Análisis Assassin’s Creed 3

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Ubisoft nos trae la revolución esperada
Por Manuel Gimeno 30 octubre, 2012

Introducción

A lo largo y ancho de la travesía que se establece en el periodo que comprende una generación de consolas, se forjan ciertos símbolos en forma de personajes emblemáticos o sagas de renombre, que desde su aparición -y sobretodo su éxito- se asocian de manera irremediable con un momento temporal que abandera todo sistema de entretenimiento existente, además de marcar a fuego la imagen de la distribuidora y el estudio que se encargan de la creación y desarrollo de tan prestigioso título. Qué duda cabe al pensar pues, que si tuviéramos que echar la vista atrás para contemplar todo el camino recorrido, una de las sagas que ocuparía un destacado lugar en dicha andadura sería sin ningún tipo de paliativo Assassin’s Creed.

Y es que nadie puede ser ajeno al hecho que supone cómo la evolución de esta saga ha ido en paralelo con el crecimiento de las capacidades de la propia generación en sí. Casi de manera análoga podríamos incluso establecer similitudes, atisbando a aquel Desmond cuyo futuro parecía turbio y carente de sentido en primera instancia, mientras vislumbrábamos a un Altaïr en plena Tercera Cruzada, que mostraba la grandeza de una historia que empezaba a abrirse paso ante nosotros en Assassin’s Creed; asentando después con mayor fuerza unos firmes cimientos ya establecidos con Ezio y su lucha cargada, primero de venganza y luego de convicciones, en el incipiente renacimiento italiano con Assassin’s Creed II y Assassin’s Creed: La Hermandad; para finalmente aunar ambas extensiones de los ancestros de Desmond en Assassin’s Creed: Revelations, mientras el destino del mundo sigue latente en el cercano horizonte de la historia que nos atañe.

Pero ha llegado el momento de dar un paso más allá en este vasto recorrido. De escribir mediante nuestras acciones un nuevo capítulo que consiga guiar a Desmond a través de sus recuerdos, asumiendo el papel de un nuevo antepasado histórico que nos ayude a completar el entramado de los precursores, el Fruto del Edén y las criptas ocultas. Es la hora de dejar atrás las historias de Altaïr y Ezio, recoger toda la información ganada y recorrer un nuevo camino. La Guerra de la Independencia se establece como marco memorable del escenario de nuestro recuerdo, y Connor como el nuevo héroe que nos ayudará a través del tiempo a alcanzar los siguientes compases en la búsqueda de nuestro ansiado objetivo.

Bienvenidos a Assassin’s Creed 3.

[BREAK=Argumento]

Argumento

Con la intriga desplegada después del final de la anterior entrega y la amenaza constante que se atisbaba mortal e inminente, Assassin’s Creed III recibe el testigo argumental para situar la historia de Desmond a las puertas de una cripta que emana una potente energía proveniente de los antiguos precursores, respondiendo a la influencia del Fruto del Edén y provocando de manera inmediata en nuestro protagonista un estado de trance o “sangrado” que nos abocará directos al Animus, y con ello al encuentro con el recuerdo de nuestros antepasados.

Ataviados con los ropajes típicos de la Gran Bretaña del siglo XVIII, encarnaremos en un primer momento a Haytham Kenway, un caballero británico que entrará por primera vez en escena en medio de una actuación musical, y cuyo desenlace marcará el devenir de la historia fijando el objetivo y haciéndolo virar más allá del océano atlántico. Concretamente a la Costa Este de una Norteamérica en medio de plena consolidación colonial.

Atravesaremos pues una larga y dura travesía marítima con el destino establecido en Boston, sujetando en la mano una lista de nombres que constituirán nuestro equipo y nos ayudarán en una empresa que fijará las bases del marco argumental. Sin embargo, poco tardará la historia en adquirir el cariz esperado por todos, y no es otro que el alzamiento de Connor como tercer símbolo heroico de una estirpe de asesinos que continua a través de los siglos en su infatigable lucha contra los Templarios.

