Análisis Unravel

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Recuerdos y belleza unidos por un ovillo de lana
Por Antonio López 9 febrero, 2016

Durante el E3 de 2015, Electronic Arts sorprendió a propios y extraños mostrando un juego de marcado carácter intimista y con evidentes mimbres independientes. El gigante norteamericano apostaba por dar su apoyo pleno y total a un estudio como Coldwood Interactive, con sede en Suecia y que hasta el momento no había ofrecido ningún título de gran interés. La presentación de Unravel fue uno de los momentos más entrañables de la conferencia de EA, con Martin Sahlin, padre de la criatura, temblando de puro nervio y con la voz quebrada de la emoción que suponía presentar al mundo y desde un escenario tan importante su valiente creación.

Yarny, nuestro protagonista hecho de lana, se convirtió instantáneamente en un personaje querido por todos y pocos meses después Unravel aterriza en PSN con la sana intención de ofrecer un juego repleto de puzles y plataformas donde las emociones permanecen a flor de piel y los paisajes nórdicos sirven como punto de apoyo a una historia en la que se busca emocionar al jugador, siguiendo la estela marcada en otros títulos donde prima más la vertiente artística que la jugable. Y, con algunos peros, Coldwood Interactive nos ofrece uno de los títulos de más bella factura técnica de los últimos meses.

En Unravel asumimos el papel de Yarny, una simpática figura de lana que revivirá los momentos más emotivos e importantes de una familia a través de sus recuerdos y de una serie de fotografías que dan acceso a los diversos niveles del título (12 en total). Coldwood Interactive presenta un hogar cálido y acogedor que hace las veces de «base de operaciones» de nuestro protagonista, que debe moverse por todo el entorno utilizando la lana que forma su propio cuerpo, resolviendo puzles y superando plataformas de todo tipo para llegar hasta el final de cada capítulo y poder acceder al siguiente.

Por desgracia, la lana que forma el débil cuerpo de Yarny es finita, por lo que siempre andamos buscando nuevos ovillos que nos permitan seguir avanzando y superando todos los obstáculos que se interponen en nuestro camino. Yarny puede crear puentes y plataformas con su lana para solucionar los retos que vamos encontrando, aunque en ocasiones terminamos liando tanto el hilo que nos vemos obligados a retroceder sobre nuestros pasos para recuperar un poco de lana y poder llegar hasta un nuevo ovillo de la forma correcta. También usamos el tejido para balancearnos entre plataformas y reafirmar que el cuerpo de Yarny es lo más útil que uno pueda echarse a la cara.

El principal inconveniente jugable que presenta Unravel y que hace que la propuesta pierda fuelle según vamos avanzando en ella son los propios puzles. El efecto sorpresa queda pronto diluido y mientras que algunos son fáciles de solucionar, otros ralentizan al jugador aún cuando la solución está delante de sus narices. Aunque Coldwood Interactive busca que siempre sigamos adelante, por momentos nos vemos atascados en alguna situación que se nos pasa por alto porque no estamos inspirados o porque simplemente somos incapaces de examinar el entorno como es debido, lo que nos lleva a un nivel de frustración elevado cuando descubrimos que la solución al desafío estaba clara desde el mismo principio. Tampoco ayuda la aleatoriedad de algunas situaciones o el extraño comportamiento de la lana en situaciones muy concretas (y la torpeza del propio jugador, dicho sea de paso).

Los diferentes niveles que encontramos en Unravel pueden solucionarse en una media hora, por lo que al final tenemos unas seis horas de juego que pueden ser algunas más si tenemos en cuenta que la consecución de todos los coleccionables (cinco por nivel) es casi imposible en una única partida. Siempre que lo deseemos tenemos la ocasión de volver a jugar una fase ya terminada, por lo que Unravel ofrece una rejugabilidad interesante y un nivel de exploración que parece inexistente en primera instancia. Los casi 20 euros que cuesta el título se antojan ajustados a la experiencia, algo que queda incluso más claro cuando nos deleitamos con la bella factura técnica de Unravel.

Y es que, más allá de su propuesta jugable, el título destaca por un apartado audiovisual de sobresaliente acabado. La presentación gráfica de Unravel agrada y embelesa desde la primera partida, con un cuidado uso de la iluminación y unos entornos tan detallados como bellos, inspirados por los paisajes naturales de Suecia. Cada escenario, como no podía ser de otra manera, presenta sus propias particularidades estéticas, pasando por entornos marineros o campos nevados, así como por áreas industriales y pantanos repletos de mosquitos. Los seres vivos que se cruzan en el camino de Yarny son, de hecho, algunos de los mayores peligros a los que debe enfrentarse. Entre pájaros, cangrejos, topos y otras criaturas, el pobre lanudo pasa por más de un apuro.

Yarny, claro está, es un ser casi indefenso, por lo que conviene tener cuidado también con el agua y con cualquier otro elemento que pueda acabar con su vida. Por suerte, Unravel no tarda más de unos segundos en cargar la partida, por lo que ahorramos bastante tiempo y no pasamos medio juego observando pantallas de carga. Esta cuestión resulta de vital importancia si tenemos en cuenta el concepto de «ensayo y error» al que tendremos que recurrir en múltiples ocasiones, cuando no sepamos cómo resolver un desafío y el pobre Yarny termine ahogado o siendo devorado por algún bicho.

Otro gran acierto de Unravel lo encontramos en su banda sonora. Las melodías que escuchamos durante toda la partida son una maravilla, dulces y emotivas, cargadas de nostalgia, con un marcado carácter nórdico que se aprecia a poco que prestemos atención a la música, que ha sido compuesta e interpretada por artistas suecos. Su adhesión a las imágenes que desfilan en pantalla resulta encomiable y cada nivel presenta una melodía diferente, con elementos en común que terminan por conjugar una partitura que ayuda a potenciar el sentido mensaje del juego. Yarny, por su parte, es un personaje mudo, que se expresa a través de gestos y movimientos, por lo que toda la comunicación del mismo se desarrolla a través de su cuerpo. No hay palabras en Unravel, aunque todos los textos de la propuesta llegan localizados al español.

Coldwood Interactive logra con Unravel ofrecer una aventura de tremendo empaque visual, cargada de nostalgia y de belleza. Cuando alguien pone todo su empeño y cariño en lo que está haciendo surgen obras como la que nos ocupa. Con todo, el amor incondicional hacia nuestra obra también nos impide ver los fallos de la misma, y Unravel presenta algunos aspectos flojos en lo jugable, como la sensación de pérdida de creatividad en los puzles o la ocasional frustración que supone el planteamiento de «ensayo y error». La propuesta acierta de lleno en su planteamiento audiovisual y hará las delicias de aquellos que disfrutaron con títulos como Limbo, Journey o LittleBigPlanet, con los que comparte muchos elementos, sobre todo en lo emocional, donde Unravel da en la diana.

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Jugabilidad: 7
Gráficos: 9
Sonido: 9
Satisfacción: 8

Análisis

La belleza audiovisual de Unravel es sólo comparable a la simpatía de su adorable y ya inmortal protagonista, Yarny. Con todo, Coldwood Interactive comete algunos fallos en lo jugable que restan cierto empaque a la propuesta en su conjunto, aunque es innegable el cariño y el esfuerzo depositado en toda la obra, que juega con la nostalgia como pocos títulos lo han hecho hasta el momento.