Análisis Apotheon

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Alientrap nos sorprende con esta notable epopeya griega, donde, como en God of War, nos tendremos que enfrentar a los Dioses del Olimpo
Por Pedro Iglesias 18 febrero, 2015

Si con Kratos nos hartamos de torturar criaturas mitológicas, solo esperamos que hayáis reservado fuerzas para Apotheon, porque aquí nos tocará repetir hazaña en un entorno 2D, con un desarrollo similar al de los últimos Castlevania. Su seña de identidad pasa por un apartado artístico tan curioso como original, y no duda en lucirse en algunos momentos con estampas que no tienen nada que envidiar a las pinturas encontradas en las famosas ánforas griegas.

Pero dejando de lado el primer impacto visual, centrémonos en la premisa que nos ofrece el juego de Alientrap. A través de un tutorial camuflado en una fase de introducción, nos tocará medirnos con un control peculiar. El personaje que manejamos, Nikandreos, se comporta como una marioneta articulada, y tanto la acción básica de golpear como el salto cuentan con una física a la que no estamos acostumbrados. De todas maneras, los primeros compases servirán para aprender a conocer los límites del personaje, ya sea luchando contra los primeros soldados enemigos o encadenando plataformas.

Como justificación para esta aventura se vuelve a recurrir al poco aprecio de Zeus hacia la raza humana. De hecho, tras superar la primera fase, donde sobreviviremos a un incendio en la aldea de Dion, tendremos una conversación con una aliada inesperada: Hera, la mujer del propio Zeus, la cual nos felicitará por nuestra valentía. A partir de aquí todo serán trabas: otros Dioses cabreados, infinidad de combates contra soldados del ejército, algún que otro puzle…Y precisamente lo mejor de Apotheon es la manera de conjuntar con acierto todos estos elementos.

Para los combates, una pieza clave en esta epopeya, se ha recurrido a un sistema similar al visto en Dark Souls. Podemos empuñar un arma y un escudo con una dureza limitada, nuestros ataques se miden por una barra de energía que se va agotando, y si necesitamos un respiro, nos permitirán rodar para esquivar. El sistema de inventario también es similar al de los juegos de From Software. Con la cruceta navegaremos en tiempo real entre objetos, y es muy sencillo descartar morralla que no necesitemos. Eso sí, en la gestión y en el concepto se acaban las similitudes, porque los combates no son nada pausados. De hecho, la mayoría son incluso atolondrados, y es muy normal que acabemos luchando entre varios niveles de altura. Si no estamos contentos con la oposición de la CPU, podremos medirnos contra un amigo, en combates tan apasionantes como divertidos.

Un desarrollo “Metroidvaniesco” ayuda a que Apotheon sea variado, especialmente gracias a la libertad de elección de objetivos. Después de acabar con la introducción, ascenderemos al Olimpo para elegir entre varias localizaciones. Ahí nos encargaremos de los tres primeros jefes, después haremos lo mismo con otros tantos y por fin nos enfrentaremos al todopoderoso Zeus. Estos encontronazos se pueden gestionar como queramos, y si se nos atraganta una fase por el motivo que sea, existe la opción de volver atrás para elegir otro camino. Cada victoria nos proporciona una ventaja pasiva, como por ejemplo hacer que las pociones sean más efectivas. De esta manera se evita la sensación de estancamiento y de paso ayuda a que cada jugador tenga varias alternativas para seguir con su progreso.

Normalmente todas estas incursiones en terreno hostil tienen como principal reclamo una estética y mecánica acorde con el Dios de turno. Por ejemplo, con Atenea tendremos que superar un laberinto lleno de pruebas de habilidad, con Artemisa emularemos una cacería en la que encarnaremos a un ciervo, y con Neptuno nos tocará zambullirnos en el mar. Así no solo nos centraremos en el combate, sino que también nos exigirán que nos estrujemos el coco con algunos puzles de palancas sencillos pero bien integrados.

Los principales problemas de Apotheon los encontramos con el juego bien avanzado. Además de fallos de rendimiento, como cuelgues que nos obligan a reiniciar la consola, llega un momento en el que las mecánicas no dan más de sí. No hay niveles de experiencia, y el equipo que encontremos durante los primeros compases es tan válido como las pocas armas especiales que hay repartidas por el escenario. El juego se sostiene en la variedad de su desarrollo, pero poco a poco se ve penalizado por un inevitable encasillamiento.

De todas maneras, todo el envoltorio es de lujo. Técnicamente, por ejemplo, es un juego muy solvente (pese a algunas bajadas en la tasa de frames). Los tonos ocre y la paleta de colores de algunos escenarios nos regalan unas estampas preciosas. Las animaciones y la gran cantidad de armas disponibles ayudan a que los combates sean impredecibles, exigiendo al jugador una gran habilidad para salir airoso. No falla la banda sonora, llena de temas épicos totalmente acordes con la acción. Y siguiendo con el apartado sonoro, el gran punto negro: la ausencia del doblaje al español. Lo peor es que ni siquiera se ve acompañado por una traducción, por lo que si no domináis la lengua de Shakespeare, os perderéis irremediablemente en las continuas conversaciones con los Dioses.

78
Jugabilidad: 7.5
Gráficos: 8
Sonido: 8.5
Satisfacción: 7.5

Análisis

Con sus altibajos, algunos técnicos y otros de desarrollo y control, Apotheon sigue siendo una aventura muy interesante. Artísticamente es un portento, y su propuesta, a lo “Metroidvania”, nos invita a elegir nuestro camino para que sea más fácil de digerir. Cuenta con una banda sonora espectacular y algunos detalles encomiables, por lo que si además sois suscriptores de PlayStation Plus, no lo dudéis, ya que puede convertirse en uno de los mejores “regalos” de lo que va de año.