Análisis Dynasty Warriors 8

73
En busca del control de los Tres Reinos de China
Por Manuel Gimeno 17 julio, 2013

Tecmo Koei continúa un año más confiando en una de sus sagas más longevas y que cuenta con ésta ya su octava entrega numérica. En una situación en la que la franquicia dispone de muy buena salud en la industria más oriental, cada nueva aparición en occidente plantea el reto a la distribuidora de saber convencer con argumentos jugables y técnicos de la capacidad de un título que si de algo no carece es de acción a raudales. Manteniendo siempre la esencia de Dynasty Warriors, cada entrega se ha ido caracterizando por contar con pequeños añadidos que en alguna ocasión han supuesto un salto sustancial con su antecesor, pero que incluso en las situaciones menos revolucionarias han sabido revivir las ganas de todos los amantes de este género en cuestión.

En esta ocasión, con Dynasty Warriors 8 entre manos, nos encontramos ante la tesitura de averiguar hasta qué punto la franquicia ha logrado evolucionar desde su última entrega, o si por el contrario ha apostado por seguir reforzando los cimientos principales en busca de una experiencia más plena usando la misma fórmula. Como telón de fondo, una vez más nos encontraremos ante la conflictividad histórica quee se vivió en los Tres Reinos de China, dando un toque de ficción particular, pero sin separarse de un contexto sin el cual no se entendería dicha saga.

Como hemos comentado, el inicio de la historia de Dynasty Warriors 8 nos llevará a combatir por la hegemonía sobre los Tres Reinos de China, mientras los Reinos de Wei, Wu, Shu y Jin luchan para tratar de alzarse con el poder sobre esta extensa tierra oriental. La importancia de este aspecto reside en varios motivos, y es que, en primer lugar, no se entendería de otra manera la recopilación de figuras históricas relevantes sin ningún otro propósito que el de enfrentarlas en tan crucial momento histórico.

De aquí es justamente donde parte el planteamiento para alcanzar el toque ficticio que propicia la faceta interactiva del título mediante el hack’n slash. Lo que en un principio da valor al modo historia que posee Dynasty Warriors 8, se extiende por ende al resto de vertientes jugables que se disponen, usando para ello el carisma de una época remota con diferentes tramas que hacían aún más compleja la situación política y social del momento.

Pero pongámonos en situación. Nos encontramos a finales del siglo II d. C. con el dominio de la dinastía Han en lides y la revolución de los turbantes amarillos que llegó a derrocar el gobierno de dicha nación. Ante esto, los diferentes reinos que componen el imperio se levantan en armas para luchar por sus propios intereses, no renunciando a la colaboración puntual para combatir la amenaza. En este punto en el que la historia tratará las diferentes fases desencadenantes a partir del conflicto, es donde tendremos que elegir la perspectiva histórica desde la cual abordar la situación. Para ello, tendremos a los Reinos Wei, Wu, Shu y Jin como opción a través de la cual observar desde un punto de vista distinto cada uno de los capítulos con los que cuenta el modo historia. Incluso esta vez tendremos nuevas situaciones del tipo “¿Qué pasaría si…?”, planteando escenarios en los que la historia toma un camino alternativo, viendo que hubiera ocurrido si algún que otro hecho concreto hubiera sido diferente.

Durante esta experiencia contaremos con algunas pinceladas que nos ayudarán a tener una perspectiva histórica del conflicto, algo importante sobre todo si tenemos en cuenta el origen tan arraigado con el que cuenta la saga. A través de los textos y de los diferentes diálogos en perfecto inglés iremos recibiendo información no sólo de los sucesos reales de cada batalla o evento importante, sino también de la situación de juego actual y la evolución del escenario de combate en cada momento.

[videolpo]6990[/videolpo]

Justamente el problema de la localización del juego supone el gran impedimento de un título que podría aspirar a un mayor conjunto de público. Evidentemente, contar una historia que se diferencia claramente de los conflictos occidentales despierta el interés de lo casi desconocido –más allá de una propuesta jugable que ahora pasaremos a comentar-, pero que se encuentra con el muro del idioma y que limita el disfrute para todos aquellos que no acaban de dominar del todo la lengua de Shakespeare

Pero dejando algo de lado la parte contextual y que da la información necesaria para saber en qué plano nos encontramos, lo cierto es que si hay algo que destaca por encima de cualquier otra cosa en la saga es su sistema de combate. La posibilidad de arrasar una ingente cantidad de enemigos usando para ello la lucha cuerpo a cuerpo es la seña de identidad de una franquicia que en esta entrega experimenta mejoría en esta vertiente en concreto.

