcance títulos y géneros que de otra forma ni siquiera sabríamos de su existencia. Hablamos por supuesto de esos juegos que por norma general prácticamente nunca salen de Japón, como es el caso que nos ocupa: Psycho-Pass: Mandatory Happiness, en su versión para PS4, disponible desde mañana mismo. Esperamos que estéis preparados para leer durante un buen rato, y no nos referimos únicamente a nuestro análisis, como sin duda os imaginaréis.

Para hablar de este juego hay que pensar primero en dónde se encuentra encajado. Psycho-Pass: Mandatory Happiness es una Novela Visual, un término algo redundante pero que rápidamente entenderéis aquellos ajenos al mismo. ¿Recordáis los clásicos libros de «Escoge tu propia aventura» que tan de moda estaban hace unos años? El género de las novelas visuales sigue, en esencia, el mismo concetpo. Leemos una serie de textos, con imágenes de fondo de los personajes y escenarios que se encuentran implicados en la historia, y tomamos ciertas decisiones en momento determinados. Estas decisiones tienen en ocasiones un efecto menor o directamente ninguno, mientras que otros hacen que avancemos por una serie de «rutas». Imaginadlo como un árbol y todas sus ramificaciones. Así es como se desarrollan esta clase de juegos, con multitud de hilos argumentales y finales que como imaginaréis se derivan de las decisiones que tomemos.

En el caso concreto de Psycho-Pass: Mandatory Hapiness, tenemos dos personajes a elegir, cada uno con sus correspondientes trasfondos, motivaciones, historias y finales, si bien en muchos puntos, lógicamente, su viaje coincide.

El mundo en el que se desarrolla Psycho-Pass: Mandatory Happiness es, por supuesto, el mismo que en la serie en la que se basa, que a su vez bebe mucho de Juez Dredd. Las fuerzas del orden actúan haciendo uso de un arma muy especial, el Dominator. Esta pistola es capaz de valorar la predisposición del sospechoso a cometer un crímen, por decirlo de alguna manera. Según el valor que el Dominator asigne al objetivo, puede aturdirlo o puede acabar con su vida al instante. En este caso, la historia central del título gira en torno a un misterioso joven que se dedica a rondar a personas que están justo al límite de lo que el arma consideraría una pena de muerte, y las anima a alcanzar la máxima felicidad (de ahí el nombre del juego). Obviamente y como podréis suponer, esto no termina bien para estas personas, cuya felicidad suele tener como consecuencia el sobrepasar los límites permitidos por el Dominator. ¿Quién es este joven y por qué hace lo que hace?

Si habéis seguido la serie, reconoceréis a varios de los personajes que irán apareciendo a lo largo de la historia, si bien ninguno de los dos protagonistas ni el antagonista aparecen en la misma. Si queréis encajar este argumento en algún punto, el juego transcurre, según la información oficial, entre los ocho primeros capítulos del anime.

[RELACIONADO=Los juegos que no son juegos]Es muy complicado hablar de un juego que no es un juego, que es la premisa detrás de las novelas visuales. Se trata, en varios casos, de adaptaciones de manganimes muy populares en Japón y en ocasiones se han convertido en títulos de culto de alcance internacional. Si queréis empezar con este género, que no se os pase Steins;Gate, una magnífica historia con viajes en el tiempo. Ya si eso más adelante podréis atreveros con Hatoful Boyfriend y ligar con una paloma[/RELACIONADO]Si el juego tiene un problema, es que su argumento no casa tan bien con el factor de las historias ramificadas. Muchas de ellas son prácticamente las mismas y las principales diferencias que vamos a encontrar, salvo por supuesto cuando decidamos justo lo necesario par a ir avanzando por los distintos finales, es una escena escena muy concreta con cada uno de los dos personajes en la que nuestro protagonista establece amistad con alguno de sus compañeros. Por lo demás, prácticamente es lo mismo siempre, hagamos lo que hagamos. Resulta imposible no compararlo con Steins;Gate, en el que el propio argumento se prestaba a las múltiples decisiones e hilos argumentales. Ojo, el juego está en inglés, con voces en japonés, así que si esperábais algo en castellano ya podéis quitarlo de la lista.

No obstante, esto no hace que la propia historia en sí misma no sea interesante. Resulta llamativa y vais a querer ver el final (o alguno de ellos, al menos) para intentar comprender lo que ha pasado ya que, al igual que el anime, os enganchará hasta acabar. Pero resulta casi obligatorio tener ciertas nociones de la serie para que esto suceda.

Mención especial a un minijuego que viene incluido como extra y que nos ha tenido peligrosamente enganchados durante varias horas. Resulta algo complicado de explicar, pero en esencia, se trata de un tablero cuadrado en el que las «fichas» se mueven todas a la vez en la misma dirección que escojamos. Cada una tiene un número (siempre par) y cuando dos fichas con el mismo número coinciden en la misma casilla, se suman formando una nueva ficha. En cada pantalla el objetivo es ir creando una ficha con el valor que se indique (te piden hacer una ficha 8 y después una 4, de repente una 256…) y van apareciendo más fichas y obstáculos a medida que avanzamos. La victoria en estas fases nos permite conseguir puntos, que a su vez podemos canjear por objetos de una galería: voces e imágenes.

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Jugabilidad: 6
Gráficos: 7
Sonido: 6
Satisfacción: 7

Análisis

Psycho-Pass: Mandatory Happiness no es que sea el juego del año. Resulta entretenido, sin más. Aunque nosotros lo hayamos analizado para PS4, nos parece que es más bien un producto ideal para PS Vita y en especial para fans del manga, obviamente. Resulta complicado valorarlo como videojuego cuando realmente no lo es, pero es un producto interesante para los fans de Psycho-Pass