Análisis The Order: 1886

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El gran punto de inflexión técnico en la industria del videojuego
Por Manuel Gimeno 19 febrero, 2015

A vueltas han estado los medios de comunicación, Ready at Dawn y los aficionados a los videojuegos con la duración del juego que hoy tenemos entre manos The Order: 1886. Y todo por una serie de vídeos subidos a YouTube que, como vamos a ver ahora, no acaban de reflejar la realidad de lo que supone realmente este proyecto. Habría que preguntarse hasta que punto la prensa especializada debe hacerse eco de absolutamente todo lo que diga cualquiera, y si no es mejor empezar a filtrar todo aquel contenido de dudosa veracidad que pueda dañar tanto a proyectos largos y costosos, como a aficionados que siguen de cerca la actualidad del sector. Aprovechando la reflexión, no dejaré pasar la oportunidad de apuntar un tanto a nuestro medio en cuanto la línea editorial que se sigue, que deja fuera especulaciones, rumores sin fundamento y otras habladurías que desde luego no fomentan la seriedad de una industria que año tras año gana en importancia.

Tanto ha sido así que por un momento, entre tantos comentarios de unos y otros, parece que se ha llegado a olvidar todo lo que lleva detrás The Order: 1886, y lo que puede suponer su aparición para la evolución del ocio interactivo. Haciendo un poco de recapitulación, Ready at Dawn, bajo la atenta mirada de Sony Santa Monica, hacía acto de presencia en la conferencia de PlayStation previa al E3 del año 2013 para dejar a todo el mundo boquiabierto con un apartado visual que en otro tiempo hubiera podido ser considerado sin dudar como escenas cinemáticas. Siendo el año de la presentación de las consolas de nueva generación, asuntos como el precio, la fecha de salida o los diferentes servicios que pudiera ofrecer el nuevo hardware, copaban la mayor parte del tiempo del evento. Sin embargo, y respondiendo a la demanda de títulos exclusivos que nos pudieran mostrar de lo que podía ser capaz PS4, The Order: 1886 entraba en escena.

Con salida para finales del año 2014, finalmente la propuesta se retrasó unos pocos meses hasta encontrarla a principios del año 2015. Tal vez el cambio de fecha de lanzamiento vino por el temor a que el título cayera también en ese saco de juegos llenos de errores desde el primer día, o porque simplemente el equipo de desarrollo quería llegar a la máxima excelencia dentro de lo que se llevaban entre manos. El caso es que, fuese como fuere, aquella primera impresión visual tan fantástica de la conferencia ha sido el activo que más ha vendido también la compañía -para bien o para mal-, con lo que ahora llega justo el momento de ver hasta qué punto The Order: 1886 puede colmar las expectativas generadas dentro de una generación que carece -justamente- de lo que puede llegar a ofrecer el juego.

Con un juego de estas características es necesario cambiar un poco la estructura habitual que seguimos en los análisis o críticas de videojuegos que hacemos en nuestra web. Desde ya podemos afirmar que The Order: 1886 es la máxima referencia gráfica en la industria del videojuego. Y es que, durante todas las horas que nos ha llevado completar la historia -sí, más de 5 horas, por supuesto- no hemos dejado de quedarnos boquiabiertos ante todo lo que llegaba a entrar por nuestros ojos. Aquel impactante tráiler que suponía el anuncio del juego en el momento que comentábamos anteriormente se ha acabado materializando con la versión final, espantando sombras y temores acerca de una supuesta pérdida de calidad gráfica que también se ha ido rumoreando desde hace meses. Pues bien, no es así.

Lo que The Order: 1886 representa es la materialización del deseo que muchos aficionados a los videojuegos han tenido de poder llegar a jugar a un nivel de detalle gráfico igual al de muchas secuencias cinematográficas digitales. Esa meta que en muchas ocasiones los jugadores hemos colocado a nivel tecnológico, llega a ser alcanzada y colmada en Ready at Dawn para el nivel técnico que se puede producir en el año 2015. Justo por ese motivo The Order: 1886 supone un punto de inflexión, porque con su simple aparición demuestra el camino que debe seguir la industria en el aspecto audiovisual, señalando los motivos que justifican por fin el salto generacional que se produjo a finales del año 2013.

