Análisis Styx: Master of Shadows

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Desde el corazón del infierno, yo te apuñalo
Por César Rebolledo 16 febrero, 2015

Si algo nos han traído los últimos años son juegos enfocados puramente a la acción. Salir de cualquier situación haciendo uso de la fuerza bruta siempre ha sido una opción. Incluso en juegos supuestamente “de sigilo”, ser descubiertos no supone ningún inconveniente, siempre tenemos a mano nuestras hojas ocultas, una pistola con silenciador con la que solventar el problema sin mucho ruido… Es por ello que encontrarse con un juego como Styx: Master of Shadows es todo un acontecimiento.

Styx: Master of Shadows es una precuela de Of Orcs And Men, un juego que pasó sin causar una gran expectación por las consolas de ya anterior generación hace algún tiempo. Dentro del mismo universo, Master of Shadows nos coloca doscientos años antes, presentándonos como protagonista a uno de los personajes controlables en Of Orcs And Men, Styx, que da nombre al juego.

La historia es muy confusa, sobre todo si no hemos jugado al otro título, con lo que haremos un planteamiento superficial (ya que entrar en detalles sobre el argumento supondría hacer un importante destripe del mismo) enfocado a aquellos que quieran disfrutar del título de forma independiente, algo que se puede hacer sin ningún problema.

Se nos presenta a Styx, un goblin o trasgo que se infiltra en la Torre de Akenash con el objetivo de alcanzar e Árbol del Mundo. Los motivos, en principio, son desconocidos. Muy pronto nos queda claro que Styx es un asesino y ladrón con mucha práctica. La historia se nos presenta durante una buena parte como un flashback, en la que Styx habla con aquellos que lo han atrapado, o eso parece. Contamos con secuencias generadas con el propio motor del juego, así como ilustraciones que narran los momentos más importantes del argumento, con un acabado bastante logrado.

El gran problema, o ventaja, según se mire, es que la historia parece muy simple y de repente se vuelve bastante confusa, complicada de entender, por no mencionar un final que, si bien establece las bases del mundo de Of Orcs And Men, deja a la intepretación del jugador un detalle fundamental, que tendréis que descubrir por vosotros mismos.

Como decíamos al principio, en este juego no prima la acción, de hecho, recurrir a los combates cuerpo a cuerpo debe ser, simple y llanamente, un último recurso del que echar mano si por desgracia somos descubiertos y un enemigo nos ha acorralado. Y decimos uno porque si hay más enemigos, nuestras posibilidades de supervivencia se reducen drásticamente.

Hay que tener en cuenta que Styx, a pesar de ser muy hábil, es una criatura de pequeño tamaño y va armado con una daga, con lo que un soldado con espada es ya un desafío. Una vez somos descubiertos, la cámara se centra en el enemigo más cercano y nuestro único método para eliminarlo será bloquear sus ataques en el momento preciso, para poder asestar un golpe mortal después de haber evitado un par de golpes, que serán más o menos según el tipo de enemigo.

No obstante, esto no es aplicable a todos los enemigos, ya que hay otros que, sencillamente, nos matarán nada más alcanzarnos, como son los soldados con armadura pesada o, en fases más avanzadas, orcos que custodian ciertos pasillos o temibles elfos armados con largas lanzas.

El fuerte de Styx es, entonces, el sigilo. Al principio disponemos de pocas opciones, pero más adelante, el abanico se amplía enormemente. Nuestro personaje puede, como es habitual, agacharse y avanzar de esta manera para hacer menos ruido, pegarse a las paredes, saltar, descolgarse por cornisas y esconderse en huecos pequeños, así como hacer uso de las sombras para ocultarse a pocos metros de nuestros objetivos. Quizás el gran problema sea que todas las opciones “divertidas”, por así decirlo, no lleguen hasta más adelante.

El juego premia nuestras acciones la conclusión de cada misión. Superar una misión sin ser descubierto, sin matar a nadie, dentro de un límite de tiempo, recogiendo todos los coleccionables y la reliquia oculta son las acciones comunes a todas las misiones, mientras que cada una de ellas tiene diversas submisiones, tales como eliminar a un personaje y llevarlo a nuestro escondite, robar un determinado objeto, etc. Como premio, recibimos puntos de experiencia con los que mejorar aún más nuestras habilidades y ampliar la diversión.

Desde nuestras habilidades base, desarrollamos otras que se volverán totalmente imprescindibles, teniendo como resultado final capacidades como crear clones que no sólo activen interruptores y crucen rejas imposibles para nosotros, sino capaces incluso de esconderse en un baúl y matar al enemigo que pase cerca o explotar en nubes de humo. También hay otras habilidades que quizás deberían de haber estado disponibles desde un principio, como eliminar a un enemigo mientras estamos cubiertos si éste pasa demasiado cerca, mientras colgamos de una cornisa o saltando sobre él.

