Análisis Carmageddon: Max Damage

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Vuelve la marca más polémica, sin emoción y poco acierto
Por Antonio López 19 julio, 2016

Carmageddon está de vuelta. La que fuera una de las marcas más polémicas del panorama interactivo a mediados de los años 90 regresa ahora con un título que alude a la nostalgia para llamar nuestra atención. Carmageddon: Max Damage se estrenó en PS4 con la sana intención de revitalizar una franquicia que nunca supo recuperarse de su propio éxito y que desde su primera entrega ha ido pegando tumbos, con especial preocupación durante los últimos años, en los que nada parecía capaz de resucitarla.

Stainless Games vuelve a la franquicia que le diera fama internacional con un título que se queda muy por debajo de lo que cabría esperar de él. A pesar de la buena cantidad de contenido presente en la propuesta, Carmageddon: Max Damage se siente como un juego desfasado, que no sorprende a nadie y que tampoco es capaz de aprovechar la vena nostálgica de los jugadores más experimentados con la marca. En un verano soso y repleto de lanzamientos anodinos, parece que la nueva entrega de Carmageddon no es más que otro juego a medio gas y casi sin carisma.

El planteamiento de Carmageddon: Max Damage, así como el de cualquier otro Carmageddon, es el de superar una serie de carreras en las que recibimos puntos extra por destrozar viandantes y aniquilar a nuestros rivales. Lo que a mediados de los 90 generaba ríos de comentarios y polémicas de todo tipo en informativos generalistas, ahora se antoja como algo pueril y sin atractivo alguno, una idea desfasada que poco tiene que añadir al mundo de los videojuegos. Lo que debería haber sido un juego de conducción arcade frenético y divertido, con un claro sentimiento nostálgico, se convierte en un título mal planteado y mal ejecutado en casi todo su conjunto.

En lo que sí acierta de pleno Carmageddon: Max Damage es en ofrecer un contenido amplio y repleto de posibilidades que gustará a los incondicionales de la franquicia. Hay más de 30 vehículos a nuestra disposición, cada uno con sus particularidades y señas de identidad, incluyendo una forma de conducción diferenciada según las dimensiones del mismo. Los coches se van desbloqueando a lo largo y ancho de un modo trayectoria que nos tendrá entretenidos durante 16 misiones, en las que la IA de los conductores enemigos se antoja como el principal error, con fallos garrafales que pueden llegar a fastidiar la experiencia.

Junto con el modo trayectoria o carrera encontramos el modo libre. Como ya podréis imaginar, en esta modalidad de juego podemos hacer lo que nos venga en gana, descubriendo una serie de eventos que se suceden por los diferentes escenarios disponibles en Carmageddon: Max Damage. Cruzar un check point aleatorio, acabar con más peatones que los enemigos, intentar sobrevivir como el último coche en movimiento o salir victoriosos de la denominada “caza del zorro” son algunas de las cuestiones que deberemos afrontar en esta modalidad de juego, que complementa la campaña con más horas de contenido. El tercer modo de juego disponible es el multijugador, con problemas graves a la hora de encontrar partida debido a los pocos usuarios conectados.

A pesar de los escenarios y mapeados, amplios y con muchas opciones a la hora de desplazarnos, este Carmageddon falla en aspectos técnicos tan elementales que más de una vez nos veremos forzados a parar la partida. Las tediosas pantallas de carga son el principal escollo a superar, antes incluso de ponernos al volante. Después deberemos hacer frente a unos rivales manejados por la IA sosos como ellos solos, cuestión que mejora cuando nos adentramos en la vertiente online de la obra y al menos competimos contra jugadores de otras partes del mundo. El control de los vehículos no ha evolucionado casi nada con respecto a entregas previas, así como emular a los protagonistas de La carrera de la muerte del año 2000 dejó de ser divertido hace tiempo.

El uso de violencia gratuita es algo que no sorprende a los más experimentados del lugar. Franquicias como Mortal Kombat la han convertido en su seña de identidad, aunque la propia marca ha sabido evolucionar y ofrecer aspectos tan destacados como su jugabilidad o un potente modo historia. Carmageddon: Max Damage recupera su polémica habitual de arrasar con peatones, animales y todo tipo de seres vivientes en un intento de mantenerse fiel a su fórmula, aunque la misma dejó de tener gracia hace años. Lo irreal del título hace que resulte aún más inofensiva y ya no llama la atención de nadie. Ni los choques, ni las explosiones ni el resto de tropelías al volante consiguen satisfacer al jugador como hace 20 años.

Por lo demás, únicamente los potenciadores presentes en el título hacen que su vertiente jugable resulte mínimamente interesante. Algunos de estos potenciadores son tan absurdos que nos harán soltar una carcajada y divertirnos aunque, como sucede con la amplitud de contenido, no dejar de ser un oasis dentro de desierto de creatividad. Y es que, en lo gráfico, Max Damage es un juego impropio de la presente generación, con un sistema de físicas o de iluminación que bien podría mover PS2. Aunque los diseños de los vehículos son buenos y los escenarios están trabajados, cuando vemos el título en movimiento sentimos que hemos viajado en el tiempo y 2016 es un espejismo.

Carga de texturas tardía, escenarios medio vacios, control desfasado… son demasiados los elementos de Carmageddon: Max Damage que no funcionan o que, al menos, no lo hacen para los no iniciados en la franquicia. El apartado sonoro tampoco acompaña, con unas melodías y unos efectos de sonido tan trillados y simples que asustan. Al menos el juego llega con subtítulos en español para que podamos entender las barbaridades que debemos desarrollar en las carreras. Puede que los aficionados más incondicionales de la saga encuentren en Max Damage un juego acorde a sus expectativas, mientras que el resto lo verá como una extravagante demostración de que no todo sirve cuando de apelar a la nostalgia se refiere. Stainless Games está lejos de ofrecer un título interesante, que no sabe sacar provecho de su condición arcade para conjuntar un título más llamativo.

50
Jugabilidad: 5.5
Gráficos: 4.5
Sonido: 4.5
Satisfacción: 5.5

Análisis

Carmageddon ya no impresiona ni resulta polémico. Apelar a la nostalgia no es suficiente como para vender un juego con fallos y problemas importantes, en el que únicamente sobresale un amplio contenido de vehículos y horas de juego. Los errores técnicos y jugables puede que incluso echen para atrás a los más incondicionales de la marca.