Análisis Rainbow Six Siege

82
Táctica, paciencia y coordinación grupal en un FPS fresco y muy preciso
Por Javi Andrés 30 noviembre, 2015

El policías contra terroristas en partidas realistas, pausadas, tácticas y siempre cuidadosas, es algo que Counter Strike hizo muy bien en los 90 y su subtítulo contemporáneo, Global Offensive (CS:GO), sigue protegiendo hoy con escudo y puntería, colando este minoritario formato hasta en competiciones masivas profesionales. Justo en esta liga y a por este público va Rainbow Six Siege, un R6 arriesgado y alejado de los singleplayer clásicos de la serie pero que recarga algunas de sus mejores armas, una oferta innegociablemente multijugador, y un soplo de aire fresco como pocos shooters se atreven a intentar en la era del jetpack y el frenetismo de satisfacción instantánea y recompensa constante. Con los servidores estabilizados, ha llegado la hora de pormenorizar su review.

Ubisoft ha buscado con Siege directamente el nicho, no ha querido la enésima copia de la receta CoD ni jugar con patrones tan innovadores que resultarían extraños o confusos. Más bien se queda en un terreno arriesgado pero con su comunidad y absolutos devotos, combinando perfectamente el espíritu táctico clásico de posición y cautela extrema porque no hay respawn hasta la siguiente ronda, con posibilidades facilitadas por la nueva tecnología, como entornos ultra destructibles o una variedad de clases y gadgets muy determinante y central. Que de un tiro bien dado estés muerto, la obligatoria coordinación y comunicación con el resto de miembros del equipo, o el conocimiento absoluto del terreno de juego -mapa-, son otras mechas que forman y disparan este explosivo. El asunto divisorio puede venir con su potencial y contenido a largo plazo, algunos descuidos técnicos incomprensibles y lo tímidamente que desarrolla lo que hubieran sido, a todas luces, buenísimas ideas.

Nunca me ha gustado analizar o criticar un juego por lo que podría haber sido en vez de por lo que es como pieza independiente, pero el ojo muy hecho al género de los disparos en primera persona en seguida notará que Rainbow Six Siege está tan cargado de atractivos e identidad jugable como de carencias leves y por ello nada justificables, tropiezos tontos que eran eludibles. Uno de ellos, por ejemplo, viene en el tratamiento del tutorial singleplayer, aquí llamado Situaciones, que resulta ser una cuantiosa sucesión de misiones que ocupan unas 4 horas en enseñar todos los mecanismos y situaciones -valga la redundancia- que se van a dar en el competitivo, como una carrera con un rehén a cuestas para llevarlo sin enfrentamientos al punto de extracción, la colocación de una bomba y fortificación con vallas y trincheras para defenderla, o el uso de un radar de dispositivos electrónicos para localizar explosivos ocultos.

Desde el bando atacante -agentes del Orden- o desde el defensor -terroristas-, en estas situaciones se aprenden los conceptos básicos. Pero solo eso, los básicos, sin tocar quizá puntos más interesantes para el juego avanzado o encubrirlo todo con una historia y campaña más o menos apañada como tan bien hacen otros muchos shooters con singleplayer y multijugador. Esto es únicamente una lista de misiones, cada una en un escenario del multijugador (PVP o PVE) y sin más contextualización que explicarte un poco el objetivo y técnicas al principio con un vídeo CGI. Solo la última de estas misiones tiene un poco más elaborado y con sorpresa su planteamiento. La inteligencia artificial enemiga se comporta pero es de esas IAs que basan su poder en su puntería imbatible y a veces sobrenatural, más que en presentar tácticas coordinadas, actitudes creativas o saber jugar realmente con los movimientos del jugador resultando imprevisible y sorpresiva. No es una IA para tirar cohetes, tampoco se lo pediremos, la verdad.

Más importante es, en cambio, el modo cooperativo a cinco contra la CPU (PVE), aquí asignado a partidas configurables -desde el parche de Day One- llamadas Caza al Terrorista. De nuevo mismos 10 escenarios, agentes, situaciones y posibilidades que el multijugador competitivo (PVP). El atractivo básicamente reside en que se obtienen puntos de experiencia fácilmente, hay muchos enemigos y hasta división por oleadas, y sirve de punto de práctica sin las duras exigencias de enfrentarse a otros jugadores humanos. Se echan bastante en falta desafíos más originales, mapas inéditos de este modo co-op o formatos de partida que varíen de los 3 tipos que en realidad tiene todo este R6 Siege: Bomba (colocación o desactivación), Rehén (salvamento o protección) y Matar a todos (Team Deathmatch).

Ya está, en cuanto a modos ya no hay más -de momento- y dicho así puede parecer una vergüenza respecto a contenidos netos, pero ahí viene lo bueno: son tantas las posibilidades jugables de cada modo y ronda, el brillante y laberíntico diseño de los mapas, el abanico de agentes cada uno con sus destrezas exclusivas, y toda la apertura a la creatividad y la sorpresa táctica que supone la destrucción casi total de los escenarios, que la satisfacción de jugarlo y querer siempre «una más» es asombrosa, inesperada. Por desgracia, ese «una más, ya la última» no se incentiva tanto con el sistema de progresión, bastante plano y basado en desbloqueos libres con precios fijos que pagar en créditos del juego.