Y a esta conclusión se llega cuando, durante el juego, uno asiste a la sucesión continua de argumentos visuales que no acaban de parecerse a ninguna otra cosa vista hasta el momento. Podríamos empezar a hablar de los modelados de los personajes, de cómo las expresiones faciales acompañan la intensidad del sonido emitido; los trajes que visten caballeros, soldados y civiles, y su confección con todo lujo de detalles; o de los movimientos que se producen al coger cualquier objeto.

Pero si nombráramos sólo eso nos quedaríamos cortos. Ready at Dawn saca también mucho músculo en los escenarios. Es cierto que éstos son pequeños y cerrados, que no se puede apreciar distancia de dibujado porque no se da la oportunidad apenas, pero también es verdad que todos y cada uno de los lugares donde andaremos están cuidados hasta el más mínimo detalle. Además, descubrimos lugares emblemáticos de la ciudad fielmente representados, como la Catedral de Westminster o el barrio de Whitechappel. No hemos visto que se produzca reciclaje en los elementos decorativos, ni tan siquiera en la localización de los mismos (salvo contadas excepciones exigidas por el guión); y el trabajo a nivel artístico es soberbio, demostrando el nivel de documentación al que ha llegado Ready at Dawn a base de trabajo para representar de la mejor forma posible la estética de Londres en la época Victoriana.

Tal vez, lo mejor de todo esto sea la apariencia realista que tiene. Evidentemente no estamos hablando de gráficos que nos hacen dudar entre lo digital y lo real, pero el empleo de todos los elementos nombrados, así como también de una iluminación que da la sensación de ser muy verídica, ayudan a que The Order: 1886 transmita realismo al jugador. A esta contextualización tan buena hay que sumar también el gran trabajo sonoro, con un doblaje al español que rinde a un excelente nivel (aunque no sorprende esta conclusión sabiendo que el director detrás el mismo es Álex de la Iglesia), y una banda sonora que acaba por redondear un excelente apartado audiovisual.

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Aunque, por supuesto, The Order: 1886 no son sólo unos excelentes valores de producción, aunque ese sea su característica principal y que más pueda impactar al usuario. Ready at Dawn ha construido un universo bastante interesante para plasmar tanto su trabajo técnico como su propuesta interactiva. Para ello, se ha cogido la Londres Victoriana y se le ha dado un par de vueltas, añadiendo toques steampunk (aunque relativos, pues la tecnología que veremos no llega a ser tan futurista como para catalogarlo de esta forma), unos pocos trazos de la leyenda del Rey Arturo y una pizca de hombres lobo. Una combinación que dicho así puede sonar extraña, pero que cuando la veamos sobre el papel acabará conformando una historia más que decente.

Aunque no nos engañemos tampoco. La historia que nos vamos a encontrar no nos mostrará nada que no hayamos visto ya en el cine o en la literatura. De hecho, podríamos poner varios ejemplos de argumentos similares, pero que nos ahorraremos para no destripar demasiado uno de los pilares del juego. Sin embargo, lo que sí que es cierto es que está muy bien contada, y pese a que usa herramientas algo manidas para llamar la atención (como un flashforward algo premonitorio con respecto a lo que ocurrirá después), consigue mantenernos expectantes hasta el final.

Los personajes tienen personalidades bien marcadas y definidas, aunque en el único en el que se ahonda lo suficiente es en Sir Galahad, nuestro protagonista. Los demás van mostrando de vez en cuando su forma de ser, dando a entender que disponen de una complejidad que, al menos en esta entrega, no seremos capaces de ahondar del todo. Es de recibo también afirmar que todos estos personajes han dado equilibrio a la historia durante todas las horas de juego.

Y aquí es cuando viene la gran pregunta: ¿Cuánto dura The Order: 1886? Pues, en nuestro caso, teniendo en cuenta nuestra manía por intentar al menos recoger todo lo que veamos (pero sin volvernos locos), ha sido de entre unas 10 o 11 horas, que en nuestra opinión no está nada mal. Muchos hablarán de que le falta un modo multijugador o que la historia podría ser más larga, pero creemos que no es así. De nada sirve un competitivo o cooperativo sin razón de ser, o romper el equilibrio argumental de una historia alargándola de forma innecesaria. The Order: 1886 dura lo que tiene que durar para un título de estas características.

