Análisis Final Fantasy X | X-2 HD Remaster (PS4)

En cualquier lista que hayamos tenido la ocasión de consultar sobre los mejores juegos que llegaron a aparecer en PlayStation 2, Final Fantasy X tendría un lugar de honor destacado. El último gran juego de la saga a manos de la ya extinta Squaresoft nos relataba una historia de sacrificio, un recorrido alrededor de todo el mundo en busca de la salvación de un planeta atormentado por la implacable aparición periódica de un monstruo capaz de arrasar con una ciudad en un corto espacio de tiempo. Y de fondo, una historia de amor y otra de resentimiento, la ternura de dos amantes y el rencor a un padre que nunca estuvo al lado de su hijo.

Tal vez la mayor virtud de esta entrega sea lo que tanto echamos de menos en las nuevas. Lo que transmitió Tidus, Yuna y compañía no lo hemos vuelto a sentir en los sucesores juegos de la saga, pero no es lo único de lo que guardamos un impagable recuerdo. El sistema de batalla por turnos, el manejo de los eones, la progresión de los personajes en el tablón de esferas, la riqueza de la misiones secundarias… Un conjunto de aspectos relacionados directamente con la forma de jugar que atrapaban al jugador de una forma que pocos JRPG han podido llegar a hacerlo. Por supuesto no todo era de color de rosa, y la mayor de las críticas fue sin duda la ausencia de un mapamundi interactivo sobre el que recorrer toda Spira líbremente.

Algo menos aclamado fue en su momento Final Fantasy X-2, ya fruto de la fusión entre Squaresoft y Enix después del descalabro económico que supuso la película Final Fantasy: La Fuerza Interior. Seguramente el tono desenfadado fue algo demasiado brusco con respecto a su antecesor, además del reciclaje de escenarios y personajes que supuso una lacra demasiado difícil de superar; a pesar de que el sistema de batalla era bastante interesante. Por supuesto, la ausencia de Nobuo Uematsu afectó también, haciendo que cualquier comparación con Final Fantasy X perjudicara gravemente a un producto que, por supuesto, no era malo en absoluto.

Ahora nos encontramos con la aparición en PlayStation 4 de una remasterización que ya hizo acto de presencia en PlayStation 3 y PlayStation Vita el año pasado, y que cuenta con pocas novedades en esta nueva generación. Básicamente, Final Fantasy X | X-2 HD Remaster aparece como reclamo para todos aquellos nuevos usuarios de PlayStation 4 que no pasaron en su momento por PlayStation 3 (si no lo hicieron por PlayStation 2 tampoco, más motivos para su comprar todavía), y que tienen en esta nueva edición un aliciente importante para disfrutar de uno de los mejores juegos JRPG jamás creado.

Centrándonos directamente en las mejoras dispuestas en Final Fantasy X | X-2 HD Remaster para PS4, como comentábamos anteriormente, éstas no se alejan demasiado de la remasterización que salió a la venta el año pasado. Para ello, y no basarnos únicamente en el recuerdo que nos generó aquella revisión, dispusimos ambos juegos funcionando al mismo tiempo, pudiendo comparar directamente las diferencias que saltan a simple vista. Lo cierto es que sí notamos cómo la definición de la mayoría de modelados y escenarios es mayor que en la versión de PlayStation 3, pero únicamente en comparación directa y fijándonos mucho en cada detalle. Sin estas condiciones especiales, sería muy complicado apreciar las diferencias, con lo que el disfrute viene a ser el mismo, con las virtudes y defectos que tuviera en su día aquella primera remasterización.

Y es que no nos olvidemos que en su momento ya comentamos que el trabajo en la revisión de Final Fantasy X y Final Fantasy X-2 era de los mejores que habían pasado por nuestras manos en una época en la que no paraban de sucederse este tipo de ediciones. Los personajes principales aparecían con una fachada renovada que delataba un empeño específico en mostrar modelados a la altura de las circunstancias, haciendo que tanto las secuencias de vídeo como en los propios movimientos al jugar no recordara en ningún momento su nacimiento original en PlayStation 2.

Los escenarios también cuentan esta vez con el mismo nivel de detalle que se ha podido alcanzar de camino a la alta definición. Salvando las distancias de saber que en aquel entonces se diseñaban mucho más vacíos de elementos de lo que podemos encontrar hoy en día en juegos de similares características, todo aparece mucho más sólido, observando sobre todo que en los efectos de humo y niebla se produce un mejor comportamiento que en la versión de PlayStation 2. La remasterización en PS4 arrastra en cambio el mismo problema que la de PS3 en aquellas ocasiones en las que se usa el prerenderizado en la decoración de ciertos lugares, algo lógico al ser elementos que pierden definición cuando se escala a la Alta Definición.

Es de agradecer, una vez más, que las escenas cinematográficas (tan usadas en aquellos tiempos para enfatizar las escenas más dramáticas y espectaculares) aparezcan también tratadas para funcionar a los 1080p. En la versión de PS3 también ocurría, ciertamente, pero no queremos dejar pasar la ocasión de elogiar algo que a veces se deja de lado, como es el caso de las remasterizaciones de los dos primeros God of War. Tampoco hay que olvidarse del trabajo en la banda sonora del juego, que ha sido tratada para pulir el sonido; aunque tendremos la oportunidad de alternarla con la música original.

Por último, esta versión también incluye la funcionalidad cross-save entre las plataformas PlayStation 4, PlayStation 3 y PlayStation Vita, algo que puede ser un pequeño incentivo para aquellos que estén jugando a la remasterización tanto en la portátil como en la consola de anterior generación de Sony. Además, nos encontramos de nuevo con las dos versiones internacionales, tanto de Final Fantasy X (que sí llegó originalmente a PlayStation 2 en Europa) como de Final Fantasy X-2, añadiendo ambas contenido extra. Tampoco podemos olvidarnos de la adición de la Calma Eterna, la escena que une ambos juegos, ni The Last Mission, una especie de expansión de Final Fantasy X-2 que nos llevará a recorrer una torre de 80 pisos para enfrentarnos a una gran cantidad de enemigos.