Así pues, y sin entrar en detalles innecesarios que puedan estropear la experiencia, Assassin’s Creed III goza de un fuerte componente argumental que se establece como piedra angular sobre la que se asientan las no pocas virtudes que subyacen en este título. La estabilidad que supone la fiel representación de la Norteamérica en plena Guerra de la Independencia, dota a la entrega de una inmersión destacable y que da sentido a todas las revelaciones que se produzcan a nuestro paso.

Todo esto además sin caer en fáciles clichés que se pudieran presentar, optando por la innovación en el desarrollo de la historia en lugar de escoger un derrotero fácil, que realmente se hubiera podido recorrer, pero que se esquiva en pos de reforzar el carácter único que el argumento posee. Sin que esto además suponga un descenso en la duración, que sólo si se abordaran dichos acontecimientos, podría superar con facilidad las quince horas jugadas.

Y sin duda, el hecho que afianza todas estas características no es otro si no que la complejidad proveniente de cada uno de los personajes que componen el entramado del relato que nos atañe. La simple y eterna lucha entre el bien y el mal no tiene lugar cuando las inquietudes y motivaciones de los protagonistas son ricas en matices, y ante ellos se despliega entonces la disyuntiva que siempre proponen las diferentes perspectivas a través las cuales se observen las cosas.

Con todo esto, Assassin’s Creed III goza de una capacidad argumental digna de cualquier obra literaria de relumbrón, gracias sobretodo a no escatimar recursos a la hora de establecer el conjunto de características antes nombradas, y acompañándolas además de una narración destacable que ensambla unas piezas perfectamente dispuestas en un tablero argumental que se desplegará ante nosotros cuando demos los primeros pasos en nuestra andadura.

[BREAK=Jugabilidad]

Jugabilidad

Pese a las grandes aptitudes señaladas en el ámbito de la historia, nada de esto tendría sentido si no se sostuviera bajo un mecanismo jugable perfectamente engrasado que justificara todo el despliegue de recursos literarios empleados en el argumento. No hay que temer en este asunto pues, ya que la arraigada y característica jugabilidad mantiene su esencia, potenciándola además con ciertos detalles que enriquecen un acabado global más que notable.

De esta manera, encontramos un sistema de plataformas y físicas totalmente pulido y ampliado en altas cotas de suavidad, naturalidad y realismo, que harán de nuestro recorrido por los tejados y calles de la Costa Este todo un espectáculo de saltos ágiles e intuitivos. En este aspecto, la inclusión de elementos naturales como árboles para desplazarnos ágilmente a través de sus ramas, suponen una novedosa aportación que, en consonancia con los tradicionales movimientos que todos conocemos, adaptan la jugabilidad a las necesidades y escenarios que la situación histórica requiere.

En lo que al sistema de batalla se refiere, la aportación de nuevos movimientos, la importancia que recae más que nunca en hallar el punto justo del contraataque y la variedad de armas disponibles para ser empleadas, hacen de cada pelea una oportunidad para que dicha contienda sea única en su desarrollo, pese a la previsibilidad que muchas veces mostrarán los enemigos y la escasa variedad de tipos disponibles de ellos para ser pasados por el filo de nuestra hacha.

Nos encontramos entonces con una suerte de curiosa mezcla de estilos, que harán convivir en nuestro arsenal las más modernas armas de fuego del siglo XVIII, con los tradicionales utensilios mohawk de los indígenas. Cada uno con sus ventajas e inconvenientes, con su momento adecuado de uso, pero fielmente representados en su empleo a la hora de encarar cualquiera de las reyertas que nos asalten.

Pero es que estas peleas no sólo serán abordadas en tierra firme al frío contacto del acero del tomahawk o el inflamado cañón del mosquetón, no. Nuestras habilidades serán puestas a prueba en alta mar a bordo de nuestro propio barco en batallas navales que exigirán toda nuestra concentración y estrategia para salir victoriosos. Y para ello, no sólo habrá que luchar con cañones pesados de todo tipo o las distintas armas ligeras preparadas, sino que además el control de la maniobrabilidad del barco frente a los adversos vientos conformará una variable importante desde la cual hacer frente a cualquier amenaza marítima.