Ahora bien, lo que sí echamos en falta, y que están relacionadas con la duración, son dos cosas: la investigación y los puzles. La primera es muy limitada, y queda reducida a unas cuantas fotos, periódicos y audios muy fáciles de ver y descubrir; mientras que la segunda es totalmente inexistente. A The Order: 1886 le hubiera venido genial una buena dosis de puzles en ciertos momentos que nos hicieran pensar y romper con la rutina que acabaremos teniendo en cuanto a mecánicas, que acabarán por reducirse a dos o tres (abrir puertas con una herramienta especial, romper maderos que bloquean el camino o sobrecargar eléctricamente algunos sistemas).

Pero dejando aclarado el punto anterior, falta por tocar finalmente otra de las partes más polémicas, y no es otra que la jugabilidad. Mucho se ha hablado también de que el juego de Ready at Dawn iba a ser demasiado guiado, lleno de quick time events y con poca interacción. Y realmente aquí ciertos temores se cumplen, pero quedan disimulados por el buen ritmo que se ha conseguido lograr entre jugabilidad y secuencias de vídeo. Y es que, si buscamos en The Order: 1886 un juego en el que disparar continuamente sea el principal leimotiv, nos equivocamos; y seguramente haya mejores opciones en el mercado para ese tipo de jugabilidad. Ready at Dawn se ha tomado al pie de la letra lo de ofrecer una experiencia cinematográfica, y eso lo podemos ver desde el formato cinemascope que ofrece (las mal llamadas bandas negras), pasando por la importancia de la historia, hasta llegar a la armonía que se trata de alcanzar al mezclar las partes argumentales con las escenas de acción.

Aunque es cuando nos encontramos de lleno con el rifle en la mano, cuando vemos que The Order: 1886 es un buen juego de disparos en tercera persona. La sensibilidad está bien ajustada, el sistema de coberturas funciona excepcionalmente bien, las armas son variadas y originales y, a pesar de que la lucha cuerpo a cuerpo podría ser directa, los quick time events que se generan en ella (cuando nos enfrentamos con enemigos principales, todo sea dicho) no son demasiado aburridos. No innova, no sorprende, pero todo lo que se propone lo lleva a cabo de forma correcta y sólida.

Como punto negativo a todo esto señalaríamos el poco espacio que se da a la estrategia en el juego. En relación tal vez a la crítica hecha sobre la poca profundidad en la investigación, los combates también son demasiado lineales al carecer el juego de escenario más complejos en los que llevar a cabo un simple flanqueo hubiera sido posible. La sensación de no poder abandonar una posición por culpa del propio lugar en el que estamos no es nada buena, y sin duda es uno de los aspectos más criticables de The Order: 1886. Y es que, que el juego sea lineal no significa que lo deban ser también sus situaciones de acción.

Y todo ésto sería The Order: 1886. En nuestra opinión, un juego no necesita durar 20 o 30 horas para entretener, sino que lo importante es que todo el tiempo que estemos pegados a él nos entretenga y divierta; y creemos que la propuesta de Ready at Dawn lo llega a conseguir. El juego mantiene un buen equilibrio entre la importancia argumental con las escenas de acción, siendo en todo momento heterogéneo en situaciones y manteniendo un ritmo óptimo. Para ello es cierto que se sacrifica en libertad, pero no todos los juegos deben ser iguales, y The Order: 1886 en este caso supone la excepción a la corriente de desarrollo de moda en esta generación y que redirige casi todos los géneros a una estructura sandbox. Por si esto fuera poco, lo que marca la diferencia en el juego son los valores de producción que dispone, que son asombrosos, de otro nivel muy superior a la media. Tanto es así, que estamos seguros que van a marcar un punto de inflexión a nivel técnico, siendo luego con el paso de los años el motivo principal por el que The Order: 1886 gozará de importancia y presencia en la historia de los videojuegos.

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Jugabilidad: 8
Gráficos: 10
Sonido: 8.75
Satisfacción: 8

Análisis

Ready at Dawn ha conseguido colocar un nuevo y más elevado listón gráfico con The Order: 1886. Para ello, el estudio de desarrollo propone una historia que no sorprende demasiado, pero que tiene la cualidad de enganchar en todo momento. Además, se consigue un equilibrio muy importante entre las escenas argumentales y las de acción, aunque se echa algo en falta en la vertiente interactiva algo más de profundidad y de variedad en las mecánicas.