Análisis Dark Souls II: Scholar of the First Sin

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Si no habíamos tenido suficiente con Bloodborne, From Software quiere alargar nuestra agonía con esta versión definitiva de Dark Souls II
Por Pedro Iglesias 6 abril, 2015

A estas alturas, pocos pueden presumir de no haber caído en las garras de la saga Souls. From Software sorprendió a propios y extraños con Demon’s Souls, una obra presentada en 2009 que gracias al boca a boca consiguió erigirse como el gran sleeper de la generación. En su día nos encontramos con un juego difícil, profundo y sobre todo cautivador. Nos devolvió sensaciones que se habían perdido. En conjunto, esa montaña rusa que nos hacía viajar entre la frustración y el júbilo terminó formando un cóctel delicioso que a día de hoy nos sigue atrapando.

Dark Souls II, o lo que es lo mismo, el tercero en la saga Souls, apareció hace apenas un año en consolas de la pasada generación y PC. Fue un firme candidato a mejor juego de 2014, y mantuvo enganchados a miles de jugadores hasta conseguir todos sus secretos. Pero también es cierto que fue el capítulo que más críticas recibió, sobre todo por lo irregular de su desarrollo, alejado de la mano de Hidetaka Miyazaki, creador del original. Ahora, en plena vorágine de remasterizaciones, se lanza una versión definitiva para que lo podamos disfrutar en PlayStation 4. Se aprovecha, cómo no, para aplicar un lavado de cara tecnológico (1080p y 60 fps), y además de incluir el genial contenido descargable de La Trilogía de las Coronas Perdidas, pule ciertos aspectos que no terminaron de convencer.

Lo primero que nos llama la atención es la evidente mejora gráfica. La saga de From Software nunca ha destacado por su rendimiento, pero por fin lo podemos disfrutar en consolas como muchos usuarios ya lo habían hecho en Windows: a 1080p y 60 fotogramas por segundo. Lo primero nos sirve como gran ayuda de cara a distinguir enemigos en el entorno, y lo segundo le da ese plus de fluidez necesario en los combates. Eso sí, sigue arrastrando el considerable desgaste de las armas, un fallo que no se han molestado en corregir, quizás de manera intencionada para complicar todavía más nuestro paso pos los reinos de Drangleic. Por lo demás, se aprecian ligeras mejoras en los modelados de personajes y armaduras, retoques en la iluminación (ahora más espectacular), y algunas texturas han ganado en detalle para no desentonar con la nueva resolución.

Por supuesto, Dark Souls II: Scholar of the First Sin no se limita a un simple lavado de cara. Los más novatos no lo van a notar, pero los veteranos se llevarán una sorpresa poco agradable. From Software ha decidido cambiar de sitio tanto a enemigos como objetos (especialmente los frascos de estus, las pociones de salud del juego). Durante los primeros minutos seremos bombardeados con una dosis de cruda realidad al ver a criaturas poderosas donde antes teníamos un momento de respiro. Por ejemplo, los enemigos con caparazón de tortuga nos bloquearán caminos imprescindibles para el avance. Más adelante, veremos cómo un escuadrón de Caballeros de Heide y un simpático Dragón Rojo interrumpen nuestro paso en uno de los niveles más asequibles del original. Por lo tanto, a todos los que tras cientos de horas se sabían el juego de memoria, con esta edición tendrán que volver caminar con pies de plomo. Y ojo con el recorrido de los enemigos, que ahora es mucho más largo, por lo que tendremos que redefinir nuestra estrategia de combate, ya que ahora no vuelven a su puesto tan fácilmente.

Esta decisión de cambiar de lugar a enemigos y objetos ha propiciado una mejora en el desarrollo que iremos notando conforme pasen las horas. No han alterado la estructura de edificios, torres y demás, pero sí se ha mejorado nuestra progresión para que el reto sea más equilibrado. Los muros invisibles no siempre están donde pensábamos, así como muchos secretos que nos pedían acrobacias prácticamente imposibles, y en general la historia se cuenta con mejor detalle gracias a las nuevas descripciones. Pequeños cambios que no solo buscan contentar y motivar al público más fiel, sino que preparan a los nuevos para que puedan disfrutar de un Dark Souls II como debió ser concebido en su día.

En las más de 20 horas que le hemos dedicado nos hemos encontrado con detalles como el aumento drástico en el número de NPCs, tanto aliados como enemigos. Nos han invadido en zonas donde en el original no pasaba absolutamente nada, y hemos contado con la ayuda de hasta tres guerreros manejados por la inteligencia artificial para que el jefe de turno fuera pan comido. Gracias a la mejora en los servidores también se trasladaron estas novedades al modo en línea. De esta manera, nos podrán invadir dos personas, a las que podremos contraatacar con tres anónimos, lo que aumenta el número de personajes simultáneos hasta llegar a la media docena. Cabe decir que la experiencia online en este Dark Souls ha funcionado mejor que nunca. No hemos tenido problemas para ser invocados delante de un jefe de cara a recuperar humanidad, y en general no hemos notado ningún tirón ni fallos de desconexión.

Si en el original teníamos una cantidad ingente de contenido, con la adición de la trilogía descargable todavía añadiremos más horas al contador. Estas incorporaciones son precisamente lo mejor del juego, ya que no solo cuentan con un mejor diseño de niveles y una narrativa más cuidada, sino que los jefes finales son los más difíciles y espectaculares. Muchos jugadores fueron reacios a los DLCs en su día, pero aquí, en Scholar of the First Sin, además de no tener que pagar por ellos, los van a encontrar perfectamente integrados en la aventura. La mayor pega es que si decidimos jugar a la versión de PlayStation 4 no podremos importar a nuestro personaje de Dark Souls II, lo que nos obligará a volver a visitar muchas localizaciones conocidas hasta llegar a la puerta que nos conduzca hacia los descargables.

El mayor problema que pueden encontrar muchos jugadores pasa más por lo artístico que por lo visual, ya que Dark Souls II no es tan homogéneo como el primero, y por supuesto no tiene nada que ver con Bloodborne. Esta edición sigue siendo irregular, y aunque rinde muy bien, se mantienen algunas áreas muy descuidadas, tanto por aspecto como por diseño. Eso sí, si conseguimos entrar en sintonía con las mecánicas y nos adentramos en su mundo, poco nos van a importar esas decisiones. Además, la banda sonora sigue siendo espectacular (atención a algunos temas de La Trilogía de las Coronas Perdidas), y nos vuelve a sorprender la cantidad de objetos, armas y complementos que podemos encontrar, ideales para crear personajes muy diferentes.

90
Jugabilidad: 9.5
Gráficos: 8
Sonido: 8.5
Satisfacción: 10

Análisis

Como conclusión, esta edición definitiva de Dark Souls II nos ha parecido sobresaliente. No solo necesitábamos un lavado de cara más que necesario, sino que el añadido de los descargables y en general los retoques jugables le vienen como anillo al dedo. Es todavía más largo y desafiante, y por supuesto tan profundo como siempre. Nos va a regalar una cantidad brutal de horas, así que si con Bloodborne no habíais tenido suficiente, reservad en vuestro calendario unos cuantos días, porque una vez entras en Drangleic, es difícil soltar el mando.