Así pues, las batallas navales suponen sólo la punta del iceberg de un juego cuyas pretensiones de sandbox se hacen patentes al atisbar las amplias posibilidades de complementar la historia principal a través de misiones alternativas variadas, pequeños juegos de mesa convertidos en arriesgadas apuestas, distintos elementos coleccionables, la tradicional sincronización o la importancia que recibe el sustento económico para personalizar y mejorar todos los utensilios de los que hagamos uso a lo largo del juego.

En esta vertiente, cobra importancia sin duda la trabajada faceta de cazador de nuestro protagonista, cuya profundización posee un importante desarrollo en forma de opciones de todo tipo con las que elegir la manera adecuada de dar con nuestra presa. No sin antes comprender que el tipo de armas usadas para tales fines marcarán el beneficio económico que se puedan extraer de las pieles y carnes obtenidas, enriqueciendo un entramado comercial que se hace patente tanto en las misiones secundarias antes nombradas, como en la mejora de las herramientas para avanzar con paso firme en la historia principal.

Todo esto además asumiendo la desenvoltura de nuestro personaje en un mundo totalmente vivo, en el que la interacción se hace palpable no sólo desde el mismo momento en el que se abordan las diferentes misiones disponibles, sino que el mero hecho de andar o cabalgar mientras se observa el entorno que nos rodea, nos harán captar la magnitud del juego que tenemos entre manos.

Sólo los pequeños bugs que a veces asoman a la hora de sumergirnos en las distintas misiones dispuestas, y cuya presencia se suele manifestar al principio de éstas y en ningún momento de manera irreversible, enturbian ligeramente un acabado que puede presumirse de rico, variado y sobretodo divertido, pues la necesidad de completar la historia principal, y a su vez prestar atención a toda la propuesta alternativa, se hace presente en todo momento en las sensaciones y la experiencia del propio jugador.

Por último, en el apartado multijugador contaremos con una personalización que se verá ampliada con respecto a lo visto en las entregas anteriores, consolidando una jugabilidad que ha ido arraigándose poco a poco, pero cuyo aporte no deja de ser un complemento extra, que si bien puede alargar unas cuantas horas la experiencia global, su peso se antoja un mero acompañante –de notable calidad, eso sí- con respecto a la importancia de la historia que se nos presenta.

[BREAK=Gráficos y Sonido]

Gráficos

A lomos de la nueva herramienta de Ubisoft Montreal -denominada AnvilNext-, Assassin’s Creed III cabalga sobre PlayStation 3 con una seguridad y templanza sorprendente para ser la primera experiencia en dicho hardware. La belleza del entorno que nos rodeará mantendrá un nivel de detalle totalmente elevado entre la cuantiosa variedad de escenarios disponibles durante la aventura, obligándonos a detener nuestros pasos en más de una ocasión para contemplar el paisaje desde un campanario, los extensos bosques desde las copas de los árboles o la naturaleza variable que nos envuelve.

Destacables sobretodo suponen los cambios ambientales que se producen en el transcurso de nuestro recorrido a través de la Costa Este norteamericana. Lluvia persistente, nieve incesante, anaranjados atardeceres o noches alumbradas con luz de luna, serán recreados a la perfección por el motor del juego, a la vez que el componente de inmersión sigue aumentando al sumar el conjunto de detalles que dotan de vida todo aquello que nos rodea.

Todas estas bondades no se libran de algunas impurezas típicas del nacimiento de un nuevo motor gráfico. Y es que en ciertas ocasiones el popping se hará palpable a nuestro paso veloz por algunas zonas, y aunque no llegue a ser molesto, puede hacerse notar en el acabado global que luce el título.