En concreto, y dejando de lado los típicos ataques que podríamos encontrar en cualquier juego de este mismo género, los ataques Musou y su relación con otras opciones son los que dan una fuerza destacada a las herramientas de lucha. Cada ataque Musou permitirá que nuestro personaje elegido realice una acción concreta inusitadamente potente, estando asociada ésta a un conjunto de barras que encontraremos en la parte inferior de la interfaz gráfica. Este ataque podrá ser ejecutado de diferentes formas, dependiendo si estamos en el suelo, saltando o si tenemos el suficiente nivel de experiencia como para realizar un golpe algo más fuerte.

También habrá que tener en cuenta las afinidades del arma que poseamos y su superioridad o debilidad frente a la de los enemigos. Mediante un sistema de tres elementos en el que el cielo gana a la tierra, la tierra a la humanidad y la humanidad al cielo, deberemos escoger la relación adecuada de armas para adentrarnos en cada batalla. De esta manera podremos infligir más daño a ciertos contrincantes si tenemos la suerte de conseguir dicha ventaja.

Pero la clave en cada disputa viene directamente relacionada con lo que se conoce como Furia. Este indicador se irá llenando conforme vayamos asestando más y más golpes a los rivales, pudiendo activar ese estado en el guerrero cuando la barra rebose de energía. De esta manera todos nuestros atributos como el ataque, la defensa, la velocidad y el alcance mejorarán, pero también se ampliarán las opciones con los ataques Musou al poder lanzarlos mientras dura el pequeño espacio de tiempo, destruyendo una gran cantidad de enemigos con un golpe o una sucesión de ellos.

Aunque salvando estos momentos álgidos en los que experimentaremos la verdadera esencia de la saga, no contaremos con demasiados recursos más que llamen la atención. Aunque sí es cierto que tendremos ciertas herramientas algo más tácticas para dar la vuelta a situaciones complicadas, como el bloqueo a los ataque enemigos, y los contraataques generados por el cambio entre el arma principal y la secundaria, que en combinación lograrán poner freno a los ataques más poderosos o a las defensas más férreas de los rivales.

Sin embargo, nos sigue faltando algo más de profundidad, o tal vez una evolución sustancial que eleve la propuesta al nivel superior con el que cuenta otros hack’n slash ambientados en escenarios más lineales. Una cosa es disponer de varios tipos de ataques, y otra muy distinta que cada uno de ellos desencadene combinaciones diferentes que supongan un abanico de herramientas interactivas para luchar. Algo que sigue sin suceder en este Dynasty Warriors y que aleja la propuesta de una profundidad que no llega a alcanzar.

[break=Página 2]

Pese a todo, sería algo injusto hablar de la jugabilidad sin pararnos un poco a observar lo que nos rodea en cada batalla. Elementos como la personalización o la cantidad de personajes –más de 70 en esta ocasión- han sido trabajados a conciencia en esta entrega para ofrecer un conjunto amplio que supera a todas las anteriores, haciendo de Dynasty Warriors 8, posiblemente, el juego más completo visto hasta ahora en la saga. Desde el primer momento podremos experimentar con los diferentes tipos de armas, lo bien que se nos den y la afinidad con el elemento cielo, tierra y humanidad que tengan cada una de ellas.

Pero también será importante el escenario de cada contienda. El juego ofrece más de 40 nuevos niveles apostando por la variedad ambiental en cada uno de ellos: extensiones llenas de vegetación, castillos donde infiltrarnos, páramos desérticos, peligrosos barrancos… Un telón de fondo que, en cambio, a nuestro modo de ver, podría haber sido aprovechado de mejor manera a la hora de exhibir la denominada acción táctica que esgrime el juego. Algo que, más allá de proteger a diferentes oficiales aliados o de ayudar en sucesos concretos, no ahonda en un control realmente estratégico dentro de la lucha entre los distintos ejércitos, ni tampoco desemboca en una exploración básica.

Como punto positivo destacaríamos en el desarrollo de estas batallas la posibilidad de montar a caballo, pero sobre todo de hacerlo de manera bastante fluida. Quitando ocasiones en las que el control prefiere ejecutar un salto en lugar de subirnos sobre la montura, la transición entre ir a pie o sobre nuestro poderoso animal es bastante agradable, siendo una ayuda inestimable cuando los acontecimientos en cada parte del escenario requieran de nuestra presencia de forma urgente.

Lo que sí ofrece en gran cantidad Dynasty Warriors 8 son diferentes posibilidades de exprimir la jugabilidad de formas variadas, pero sobre todo destaca la oportunidad de hacerlo de manera cooperativa en el modo Historia, modo Libre o el novedoso y adictivo modo Ambición. No sólo mejora la experiencia sustancialmente al poder coordinarte con otra persona de manera local u online, sino que algunos aspectos jugables -como el ataque Musou- puede realizarse conjuntamente para desatar con nuestro compañero un poder todavía mayor.

