Análisis Motorcycle Club (PS4)

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Estas motos no parecen sonar bien
Por Jesús Salvador 2 marzo, 2015

Desarrollado por Kylotoon Games (creadores de juegos de velocidad como Truck Racer y futuros creadores del juego oficial del campeonato del mundo de rallies WRC 5) y publicado por BigBen Interactive, nos llega a España de la mano de BadLand Games (distribuidora que ya nos ha dejado buenos títulos como las aventuras gráficas de Telltale o Sherlock Holmes Crimes and Punishments), esta propuesta de conducción completamente árcade con las motocicletas como protagonistas absolutas del título. A lo largo de diez circuitos diferentes que se pueden recorrer tanto en su trazado normal como inverso, lo que nos deja un total de veinte pistas, podemos subirnos a algunas de las monturas más conocidas de las marcas de mayor renombre.

Desde una Honda CBR 250R a una Suzuki Bandit 1250S pasando por modelos de KTM y de Yamaha, contamos con un total de veintidós motos distintas y de diferentes cilindradas, repartidas en tres categorías dispares en concepto y planteamiento. Contaremos con motos dentro del rango de las superbikes, motos de potencia desbordada cuyo punto fuerte será la velocidad aunque penalice sobre el manejo, motos de la gama roadster, más lentas pero con muy buenas sensaciones de maniobrabilidad y por último, pero no menos importantes, las motos de la categoría custom, cuya aceleración es muy pobre, pero se desenvuelven perfectamente sobre terrenos más abruptos y descarnados.

El modelado que ofrecen todas las motos no pasa de correcto en la mayor parte de los casos, sin brillar especialmente, pero sin dejarnos ojipláticos al observarlos. Los más avezados aficionados podrán notar las líneas que identifican a unos modelos de otros, pero el jugador medio tampoco reparará mucho en este detalle. El apartado gráfico del juego es sólido, no adolece de defectos apreciables y la sensación de velocidad cuando vamos a bordo de una superbike es razonable; no así cuando al subirnos a una roadster apenas llegamos a alcanzar los 150 km/h, por lo que podemos llegar a notar que vamos parados. Los efectos de iluminación también cumplen con lo que de ellos se pueda exigir al contar con carreras diurnas y nocturnas, donde hacen su aparición los focos de las motos.

Donde el juego petardea bastante y se nota descuidado es en el sonido, tanto a nivel de efectos como en su banda sonora. Todas las motos suenan igual divididas en sus diferentes subtipos ya reseñados de superbikes, custom y roadster. Incluso se antoja un sonido incómodo de escuchar y repetitivo en todos sus tramos de aceleración, sin tener mucho que ver con los ruidos que emiten esas motos en la realidad. Encontraremos el clásico sonido a chopper en las custom y bajas revoluciones en las roadster pero todo a un nivel muy pobre al igual que los efectos que encontramos en los saltos y en los choques con los rivales o los elementos que demarcan el circuito. Durante las carreras no hay música, algo que siempre se puede llegar a agradecer en un juego de corte arcade y ésta solo ameniza los menús de forma testimonial.

Pueden antojarse pocas motocicletas y también muy pocos circuitos, sobre todo por la poca variedad de trazados que nos ofrece el juego, limitándose a combinar en la mayoría de los casos distintas zonas en las que prevalece el uso de un tipo de moto sobre otra, aportando un componente estratégico en su uso pero creando una sensación de estar haciendo más de lo mismo una y otra vez.

Dentro de la propuesta árcade del título resulta curioso y ciertamente novedoso encontrar que el modo de juego principal nos lleve a la necesidad de intercambiar de moto en plena carrera en función de las circunstancias que nos ofrezca el trazado a recorrer. Todo parecido con la realidad es pura ficción claro, pero le aporta un pequeño componente estratégico a las carreras al tener que estar atentos al mapa para ver en qué momento debemos cambiar de tipo de moto para afrontar mejor el recorrido. También se nos avisa por medio de señales en pantalla de lo sinuoso de ciertas zonas del circuito o de cuando estamos cerca de llegar a una zona de asfalto descarnado y bacheado. El cambio es automático una vez que pulsamos R1 o L1, en función del modelo al que queramos cambiar, y se realiza mediante una animación que hace que nos llegue desde atrás la nueva montura mientras la que llevábamos se deja sobrepasar.

El juego nos ofrece como modos de juego el clásico de Carrera Rápida, Contrarreloj y Torneo, siendo este último su modo principal al contar con diez torneos diferentes que iremos desbloqueando a medida que jugamos y ganamos kudos, la moneda o puntuación que nos otorga el juego. Con este sistema económico también accedemos a la compra de mejores motos que iremos desbloqueando en otro modo de juego que no se encuentra en el apartado Carreras sino en el Club, donde están los Desafíos de los Constructores y donde podremos desbloquear nuevas motos si superamos una vuelta a un circuito dentro del tiempo exigido. Además contamos con un modo multijugador online que nos permitirá poder enfrentarnos con otros rivales humanos puesto que en la misma consola no puede jugar más de uno.

Motorcycle Club nos ha dejado con la sensación de tener que hacer casi todo el rato lo mismo. Aunque ganar no lo es todo en cada circuito al tener una segunda forma de puntuar mediante nuestras acrobacias en saltos, eslalons o rebufos, no es suficiente para dotar de profundidad a la propuesta que queda como un juego del montón que cuenta con algún pequeño detalle, pero no explota para nada el concepto. Se trata de un juego de una duración aceptable si lo que queremos es llegar hasta el final de su modo Torneo, pues conseguirlo nos obligará a competir en más de noventa carreras. Muchos desistirán antes de llevarlo a cabo por detalles tan incómodos como el movimiento de la cámara en el momento en que giramos nuestra moto pues se mueve de forma brusca e incomoda la visión que tenemos de la pantalla al no dejar ver correctamente lo que pasa.

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Jugabilidad: 5.5
Gráficos: 6.5
Sonido: 4.5
Satisfacción: 5

Análisis

Motorcycle Club se queda simplemente en un correcto juego arcade de velocidad con ciertos inconvenientes que lo hacen restar puntos a la hora de encontrarse cómodo a los mandos de las motocicletas. La propuesta nos ofrece alguna novedad, valorable como esfuerzo, pero no termina de ser un producto que el usuario pueda disfrutar plenamente por caer en una monotonía abrumadora. Hay propuestas en el mercado relacionadas con las motos que son mejor opción.