Análisis Divinity: Original Sin – Enhanced Edition (PS4)

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Un buen RPG para disfrutar en compañía... o no
Por César Rebolledo 4 noviembre, 2015

Al comenzar Divinity: Original Sin – Enhanced Edition, port de uno de los juegos más premiados del año en PC, nos encontramos con el clásico editor de personajes de cualquier RPG de los últimos años: escogemos género, clase, voz, pelo y color de pelo, tono de piel… aquí echamos quizás en falta un detalle y es que pudiésemos acercar la cámara al menos al rostro de nuestro personaje, para apreciar mejor las diferencias, además de que las posibilidades no son especialmente amplias en cuanto a la personalización física.

En cuanto a las clases a escoger, tenemos a nuestra disposición doce tipos de personaje diferentes y, una vez nos hayamos decidido sobre el tipo de guerrero que queremos ser, tocará la reasignación de puntos a nuestro atributos: Fuerza (daño cuerpo a cuerpo), Destreza (daño con armas a distancia), Inteligencia (daño mágico), Constitución (puntos de vida), Velocidad y Percepción (permite ver cosas en principio ocultas). Esto sólo en cuanto a los atributos, ya que hay otros tres apartados: Aptitudes, que determinará habilidades especiales como por ejemplo, una reducción de penalización al llevar armadura pesada; Talentos, que asignan ciertos efectos especiales como que nuestra magia llegue más lejos u otras más extrañas, como curarte mientras estés sobre un charco de sangre. Por último están las Habilidades, las técnicas activas que podemos usar en combate.

La historia se nos presenta mediante ilustraciones animadas, en algunos casos de mayor calidad que en otros, pero en general efectivas. El juego nos ofrece una perspectiva isométrica al estilo de otros referentes del género como Diablo. Podemos girar, acercar y alejar la cámara en todo momento.

Cuando os metáis de lleno en el combate, si no sabéis cómo se desarrollan estos y sois fans del rol de la vieja escuela, posiblemente os llevéis una agradable sorpresa: turnos. Cada personaje tiene su turno dentro del combate y las acciones a llevar a cabo vienen definidas por los PA (Puntos de Acción), por lo que planear bien la estrategia y estar pendiente de a quién le toca atacar después de nuestro jugador es esencial si queremos sobrevivir a los peores combates.

Al principio tenemos una mazmorra opcional que sirve como tutorial para entender los entresijos básicos del sistema de combate y la forma de interactuar con el entorno, que será sin duda un tanto extraña para aquellos más habituados a los RPG de consola.

Nuestros personajes se mueven por los diferentes escenarios en los que hay infinidad de objetos con los que interactuar. Podemos ir encontrando estos objetos a base de rebuscar y dar vueltas, pero en realidad, el botón equis emite lo que podríamos definir como un sónar que nos muestra todo lo que está a nuestro alcance. Hecho esto, no tenemos más que seleccionar el elemento del entorno que queramos entre los destacados e interactuar con él, bien de forma simple, o pulsando otro botón para escoger alguna acción concreta (podemos llevarnos un cofre en lugar de abrirlo, forzar una cerradura, romper un barril en vez de ver qué contiene… incluso, a las malas, algunas puertas directamente las echaremos abajo cuando no tengamos llave, algo bastante inusual). Podemos incluso hacer que nuestros personajes se separen, cambiando de uno a otro sin problemas para resolver ciertos puzzles, como por ejemplo, algunos relacionados con placas de presión.

La banda sonora del juego es bastante interesante, con clásicos toques de epicidad que acompañan a cada paso del juego, lo que sin duda acentúa los puntos más interesantes de la aventura.

Divinity nos hace crear, al empezar nuestra partida, un segundo personaje. Esto se debe al hecho de que, aún jugando en solitario, en cualquier momento podemos cambiar a nuestro compañero para controlarlo en lugar de al que hemos creado, como ya hemos ducho. No obstante, también podemos jugar con un amigo, bien sea de forma online o local, para que nos ayude en nuestro viaje. Aquí es donde la cosa se pone tensa.

Aquellos que hayan seguido los distintos tráilers sobre el juego, pero no hubieran jugado al original, habrán visto que la publicidad se centraba en dos cosas: la profundidad de su sistema de juego y las posibilidades multijugador, lo que a muchos seguramente se les haya antojado como una suerte de Diablo bastante atractivo. Mientras que la primera parte es cierta, no hay una palabra exacta para definir el plateamiento multijugador y sólo podemos presentarlo como desastrófico.

El modo multijugador es capaz de soportar hasta cuatro jugadores en una misma partida, bien online o de forma local con dos mandos. Pongamos que queremos jugar con un amigo: se une a nuestra partida con su personaje y… no. Aquel que entre a nuestra partida no lo hace con su personaje, sino con el segundo personaje que nosotros creamos al principio. Esto puede ser interesante para un amigo que venga y coja el segundo mando, pero desde luego, no es atractivo para aquellos que quieran afrontar la aventura a largo plazo desde el principio.

Así pues, ¿cómo hacerlo para que cada uno juegue con su personaje? Empezamos de cero, en la pantalla de creación de personaje nuestro amigo se une y diseña su personaje. Una ligeramente molesta inconveniencia el tener que empezar de cero, pero todo sea por jugar con nuestro amigo.

El drop se comparte, así que preparaos para perder bastante tiempo decidiendo quién debería llevarse ciertas piezas de equipo porque le sean más útiles. Jugamos unas cuantas horas y cada uno se va a hacer sus cosas en la vida real y cuando volvemos… ¡sorpresa! Sólo el jugador uno, el creador inicial de la partida, ha guardado los dos personajes. El segundo jugador no tiene una partida guardada con la que seguir, tendrá que depender siempre del primero para poder usar a “su” personaje. Cabe destacar, para los interesados en conseguir este Platino, que el jugador invitado tampoco consigue la mayoría, si no ninguno, de los trofeos. Olvidaos de ir a por el galardón con un amigo salvo que queráis jugar varias partidas extra debido a un mal planteamiento.

Divinity: Original Sin – Enhanced Edition nos trae buenos recuerdos sobre lo que es un RPG profundo, con posibilidades de personalización de nuestra clase y dificultad, incluso en el nivel más básico.

Ahora bien, la engañosa campaña de publicidad puede inducir a muchos a comprar el juego para disfrutarlo con un compañero y no podemos hacer suficiente hincapié en lo difusa que ha sido la información que se ofrecía al respecto. No es un juego enfocado para jugar en multijugador de la forma en que se entiende a día de hoy, pero como RPG para jugar en solitario, merece la pena darle una oportunidad.

80
Jugabilidad: 8.5
Gráficos: 8
Sonido: 8.5
Satisfacción: 7

Análisis

El juego, para jugarlo en solitario, es muy interesante: profundo y de la vieja escuela. Pero si lo que queréis es un juego de rol táctico enfocado al multijugador, Diablo sigue siendo una mejor opción