Pero como hemos dicho, la que más destaca por encima de todas las formas de jugar propuestas es el modo Ambición. Esta nueva funcionalidad permite al jugador luchar en diferentes batallas para tratar de conseguir aliados, desarrollando posteriormente instalaciones por doquier para tratar de construir nuestro propio Tongquetai. Estas instalaciones pueden ir desde la herrería, tetería, el cuartel o el mercader, hasta la granja, el centro de entrenamiento, los establos y la academia, a medida que vayamos progresando en el juego.

Todos estos lugares tendrán además una funcionalidad bastante importante en el campo de batalla, mejorando los atributos de ataque o defensa, aumentando la cantidad de aliados, posibilitando la compra de armas o consiguiendo materiales extra. Muchas de estas cosas serán clave para alcanzar el objetivo final, que no es otro que tratar que el emperador acabe de nuestro lado. El proceso en sí motiva al jugador a ir consiguiendo cada vez más instalaciones y elementos, con lo que las motivaciones que se encuentran son mucho más satisfactorias que las que podemos experimentar en el resto de modos de juego.

A todo lo anteriormente descrito le viene acompañando un apartado visual que no acaba de destacar en ningún aspecto concreto. A estas alturas de la generación Dynasty Warriors 8 no logra sorprender en los detalles de los modelados, en el entorno del juego o en los efectos de luces con poco carisma que se generan en cada batalla. Tal vez podamos mencionar como parte positiva el trabajo artístico en los trajes de los personajes, que ciertamente cuentan con ornamentaciones curiosas y variadas que llaman la atención.

Incluso las animaciones podrían ser algo menos toscas. No es de recibo que un juego que trata de ser ágil -porque su propuesta le empuja a ello- impida que el manejo de los personajes sea lo suficientemente dinámico o fluido para ejecutar los escasos combos con los que cuenta cada uno de ellos. Asumiendo que el pilar principal de la propuesta es sin duda su jugabilidad, un mayor repertorio de animaciones hubiera dado mucha más consistencia a la lucha contra las interminables hordas de enemigos.

De una manera similar a lo dicho en el aspecto gráfico ocurre con su apartado sonoro, pobre en efectos y falto de garra en banda sonora. Es una verdadera lástima que las batallas no vayan acompañadas de una contextualización lo suficientemente buena como para aumentar la inmersión del jugador en toda esta propuesta. Un conjunto de carencias, que si las unimos a la ausencia de subtítulos en castellano, nos encontramos con que el jugador no tiene las facilidades que ofrecen otros títulos para hacerlo partícipe de toda la propuesta.

Comentábamos al principio del texto el reto de una saga que acumula tantísimas entregas a sus espaldas radicaba en ampliar completamente la propuesta o llevar a cabo una revolución total dentro de la misma. Dynasty Warriors 8 apuesta por lo primero, añadiendo una gran cantidad de extras a los elementos ya existentes, y sumando pequeñas pinceladas de novedades que se aprecian, pero que no pueden ser consideradas como revolución dentro de la saga.

Además de todo lo dicho durante estas líneas, es evidente que el título va enfocado hacia un público específico que puede que disfrute con el peculiar manejo que ofrece en su jugabilidad. Sin embargo, para todos aquellos acostumbrados a un desarrollo más occidental dentro del género, es posible que echen en falta otra serie de componentes que nutran toda la lucha.

Pese a todo, podemos concluir que nos encontramos ante una de las propuestas más completas dentro de la saga, y que cuenta con una gran cantidad de personajes, armas y modos de juego en comparación con anteriores entregas. Un título que gustará a los fans, sin duda, pero que posiblemente tenga dificultades a la hora de abrir los brazos a aquellos usuarios menos familiarizados con la franquicia.

Lo mejor:

  • Acción incesante
  • Distintos modos de juego para exprimir la propuesta
  • El modo Ambición
  • La cantidad de personajes y su personalización

Lo peor:

  • Escasa profundidad en los combos
  • Apartado gráfico mediocre
  • Banda sonora con poco carisma
  • Voces y subtítulos en perfecto inglés

73
Jugabilidad: 7.75
Gráficos: 7
Sonido: 6.75
Satisfacción: 7.75

Análisis

Dynasty Warriors 8 consigue ampliar las características que siempre ha poseído la saga, ofreciendo a los fans una de las experiencias más plenas de entre todos los Dynasty Warriors. En cambio, siguen presentes limitaciones inherentes a la franquicia, que junto a la ausencia de subtítulos en castellano hacen complicado su disfrute entre un sector amplio de usuarios.