Además, contamos con alguna opción adicional para quitar de en medio a nuestros enemigos y su rastro, tales como lanzar cuchillos arrojadizos (que no funcionarán con enemigos de mayor nivel, salvo con un determinado tipo de la última sección del juego), que matan a cualquier enemigo desprotegido en un momento y a distancia, candelabros que podemos aflojar para matar a varios enemigos de una vez o unos prácticos botes de ácido para disolver cadáveres que no queremos que sean descubiertos.

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Styx: Master of Shadows se desarrolla en las entrañas de una torre en la que, salvo algunas secciones determinadas, no hay acceso a la luz natural. Quizás por ello, gran parte del entorno que nos rodea ofrece una iluminación muy pobre, acorde con este planteamiento. Los escenarios, pese a no presentar quizás el nivel de detalle de otros juegos de corte independiente, tienen una característica llamativa y es que ofrecen un buen diseño.

Esto permite que, una vez avancemos en el juego, tengamos que revisitar algunas zonas por las que ya hemos jugado, haciendo que, simplemente con entrar desde un punto diferente tengamos la sensación de jugar otro nivel.

Con respecto al nivel de detalle empleado en los personajes, Styx cuenta con un buen modelado y animaciones (siempre teniendo en cuenta que es un indie), incluida una en la que comprueba el filo de su daga pasando un pulgar con gesto crítico y profesional. Sin embargo, los soldados y demás enemigos con los que nos encontramos ofrecen en general animaciones bastante robóticas y un aspecto muy genérico como para ser recordados.

Hay además, con demasiada frecuencia, defectos en las animaciones tales como que el enemigo se esté retorciendo mientras Styx le corta el cuello al aire durante una ejecución, o que se produzca un truculento efecto de clipping sobre nuestra víctima en el que lo atravesamos de forma inintencionada, pero nada que vaya a lastrar realmente nuestra experiencia de juego.

En cuanto al apartado sonoro, hay que diferenciar la calidad de la propia banda sonora con la de las voces escogidas para interpretar cada papel. Si bien la voz de Styx es efectiva, muy bien escogida y transmite las sensaciones de los momentos que vamos viviendo, el resto resultan demasiado del montón como para estar a la altura. Teniendo en cuenta que el auténtico protagonista de toda la historia es el goblin, esto es un defecto que, si bien está presente, no notaremos especialmente.

Por su parte, la banda sonora tiene una cualidad y es que pasa desapercibida de forma intencionada. Se trata de melodías bastante suaves, en las que predominan los instrumentos de cuerda, dando un buen sonido ambiental al proceder de nuestro personaje, pero poniéndonos en tensión en los momentos clave, cuando la música cambie para indicarnos que algo ha pasado. Se trata de un acierto en la sencillez de la elección que se entremezcla con la propia jugabilidad según lo que hagamos.

Con respecto a la duración y el desafío que el juego supone, hay que decir que es bastante decente. Una partida en la dificultad mínima nos puede llevar en torno a unas diez o doce horas, eso si queremos ir al grano y no nos importa que nos descubran. Las posibilidades de rejugabilidad se basan en los desafíos que mencionábamos anteriormente (coleccionables, cero alertas, cero muertes…) y conseguir todas las habilidades, lo que puede ampliar fácilmente la experiencia de juego al doble o incluso el triple, ya que la manera de avanzar cambia radicalmente.

Si además pretendemos jugar en la dificultad más alta, bueno, que tengáis suerte. Creemos que en Akenash se sirve filete de trasgo y es muy cotizado.

En conclusión, tenemos un juego interesante, que no está enfocado a todos los públicos, porque no a todos les puede entusiasmar un avance más lento de lo normal, pero que ofrece una experiencia muy cercana a la que vivimos con clásicos como Tenchu. Recomendable para fans del sigilo de antaño, que buscan evadirse de tanto disparo y tanto “asesino silencioso” capaz de llevarse por delante a diez enemigos que lo descubren sin despeinarse.

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Jugabilidad: 7.5
Gráficos: 6
Sonido: 7
Satisfacción: 8

Análisis

Styx: Master of Shadows es una aventura de sigilo bastante sorprendente, tanto por la diversión como por la variedad que ofrece al avanzar cuando desbloqueamos distintas habilidades. Un buen ejemplo de lo que se puede hacer sin tirar del recurso de la acción pura