Sin embargo, si de algo sí puede presumir este título con voz firme y decidida, es de un apartado artístico totalmente abrumador, que recrea a la perfección la arquitectura y estructura de edificios y calles que comprenden el periodo histórico en el que nos vemos caracterizados. Sin escatimar tampoco en detalles que complementan el mobiliario urbano que adorna y embellece el entorno con los elementos típicos sociales de la Gran Bretaña y sus colonias en el siglo XVIII.

De la misma manera, esta caracterización artística se expande hasta el vestuario, destacando aún más el altísimo nivel de detalle que poseen los personajes. Una seña de identidad que hace suya la franquicia con Assassin’s Creed III, y que sin duda supondrá una auténtico y despampanante disfrute visual para todos aquellos jugadores que lleguen a tenerlo entre manos.

Sonido

Seguramente, si uno de los apartados a analizar mereciera la vitola de rozar la perfección, ese sería sin lugar a dudas el aspecto acústico. Y es que la calidad que se extrae de la banda sonora que nos acompaña durante nuestra aventura goza de unos niveles casi excelentes que se ven realzados al acompasar de manera sutil, pero destacable, los diferentes momentos que podamos descubrir durante la experiencia jugable.

Pero no sólo de música presume el apartado, pues los aspectos gráficos antes descritos completan su esencia con unos efectos sonoros que acaban por redondear ese realismo e inmersión al que tanto hacemos referencia. Tormentas atronadoras, lluvia de disparos o la bravura del mar junto a los sonidos de la batalla naval, son sólo pequeños ejemplos de calidad que nos encontraremos al abordar cada una de las distintas situaciones expuestas.

Además, la historia se nos presenta narrada en un notable doblaje al español, respetando eso sí en todo momento la intervención de las lenguas nativas o extranjeras a la corona británica que puedan aparecer en el transcurso de la historia.

[BREAK=Conclusión]

Conclusión

Assassin’s Creed III presenta sus credenciales para alzarse con el reconocimiento de suponer la entrega más ambiciosa de dicha saga, dando una vuelta de tuerca necesaria a una historia y jugabilidad que tal vez empezaba a estancarse, pero que ha sabido reponerse a las dudas de manera totalmente brillante, ofreciendo a los seguidores un título que rebosa calidad en cualquiera de sus múltiples propuestas.

Y es que los elementos trabajados para tal propósito han sido claros y concretos. Se han roto ciertos estigmas con las entregas anteriores para presentar una historia potente y atractiva, que llame la atención y que consiga entablar nuevos lazos simbólicos de unión entre Connor y el jugador, algo que después de tantos años acompañando a Altaïr y Ezio no era tarea sencilla, pero que se ha resuelto a la perfección en esta ocasión.

Además, la férrea insistencia en dotar al juego de una variedad tan extensa en todas sus posibilidades, supone la base más férrea posible para desarrollar una longevidad en el tiempo jugado que emana directamente del título hacia el jugador. Se ha sabido pues renovar los aspectos jugables más arraigados, así como establecer nuevas posibilidades con el objetivo de aumentar una riqueza ya vasta de por sí.

Todo ello finalmente aderezado con un apartado gráfico y sonoro que arropa y completa un extenso trabajo que no escatima recursos a la hora de redondear un acabado global realmente admirable, situando a Assassin’s Creed III como uno de los juegos referentes en los últimos estertores de esta generación que empieza a tocar a su fin.

Lo mejor:

  • Un argumento sólido, trabajado y con riqueza literaria destacable.
  • La potenciación de las virtudes existentes e implementación de novedades jugables necesarias.
  • Las batallas navales como característica complementaria más original.
  • Una cantidad de variedad en las misiones que otorga durabilidad garantizada al título.
  • Un apartado artístico extremadamente cuidado, junto a un acompañamiento sonoro excelente.

Lo peor:

  • Algunos pequeños bugs que no dañan la experiencia final del jugador.
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Jugabilidad: 9.5
Gráficos: 9.25
Sonido: 9.75
Satisfacción: 9.5