Siege solo determina el nivel de jugador que tenemos para dar acceso a las partidas igualadas a partir del nv. 20 y enfrentarnos a gente del rango correspondiente. Lo importante son los créditos, a obtener junto a los puntos de experiencia y que van haciendo al usuario ir adquiriendo a su gusto los numerosos agentes y mejorando algunas de las prestaciones de cada una de las armas, de forma individual, mirilla, acople de cañón, puntero láser o empuñadura. Tampoco se va muy allá en esto, ni en la personalización estética con chapas y pintura, que es por donde se meten un poco los -para nada intrusivos ni importantes- micropagos.

Dentro de cada partida, todo se siente absolutamente robusto y con un despliegue de posibilidades de victoria sensacional, con trampas al rival, engaños, apariciones súbitas, vías de entrada y salida, espionaje y marcado, escaramuzas conjuntas, emboscadas, y campeo, sobre todo mucho campeo. Este es un juego de apostarse, no ser visto y saber salir solo en el momento oportuno. No hay reaparición hasta que acabe la ronda, y la tensión se masca en el ambiente cuanto atacantes y defensores empiezan a acercarse, se oyen pasos y tus compañeros de equipo empiezan a caer y gritar intentando chivar posiciones o preguntándose por dónde ha venido esa bala letal.

Siege es pura sutileza y astucia, un torrente de oportunidades únicas que, si no aprovechas, acaban con tu vida y te dejan expuesto. Y eso es magia infinita cuando se juega hablando y pensando con el resto del grupo, con los otros cuatro jugadores que, por cierto, cuando se asignan de forma aleatoria si buscamos partida en solitario no nos aseguran hablar español, ya que no hay matchmaking por países, sino que funciona por regiones. Una mala noticia para los españoles que solo se argumenta en la búsqueda de mejores condiciones de servidores.

Jugar sin hablar con el resto no es, ni de lejos, lo mismo. En relación a coordinación, es algo parecido o incluso más crucial que lo que propone Evolve. Y ya sabemos todos cómo le fue a la arriesgada propuesta de 2K Games, mucho más cautivadora en compañía de amigos que son usar su chat de voz y jugando con desconocidos. R6 Siege rinde igual, aunque obviamente es otro género, timing y diseño de shooter. Las partidas, siempre en los pasillos cerrados de casas, oficinas, bases militares, palacetes, un avión o un gran banco, van por fases. Una primera de preparación y reconocimiento, una segunda de primeros intentos y duelo, y una final de supervivencia y tiro de gracia al bando rival.

Casi todo puntúa, desde reanimar a un compañero caído hasta colocar un macuto de chalecos antibalas para todos, levantar una persiana metálica para proteger paredes, poner una carga explosiva para derribarlas, lanzar una cámara por control remoto marcadora, o llenar de alambre de espino las entradas al refugio o posibles vías de escape, así como destrozarlo a culatazos. Y esto hace que todos los jugadores, sean de la clase y especialidad que sean, siempre estén puntuando, no sólo con bajas, que obviamente es lo que más cuenta. Cada uno de los escuadrones táticos, seis para empezar, tiene varios agentes de ataque con sus gadgets y armas específicas, y varios de defensa, igual de bien cargadas. No hay roles clásicos tipo «médico», «tanque», «apoyo», «francotirador»… Aquí todo está más diluido y funciona con muchísimos papeles más que esta clasificación simple. Y eso es buenísimo.

Al igual que lo es todo el apartado sonoro (música y efectos) y detalles de buen gusto, como las pisadas que delatan posición e incluso hacen desprenderse polvo del techo cuando nos caminan por encima, o la verticalidad de combate que consiguen estos escenarios siempre con varias alturas y plantas, posibilidad de subir paredes con cuerdas y rapel o abrir entradas al subsuelo desde arriba con un buen zambombazo en el piso. No es que podamos hablar de un apartado gráfico de vanguardia, lo cierto es que no impresiona ninguna de sus esquinas y deslucen bastante sus texturas planas, pero teniendo en cuenta las posibilidades de destrucción, el comportamiento de las físicas o algunos juegos con la luz, podemos hablar de un aspecto técnico notable. No sobresaliente.

82
Jugabilidad: 8
Gráficos: 8
Sonido: 9
Satisfacción: 8

Análisis

No somos pocos los que teníamos ganas de un shooter diferente y Rainbow Six Siege cumple con ese cometido. Bien es cierto que es un producto que debe ser ampliado en mapas, modos y otros agentes para aguantar bien en el largo plazo, pero de añadirse contenidos así como se ha prometido, Ubisoft tiene una propuesta bastante poderosa en su mano. Eso sí, que requiere ser disfrutada con compañeros de equipo que hablen el mismo idioma y sean pacientes y astutos como la victoria aquí exige. No es para todo el mundo, pero sí para los que buscan un disparo realista, con nervios de acero, estratégico y certero.